Kissinger trata temas africanos en París
En vísperas del viaje del presidente francés, señor Giscard D'Estaing, a los Estados Unidos, las relaciones entre los dos países «nunca fueron tan buenas», afirmó el señor Kissinger, jefe de la diplomacia de laCasa Blanca, a las puertas del palacio del Elíseo.
El secretario de Estado, salía de un largo desayuno de hora y media, con el presidente galo.
El señor Kissinger hizo escala en París, de vuelta de su primer viaje al Africa negra, nuevo foco de tensión, con los dos supergrandes cara a cara. Su paso por París tuvo por objeto «consultar» a dos personajes ligados a esta región del mundo: el presidente francés y el de Costa de Marfil, señor Houphuet Boingny, que terminó ayer su visita oficial a Francia. La política de cooperación de París con los países francófonos, aunque imperfecta, le concede la posibilidad de ser consultado al señor Giscard D'Estaing.
Al final de la entrevista, Kissinger afirmó que el presidente le expresó su opinión sobre la cuestión africana, «muy útil», al mismo tiempo que abordaron el problema del Líbano, del que París y Washington tienen «una visión paralela».
Ayer por la mañana, antes de abandonar París, el secretario de Estado, «consultó» al presidente de Costa de Marfil, que no quiere «un nuevo Vietnam en Africa» y que parece le advirtió a Kissinger: «de ninguna manera debe producirse en nuestro continente la guerra de bloques», El señor Houphuet Boigny, también trató estos días sobre el problema africano y la «amenaza soviética», con el señor Giscard.
Interrogado sobre la posibilidad de un conflicto soviético-américano, evocado anteayer por los dirigentes chinos, con motivo de la visita a Pekín del secretario del Foreign Office, señor Crossland, Kissinger opinó que «las dos potencias tienen responsabilidades particulares ante el mundo y nadie, en nuestros países, tiene derecho, a hablar de guerra nuclear.
Oficialmente no se dice nada, pero nadie duda aquí que el desayuno a la americana, Kissinger-Giscard, ha dado lugar a un importante intercambio de opiniones sobre el tema del día en Occidente, y en Moscú, también: el eurocomunismo, con la eventual llegada al poder de las izquierdas.
Kissinger se ha manifestado evasivo, al respecto, con la Prensa, asegurando no quiere mezclarse en asuntos internos de otros países, aunque se reconoce el derecho de «expresar sus convencimientos".
Los comunistas galos, que hoy critican severamente al primer ministro polaco, también de visita en París, desmarcándose aún más del bloque soviético, no perdonan tampoco al secretario de Estado americano, y, aprovechando su paso por París, denuncian «la política de intimidación y de dominación» de los americanos respecto a Europa.
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