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Festival de Cannes

Melodrama, erotismo y política en casi todas las películas

Ángel S. Harguindey

El festival continúa con su ritmo creciente. Francia dedica su atención al bicentenario de los Estados Unidos - viaje de Giscard incluido- y al juicio que comenzó ayer, lunes, contra el doctor Simeoni, líder de la autonomía corsa.La critica francesa acaba de descubrir a una de las estrellas más espectaculares del festival: Ana Torrent, protagonista de cría, cuervos, de Carlos Saura.

«La verdad es que no me divierto mucho, porque si hubiera venido Susana Castejón, me lo pasaría mejor...», nos comentaba Ana.

-¿Por qué, qué harías? .

- Pues jugar en la playa...

Nueve años absolutamente normales y una de las miradas más inquietantes de la cinematografía actual. El nice_matin la señalaba como una de las más firmes candidatas al premio de interpretación femenina.

Si el melodrama irrumpió con Visconti, con Eric Rhomer con tinúa, aunque con distinto tratamiento. Lo que para El inocente resulta un tema esencial en la literatura del XIV en «La marquesa de Von O», sirve de divertimento más o menos sofisticado. Rhomer parece haber superado su afán trascendente para dedicarse a la desmitificación respetuosa. Sin embargo, la auténtica vedette, al menos por el momento, de este Festival sigue siendo Oshima, y su Vempire de sens. Esa tremenda historia de amor en la que inevitablemente surge la muerte, puede convertirse en el gran suceso de la temporada. El erotismo parece alcanzar una de sus cotas más altas. Oshima no concurre a la competición pero puede alardear ya de haber logrado las mayores colas para contemplar su filme. Claudia Cardinale, Taryn Power y quinientas personas más esperaban pacientemente la apertura del local para poder contemplar la película, y ello en la cuarta proyección de la misma.

La política

Si el erotismo y el melodrama ocupan una buena parte de los comentarios, la política llevada directamente al cine, rellena los huecos de las charlas.«La batalla de Chile: el golpe de Estado, segunda parte de la trilogía del realizador chileno Patricio Guzmán es, a nuestro juicio, un empeño discutible. Durante diez meses un equipo reducido filmó día a día los acontecimientos más destacables del Gobierno de la Unidad Popular. El material, excepcional en ocasiones, tiene un gran valor testimonial; sin embargo, el montaje y los comentarios en off esquematizan en exceso los hechos. La película -de la quincena de los realizadores- adopta un aire excesivamente didáctico, de manual político que, creemos va en detrimento del propio material exhibido. El cine siempre ha demostrado su capacidad de análisis. Los manuales parecen buscar exclusivamente la autocomplacencia y en ocasiones, la autoconmiseración.

Por su parte la sociedad de realizadores de filmes ha protestado enérgicamente por la prohibición de exhibir el cartel de la película francesa Canciones sobre la ocupación, película que recoge diversos fragmentos de noticiarios franceses durante el período de ocupación nazi (1941-1944). Cuatro años en París durante los cuales sus habitantes llevaban una vida bastante normal, como era de suponer por otra parte. Fiestas, conciertos públicos multitudinarios, actividad galante de una ciudad que se amoldó a la ocupación. En París tuvo que ser retirada de la sala donde se exhibía a causa de las numerosas amenazas.

En Cannes se pudo proyectar aunque con alguna dificultad. El francés parece estar lejos de poder contemplar parte de su propio pasado. Y ya para terminar señalemos que la tan comentada película de Jaime Camino, Las largas vacaciones del 36, prevista para proyectarse en la sección no competitiva el aire de los tiempos, podría trasladar su estreno al próximo festival de Berlín. Ana Torrent, melodrama, erotismo y política son, de momento, los grandes temas de las tertulias festivaleras.

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