_
_
_
_

La corrida fue una Paliza

Los tres espadas de ayer figuran en el, escalafón a medio camino entre las figuras y los modestos. Dos de ellos ya. están de retorno: han disfrutado de puestos más o menos privilegiados, se han beneficiado del minitoro que dominó la década de los años sesenta, han copado fechas y ferias. Se trata de Dámaso González y Miguel Márquez. El tercero, Roberto Domínguez, está en plena escalada, pugna por alcanzar un sitio entre los mandones del toreo. Mucho me temo que, según les tratan, se van a quedar donde están si no es que caen en el montón de los olvidados.Ayer, esa empresa que un día antes les echó a las figuras seis bombones recortaditos «ad majorem gloriam», encerró a los tres diestros de la «zona media» con seis toros con toda la barba de aspecto, pero que en realidad era un espejismo pues se comportaron como seis burros, tan burros, que no puede haberlos peores en toda la burrería peninsular. Llevaban el hierro de Palha, que los aguanta en Villafranca da Xira hasta que llega una empresa como la de Madrid y, se los cuela de matute.

Ayer se celebró la duodécima corrida de feria, con cinco toros de Palha y un sobrero de Quintana, para Miguel Márquez- Dámaso González y Roberto Domínguez

Por la mansedumbre de los toros, no hubo posibilidad de lucimiento. Sólo el segundo y el cuarto tuvieron faena y Dámaso González y Márquez estuvieron tan voluntariosos como pesados. Los tres espadas terminaron así sus faenas: Márquez. En el primero, estocada corta, delantera y desprendida, rueda de peones y estocada delantera (aviso y silencio). En el cuarto, media desprendida a un tiempo y aviso (aplausos y saludos). González. En el segundo, pinchazo, media pescuecera y caída y descabello (algunas palmas). En el quinto, pinchazo, media delantera y descabello (silencio). Domínguez. En el tercero, estocada volviendo la cara y descabello (algunas palmas). En el sexto, dos pinchazos, media estocada caída y descabello (silencio). Los toros. Ya se ha dicho que fueron mansos de solemnidad. El tercero se devolvió al corral por cojo y el sobrero, de Quintana, no menos manso, se corrió en sexto lugar. Otros factores. Hubo poco más de media entrada. Presidió don Luis Gómez, con general acierto excepto enmateria de avisos: se le retrasó el reloj y perdonó uno a Maquez.

Más información
Tres banderilleros
Esta tarde

Todo lo que puede hacer un manso en un ruedo, desde escarbar hasta negarse a embestir en redondo, pasando por los berridos (yo los llamaría rebuznos), los brincos, las coces, las huidas a tablas, eso hicieron los palhas, ante la desesperación del público, que se aburrió como nunca en la feria, y de los toreros, que no tenían la menor ocasión de lucirse.

Digo mal, porque hubo dos palhas, el segundo y el cuarto, que se pudieron torear. Lo cierto es que ni me acordaría de lo que sucedió en tan propicias ocasiones si no fuera porque tengo las notas a mano. Cuando hay que mirar las notas para refrescar la memoria -es una experiencia infalible- malo: en realidad no había nada que mereciese la pena. Y es cierto: las notas hablan de docenas de derechazos y naturales, rápidos y con el pico. Y de que uno de los toreros, Miguel Márquez, no paró de darlos hasta que el toro no admitió más. Y que ya sin embestida el toro, lo citó ¡cuatro veces! a recibir, suerte que naturalmente no pudo consumar ni en sueños, porque sólo puede matarse recibiendo a los toros que son prontos, menos a los tardos y jamás a los marmolillos.Con estas cosas de la mansedumbre, los primeros tercios resultaron movidos, como es lógico, y ya que los maestros fueron incapaces de recurrir a su ciencia, que se les supone, quienes les suplieron, y en verdad que con auténtica maestría, fueron los subalternos. Chicorro, y Solanito dieron toda una lección de toreo. Si algún mando hubo en él ruedo ese mando fue el suyo. Si hubo lidia esa lidia fue la que ellos Esta tarde acertaron a ejecutar. La pena es que no hay premio de oreja para los subalternos, porque la hubieran ganado, como ganaron y sudaron el sueldo.

Hubo un toro, el que abrió plaza, que parecía burriciego. Iba de largo, de corto no. Se vio en banderillas y se vio en la muleta cuando Márquez le daba mucha distancia y embestía alegre para quedarse al llegar a jurisdicción. O no era burriciego y le paraba la mansedumbre. ¿Qué más da ahora? Ya no tiene remedio: con él empezó una corrida paliza a la que no se veía el fin.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_