La lagra duración de las películas
El ritmo desenfrenado y en ocasiones neurótico de la ciudad, durante las dos semanas del Festival, se mantiene con una constancia en confiable para los cinéfilos. La proyección de la película Sartre por él mismo, de Alexander Altruc y Michel Contat, en la que Jean Paul Sartre es eje y tema único, su obra sus reflexiones filosóficas, su activismo político y su biografía completa, posee la garra suficiente como para que más del doble de las personas que la sala admite esperen pacientemente la apertura del local. Si a ello se añade el dato de que la película dura tres horas, se comprenderá el ambiente que reina en esta ciudad.La película de Sartre es buen ejemplo para destacar un hecho bastante normal en este certamen: la infrecuente duración de las películas. Si 1900 batió el record con sus cinco horas y veinte minutos de proyección, el Orlando furioso se le aproxima al superar las cinco horas. En la tarde del miércoles se proyectó la película alemana Im lauf der zeit, que borda las tres horas. Eduard Munch, de Peter Warkins, dura dos horas y cincuenta minutos, perfectamente empleadas, para describir la vida y sus circunstancias sociales de uno de los nombres claves en la historia de la pintura, contemporánea. Los realizadores, o al menos una parte importante de ellos, parecen querer terminar con el hábito de los 90 minutos (duración media de las películas, si bien es cierto que en algunos de los casos citados se trata de series televisivas, con lo que su exhibición se producirá espaciadamente).
La película que cerró la competición en la noche del jueves fue Las actas de Marusia, del realizador chileno Miguel Littin, producida en México por una de las compañías del Banco Cinema tográfico Mexicano, dirigido por Rodolfo Echevarría, hermano del actual presidente. La película narra un acontecimiento histórico producido en la localidad minera de Marusia, en 1907, donde el Ejército chileno reprimió duramente la huelga de los trabajadores. Gian Maria Volonté, y Theodorakis intervienen decisivamente en esta producción -uno desempeñando el papel protagonista y el otro, componiendo su música-, que es sin duda una de las más caras de la filmografia mexicana. El Banco Cinematográfico parece empeñado en rescatar el cine nacional de la mediocridad, potenciando la realización de películas dignas. A mediados del próximo mes de junio comenzará el rodaje de, Mina, el viento de la libertad del realizador español Antonio Eceiza. La película, de un coste similar a la de Littin (un millón de dólares, aproximadamente) narra la vida del revolucionario español Francisco Mina, que encabezó uno de los grupos guerrilleros en la lucha por la independencia nacional. Littin, como les comentamos en anterior crónica, rodará después del verano la adaptación cinematográfica de la novela de Alejo Carpentier, El recurso del método, con participación del tan mencionado Banco Cinematográfico Mexicano.
Babelia
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