El Papa condena a los cristianos pro comunistas
El Papa Pablo VI deploró ayer públicamente que creyentes cristianos se presentasen como candidatos independientes en las listas del Partido Comunista, para las elecciones legislativas italianas del próximo 20 de junio. Con sus palabras, pronunciadas en una audiencia general, el jefe de la Iglesia Católica, se suma a las preocupaciones manifestadas en los últimos días por altos representantes de la jerarquía eclesiástica italiana sobre los decisivos comicios que se avecinan.La historia de la polémica es simple. El órgano del Partido Comunista, L' Unitá, ha anunciado oficialmente que en las listas comunistas se presentarán como candidatos independientes ilustres nombres de la inteligencia católica: el profesor de Historia del Cristianismo en Roma, Paolo Brezzi; el periodista Raniero la Valle; Angelo Romano; Mario Gozzini y Piero Pratesi.
Paralelamente a la nota publicada por la Conferencia Episcopal italiana prohibiendo adherirse a sistemas ideológicos que se oponen a la fe, Pablo VI estuvo alusivo, pero claro. La contestación, según el Papa, se ha hecho costumbre, la infidelidad se ha convertido en casi afirmación de libertad.
Los vaticanistas tienen muy en cuenta los diversos instrumentos de expresión que usa el Papa. Cuando hace alusiones en una audiencia y el Osservatore Romano calla, quiere decir que se trata del desahogo de una preocupación pastoral a veces simplemente personal. Cuando el diario vaticano -que padece una crisis económica crónica- interviene, quiere, decir que la preocupación del Papa ha sido filtrada a través de directrices de la Secretaría de Estado y otros órganos de la Curia.
Esta vez se ha verificado la segunda hipótesis porque ayer el Osservatore Romano publicó una larga y severa réplica anónima, editorial, a la declaración conjunta que el miércoles habían difundido los católicos del disenso.
Estos habían reiterado que su «adhesión a una candidatura comunista no implica una adhesión ideológica».
La nota del Osservatore Romano de esta tarde habla explícitamente de traición y escándalo, de un absurdo contra, el buen sentido. «Los principios, la concepción del hombre y de la sociedad del Partido Comunista son incompatibles con el Cristianismo».
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