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Ola de atentados autonomistas en Córcega

Los dieciséis atentados producidos en la madrugada de ayer en Córcega, reivindicados por movimientos de «liberación nacional», hacen temer una nueva etapa de violencia en la isla. No hubo víctimas, pero los destrozos son considerables. En Marsella, la puerta principal del Palacio de Justicia fue destrozada anoche por un explosivo, también reivindicado por el «Frente Nacional de Liberación de Córcega», nuevo grupo activista con sede en la isla.

La última llamarada de contestación y violencias tuvo lugar la noche de San Silvestre del año pasado, pero fue hace ocho meses cuando el «problema corso» se desbordó hasta el límite de la guerra civil. Entonces, tras los sangrientos acontecimientos de Aleria, con la muerte de dos policías, fue encarcelado el doctor Simeoni, líder del ARC (Acción para el Renacimiento de Córcega), movimiento autonomista que fue disuelto por las autoridades.El anuncio del juicio de Simeoni, para el próximo día 17, pudiera tener relación, según algunos observadores, con esta serie de atentados. El líder más popular de Córcega acaba de publicar en la prensa un llamamiento, subrayando que su proceso y el de sus compañeros «es el proceso del pueblo corso colonizado».

Pero, en este momento, existen cuatro movimientos autorizados, partidarios de la autonomía: la Asociación de Patriotas Corsos (APC) -de reciente creación -y que ha sustituido al ARC prohibido por la metrópoli-, el Partido del Pueblo Corso por la Autonomía (PPCA) -de tendencia socialista-, el Front Corsu -creado hace dos meses- y un grupo, reducido, izquierdista, llamado Partido Corso por el Socialismo.

El resto de los partidos, que reclaman la independencia, son clandestinos: Frente Campesino Corso de Liberación, disuelto por el gobierno, Justicia Paolina, Comité de Liberación Nacional, Ejército Revolucionario Corso, Comandos Revolucionarios y, por fin, el Frente Nacional de Liberación, que acaba de nacer y parece destinado a absorber la mayor parte de estos grupos clandestinos.

El gobierno, a juicio de personalidades corsas de tendencias diversas, da la impresión de no «sentir» la isla. El obispo de Ajaccio, monseñor Jean Charles Thomas, declaró ayer que de no dar a los corsos la posibilidad de «ser franceses a su manera, las consecuencias podrían ser muy graves».

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