España, una fábrica de talentos en taekwondo

En uno de los apartamentos de la Villa Olímpica hay alguien que cada mañana se despierta exclamando: “¡madre mía, madre mía dónde estoy!”. Es Adriana Cerezo, 17 años, la más joven del equipo olímpico de taekwondo español que buscará a partir de este sábado superar el botín de medallas que se cosecharon en Londres 2012 (tres; en Río fueron dos). La taekwondista de Alcalá de Henares compite en -49 kg, Adrián Vicente en -58 kg (también debuta este sábado), Javier Pérez Polo lo hará el domingo en -68 kg y Raúl Martínez, el capitán, el lunes en -80kg. España nunca había clasificado a cuatro deportistas para unos Juegos desde que el taekwondo debutó en Sidney 2000. Y nunca, además, había conseguido clasificar a tres de manera directa (por ránking, Pérez Polo, Vicente y Martínez). Es algo que está al alcance sólo de las potencias mundiales de este deporte. España es una fábrica de talentos en taekwondo: hace buena captación y tiene entrenadores muy formados en los centros de alto rendimiento y de tecnificación. Así ha conseguido cinco metales en los Juegos.

Adriana, a diferencia de sus compañeros, consiguió el billete tras ganar el preolímpico el pasado mes de mayo. Algo que 12 meses antes ni siquiera alcanzaba a imaginar, ella que acababa de debutar en categoría absoluta. La foto de la celebración por ganar la plaza la tiene de fondo de pantalla del móvil. Y la enseña feliz: “Es que mira, mira cómo se me hincha la vena del grito que pegué. En Tokio me va a explotar”, cuenta. Es un torbellino. En abril, en su primer Europeo en categoría absoluta, fue oro.

Nacida en Alcalá de Henares, es la pipiola del grupo, pero en desparpajo les gana a todos. No se achanta ni cuando se le pregunta cómo vive la presión de ser una de las candidatas a las medallas. “El problema sería que no hubiera expectativas y todo el mundo esperase que cayera en primera ronda, eso sí me pondría nerviosa. El que la gente tenga ilusión por ti es algo increíble. Este equipo puede hacer cosas muy grandes y, aunque este deporte es un poco lotería y puedes irte perfectamente a casa a la primera, eso no quita que vamos a por el oro. Ya habrá tiempo para conformarse, pero ahora no, ahora hay que ir a por todas y pensar en que hemos estado trabajando para disfrutar de este momento, porque es nuestro momento”, dice.

España consiguió su primera medalla olímpica en taekwondo en Sidney 2000, la plata de Gabriel Esparza. Doce años después, a los Juegos de Londres 2012 acudió con tres deportistas y cosechó tres medallas (Joel González, Nico García y Brigitte Yagüe); en Río también compitieron tres y se consiguieron dos metales (Joel González y Eva Calvo).

En Tokio las opciones se multiplican. Miguel Ángel Herranz, técnico de la selección en este ciclo olímpico, dice que no se plantean objetivos comparativos. “Hemos llegado aquí con cuatro deportistas de primerísimo nivel y los cuatro tienen opción de medalla”. El nuevo sistema de clasificación, por ránking olímpico, premia la regularidad –hasta Londres los billetes para los Juegos se repartían en torneos preolímpicos- y la regularidad requiere estar en los cinco primeros puestos de cada categoría de peso durante todo el ciclo olímpico. Con todo lo que eso conlleva: temporadas extremadamente exigentes de 10 a 12 torneos al año.

“Si no aportas, te apartas”

El equipo, que estuvo concentrado en Murcia durante un mes antes de volar a Japón, transmite buen rollo por cada esquina. Javier Pérez Polo, madrileño de 24 años y subcampeón del mundo en 2019, lo resume así: “Es un grupo de buena gente, llevamos juntos la pera de años. El grupo está hecho, el que llegue nuevo, al encontrarse esto, lo tienen más fácil”. Cuentan, además, con la experiencia de Raúl Martínez, 30 años, el capitán: “Los veteranos tenemos mucho que ver con ese buen rollo. Los nuevos llegan y se adaptan y amoldan a lo que hay. Pero también creo que tiene mucho que ver Maikel [Herranz, el técnico] en esto. Sabe gestionar muy bien el grupo: da libertad, aprieta cuando tiene que hacerlo, sabe qué comentarios hacer a cada uno según el momento, sabe de quién puede tirar más. Nos pregunta, delega y, lo más importante, nos trata a todos por igual”.

Los tres (Adriana no está en el Centro de Alto Rendimiento, se entrena en el Hankuk de San Sebastián de los Reyes) recuerdan como si fuera ayer la primera charla con Maikel el día que pisó la sala de taekwondo del CAR. “Nos dijo: no estamos aquí ni para vivir, ni para hacer amigos, ni para estar mirando por la ventana a las chicas de atletismo. Si no aportas, te apartas. Se implica mucho porque cuenta o da por hecho que tú vas a dar el cien por cien”.

La entrega es lo que más valora el técnico y asegura que se ha conseguido y que el ránking olímpico es una prueba de ello. A diferencia de otros campeonatos importantes donde todos los taekwondistas suelen competir el mismo día o con un día de diferencia, aquí no dará una charla de grupo. “Me centraré más en cada uno de ellos a nivel individual desde el desayuno, concienciándoles sobre lo que venimos hablando en las últimas semanas: que tienen un nivel excelente y que aquí sólo tienen que refrendarlo”.

En el último Europeo disputado en abril, España cosechó ocho medallas, cuatro de ellas en los pesos olímpicos (oro de Cerezo, plata de Vicente, bronce de Martínez y Pérez Polo). Como dice Adriana, la joven del grupo, este es su momento.

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