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Crítica:TELEVISION
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El mito Rodríguez de la Fuente

Imaginarse una programación de RTVE sin Félix Rodríguez de la Fuente es uno de los pocos pensamientos imposibles que todavía puedan darse. Algo así como representarse a la cultura castellana desprovista de El Quijote, o al reformismo sin Fraga, o a los USA sin Kissinger, o al Real Madrid sin Bernabéu o al premio Nobel sin Solyenistsyn. Un arduo ejercicio mental que acaso no esté al alcance de todos los españoles. Personalmente soy incapaz de incurrir en tal suerte de metafísica televisual y prefiero interpretar la ausencia de Félix como un breve paréntesis. Un mero eclipse parcial de una figura esencial en la constelación de Prado del Rey: el Oso Mayor.Pero la dura realidad es que Félix ya no está entre nosotros y que su reciente despedida en «El hombre y la tierra» ha causado un profundo impacto en el telespectorado. Primera consecuencia: los paneles van a acusar el hecho. Por mucho que gusten «Un, dos, tres ... », los payasos o la rentable Niña de las Nevadas Montañas, s.a., no va a ser igual que antes, y la audiencia disminuirá, y a ver a quién le van a dar ahora los premios televisuales y todo ese etcétera al que nos tiene acostumbrados este curioso ex-dentista santanderino.

RTVE se queda sin mitos. En ocasiones, por caza de brujas: Amestoy, los cantautores de moda y Gala. En otras, porque la resistencia tiene unos límites y las filmaciones, mientras no se demuestre lo contrario, son finitas.

Hubo un tiempo no muy lejano en que, entre Félix y Gala, estuvo a punto de cristalizar una de esas oposiciones paradigmáticas que para sí las quisieran las televisiones enemigas. Estos dos personajes, mejor dicho, estos dos animales televisuales, resumían con perfección dos distintos modos de estar ante las cámaras. Un par de arque tipos que hubiera dado juego hasta en los mismísimos diálogos platónicos.

Félix era un hombre-Naturaleza. Gala, un hombre-Cultura. El eterno binomio de la Occidentalidad. Rodríguez de la Fuente representaba el machismo, el exotismo, el aventurerismo, el tarzanismo y el etnologismo. Por el contrario, Gala encarnaba la ambigüedad, lo libresco, lo culto, lo artístico, lo intelectual y lo civilizado. Uno andaba entre la Barbarie y el otro entre la Historia. El ex-dentista salvaba a los animales de la extinción; el escritor desempeñaba la misma tarea con los retazos de nuestra memoria que estaban en el mismo peligro.

Por hache y por be, o sea, por censura y por agotamiento, RTVE ha prescindido de estos dos exóticos mitos y ahora a ver cómo se las va a arreglar de aquí al referéndum para que el personal no se aburra demasiado y le dé por meterse en camisa de once varas, que le siguen diciendo los del Poder a eso de la politiquería inorgánica.

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