Historia de una venganza
Para analizar esta historia una venganza sería preciso dividirla en tres partes como los tres actos de las de comedias clásicas. El primero abarcaría todo su planteamiento, válido en general; el segundo, el nudo o clave del film y el tercero la venganza en sí, incluyendo el desenlace.La primera parte, como se ha dicho, es válida. Su retrato de una ciudad francesa de provincias ocupada durante los últimos días de la segunda guerra mundial por las tropas alemanas, incluso la visión de esta guerra a través de un hospital donde el protagonista trabaja como cirujano, nos hace esperar una película de cierta entidad a juzgar por sus calidades formales. Sin embargo, cuando el drama llena de improvisto en una escena inhábil, en absoluto convincente, esa misma historia comienza a hacer agua para, en la tercera parte, irse a pique definitivamente. El espectador ha visto ya antes, y después de Peckinpah, demasiada falsa hemoglobina sobre demasiados falsos cadáveres.
El viejo fusil
Guión, Pascal Jardin y Robert Enrico. Intérpretes, Romy Sneiders, Philippe Noiret, Jean Bouise, Madeleine Ozeray. Dramático. Francia. 1975. Local de estreno: Cine Amaya.
La transformación del pacífico cirujano en vengador de su familia, su decisión de tomar ese viejo fusil, que es viejo pero no fusil sino escopeta, sus aventuras a la caza de alemanes, no son ajenos y, en ocasiones, alzan murmullos entre el público, no de aprobación precisamente. Y es que resulta difícil alargar esa tercera parte hasta casi una hora, aunque los soldados alemanes, según suele acontecer en estos casos, se porten como verdaderos amateurs de Ia guerra. Esta hora se ha rellenado con una serie de saltos atrás con la acción, en su mayor parte insertos a capricho y a través de los cuales se nos explica la diferencia entre los perdigones y las postas, la historia del cirujano y su mujer, quien no se sabe bien que no es de interés bastante discutible. Es curioso que en este cine de calidad asiduamente practicado por algunos realizadores franceses, la calidad se refiera a valores más bien superficiales. La fotografía suele ser aplicable como la música; incluidos músicos y actores y su dirección llegan a alcanzar cierto nivel dentro de lo que el guión les permite. El director, por su parte, cumple con su oficio y buen gusto y en eso queda la calidad salvo cuando a la vez, como en este caso, es también coautor del argumento.
Este cirujano, especie de supermán civil no nos convence ni en sus artes bélicas, ni en el amor con su bella mujer, quien no sabe bien qué secretos encantos ha encontrado en el hogar de donde huyera la primera. La interpretación, dentro de los límites ya apuntados, es buena por parte de Philippe Noiret y Romy Schneider a quien el tiempo ha ennoblecido no sólo el rostro sino también el arte.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.