Se consolida la reactivación economíca
El proceso de reactivación de la economía mundial -o, mejor dicho, de las economías industriales- parece consolidarse de forma bastante generalizada. Su dinamismo está incluso desbordando las previsiones de recuperación elaboradas a principios de año.
Estados Unidos, Japón y Alemania son los tres países clave en el proceso de reactivación. Los tres ejercen una gran influencia sobre el comercio y la economía internacionales y Alemania tiene una especial importancia para la evolución de las economías europeas. Pues bien, las noticias que llegan de estas tres economías están caracterizadas por el optimismo: han conseguido dominar sus tasas de inflación en alto grado, sus balanzas de pagos por cuenta corriente registrarán este año importantes excedentes (Estados Unidos, Alemania) o posiciones cercanas al equilibrio (Japón) y sus procesos de recupe ración dan muestras de notoria firmeza, a pesar de la prudencia de la política reactivadora que han venido aplicando.Estados Unidos y Japón fueron las primeras economías industriales en las que, allá por la primavera del pasado año, la recesión empezó a dar paso a los signos iniciales de recuperación. El proceso de ajuste a la baja de los stocks, con el que los empresarios trataron de reaccionar ante la debilitación de las ventas y las crecientes dificultades financieras, desempeñó un papel crucial en la aceptación del proceso de recesión desde el verano de 1974 al primer trimestre de 1975 en ambos países; así que bastó que los empresarios dieran por concluido dicho ajuste para que la demanda y la actividad comenzaran a reaccionar en la primavera pasada. Desde entonces, la reconstitución de stocks y el fortalecimiento paulatino del consum o, con la ayuda de la política fiscal, han impulsado con fuerza el proceso reactivador. En estos momentos, las previsiones de crecimiento real de los productos nacionales respectivos para 1976 son del orden del 7 por 100 en Estados Unidos y del 6 por 100 en Japón. En Alemania, los mecanismos de la reactivaCión han sido análogos, pero ésta. sólo se ha iniciado en los últimos meses del pasado año; desde entonces sinembargo, la actividad ha mostradouna creciente solidez y las previsiones apuntan hacia una tasa de crecimiento real cercana al 6 por 100 para este año.
Si se tienen en cuenta la profundidad de la recesiórípasada y las elevadas tasas de desempleo que aún padecen estas economías ,-especialmente la americana, con un 7,5 por 100 de paro sobre la población activa- se comprende que el ritmo de reactivación que están viviendo es relativamente moderado y que están lejos aún de alcanzar una zona simplemente próxima a su potencial de producción. Esto se debe, en buena medida, a la tirnidez de sus políticas económicas impulsoras, que es atribuible a su vez, al temor de que la inflación pueda levantaar de nuevo la cabeza si la expansión cobra máss intensidad.Este temor domina también a las autoridades de los demás países industriales, cuyas situaciones son bastante menos cómodas que las de las tres economías indicadas, éspecialmente en lo que se refiere a la velocidad del proceso inflacionista. Si se exceptúan las economías de Italia e Inglaterra, aquejadas de problemas especiales -aunque la última está en vias de superarlos tras la moderación de las alzas salariales aceptada por los sindicatos-, los países industriales europeos están registrando también síntomas de una reactivación superior a la prevista, siguiendo las huellas de Alemania, desde los primeros meses del año acitual. Pero esa tendencia a la recuperación está siendo acompañada, en algunos de estos países -como Francia-, de inquietantes tendencias alcistas en los índices de precios.
No hay que pensar, por tanto, que las economías de los países industriales se encuentren en vías de superar con celeridad y sencillez la crisis reciente. Están mejorando claramente sus nivelesde demanda y actividad, pero el próximo auge se inicia desde tasas de inflación muy considerables. En todos ellos tenderán a registrarse, durante los próximos años, ritmos de alza de precios superiores a los que eran habituales en períodos anteriores, y esto llevará a los Gobiernos a moderar el auge y mantener las economías a tasas de paro superiores a las normales en el pasado. Superada la fase de recuperación, los ritmos de crecimiento real de las economías industriales serán probablemente inferiores a los alcanzados, en promedio, durante los diez o quince años anteriores a la crisis -exceptuados Estados Unidos y el grupo de países con buenas perspectivas en el campo del petróleo-. Por otra parte, la inversión en capital productivo fijo -que es el motor del crecimiento a largo plazo- todavía registra una notoria debilidad incluso en los países que se encuentran más avanzados en el proceso de reactivación. La razón es que, como ya hemos dicho, los países industriales, aun descendiendo desde la sima de la recesión, se encuentran todavía distantes de sus productos potenciales y mantienen, en consecuencia, grados considerables de capacidad productiva no utilizada. A medida que ésta vaya siendo absorbida, adquirirá más vigor la inversión industrial; pero esto difícilmente sucederá antes del otoño de este año. Además, las empresas de muchos países están saliendo de la recesión con una estructura financiera muy endeble, como consecuencia de la debilitación de la demanda y del encarecimiento de los costes; en estas condiciones, la intensificación de la inversión planteará problemas financíeros considerables a las empresas.
Las reservas que cabe señalar respecto del actual proceso de reactivación en los países industriales son menores, sin embargo, si se las compara con las dificultades que habrán de afrontar los países en vías de desarrollo no productores de petróleo en los próximos años. Aunque la reactivación de los países industriales tire de las exportaciones de las economías atrasadas, los déficits exteriores de estas son de tal envergadura y sus posibilidades de endeudamiento exterior están tan erizadas de dificultades que inevitablemente impondrán un límite estricto al desarrollo real.
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