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Ciencia

Cada año se producen un millón de pequeños terremotos

Con ocasión del reciente terremoto de Italia, vuelven a escucharse en Europa las teorías científicas que intentan explicar el origen de los seismos. Una de ellas acaba de ser relanzada por geólogos suizos. Según esta hipótesis, lo sucedido hace unos días habría sido un choque entre profundos bloques o placas de la corteza terrestre, cosa que sucede con mayor o menor intensidad un millón de veces al año.Los geólogos suizos recuerdan que «todos los años hay por lo menos diez seismos que provocan la muerte de unas quince mil personas. La inmovilidad del suelo es una ilusión. Cada año se producen estadísticamente un millón de temblores menores, o sea uno cada treinta segundos aproximadamente».

Existen seísmos de hundimiento producidos por la súbita rotura de ciertas cavidades del subsuelo. Este tipo de fenómeno suele ser intenso pero afecta a pequeñas superficies.

Otros seísmos tienen un origen volcánico; acompañan las erupciones y se explican como golpes producidos por los gases ante las obstrucciones que encuentran en su camino.

Los seísmos más importantes son los de origen tectónico. Es aquí donde más se enfrentan las teorías interpretativas. Se explican como reajustes del equilibrio de la corteza terrestre. Algo similar al equilibrio de trozos de hielo sobre la superficie del agua, que se fundiesen o se volviesen a congelar produciendo con ello movimientos en la superficie.

En el caso del reciente terremoto, un mosaico de placas o capas, geológicas, entre Europa o Africa, estaría siendo sometido a enormes presiones y una de las placas, la adriática, que soporta la costa que lleva su nombre, habría crujido provocando las sacudidas sísmicas de días pasados.

La hipótesis de la deriva de los continentes, enunciada en 1912 por el alemán Wagner, explicaría esos choques entre unos trozos y otros de la corteza. Los geólogos suizos que acaban de emitir su informe opinan que materias radioactivas existentes a gran profundidad liberan tal calor, que ablanda las rocas internas en ciertos puntos de la tierra. Esta energía térmica producida en dichas zonas pone en movimiento las capas más superficiales y así se explican los viajes a la deriva de las placas de la corteza así como los choques entre ellas. Una cohesión de este tipo habría producido la catástrofe italiana.

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