Joel González: “De niño soñaba con la felicidad, no sé rendirme”
El español, oro en Londres y bronce en Río, dice que el taekwondo le cambió la vida y reflexiona sobre el dolor y su capacidad de luchar
Es la una y media de la tarde del viernes en la Villa Olímpica. Hace calor y sigue habiendo colas para el McDonald's. El campo de beach volley, bajo la solana, está desierto. Las tumbonas a la sombra, casi todas ocupadas. Joel González se sienta en una de las pocas que quedan libres. Respira feliz. Lleva su medalla de bronce, vaquero y cara de sueño. “He dormido una hora. Íbamos a tomar una cerveza y al final fueron dos, tres y más…Y eso que salí con el chándal de la ceremonia puesto y sin ducharme”, cuenta. Su cena, dos cachos de pizza. “A la una y media de la noche ya no quedaba nada abierto”. Dice, a sus 26 años, que sintió mucho la presión por haber ganado el oro en Londres y tener que conseguir otra medalla. Joel, que viene de un compromiso en Copacabana duda si, después de la entrevista, irse directo a dormir o pasarse a ver la marcha.
Pregunta. ¿Quién es Joel González?
Respuesta. Una persona que cuando se pone un objetivo lucha cien por cien para conseguirlo, que le encanta estar rodeado de gente que le aprecia y que cuando realmente siente algo, da el cien por cien.
P. ¿Cómo se ganan dos medallas olímpicas?
R. Es complicado. En Londres fue la guinda al pastel que me faltaba porque llevaba un ciclo muy bueno y esta ha sido un premio a la superación. De estar en lo más abajo que puedes estar, ir remontando poco a poco y hasta demostrarte a ti mismo que por muchas piedras que te encuentres en el camino siempre sale la luz
P. Sí ha sido el bronce de la superación.
R. Seguramente. No sé cuál de las dos medallas me hizo más ilusión, pero esta me ha hecho mucha. Me he demostrado a mí mismo que aun estando mal, si te lo propones y luchas puedes hacer grandes cosas.
P. ¿Soñó con algo anoche?
R. No me dio tiempo, sólo pensé: ojalá duerma mucho rato pero a las 8.30 tenía que estar en pie.
P. ¿Qué soñaba cuando eras niño?
R. No he sido mucho de soñar, pero de niño soñaba con la felicidad. Me gusta estar en sitios especiales rodeado de gente especial. Estoy encaminando bien mi vida porque me rodeo de gente que me quiere muchísimo y daría todo por mí, y yo igual por ellos.
P. ¿Qué sueños le quedan por cumplir?
R. Ahora es complicado eh… Veremos lo que pasará en el futuro porque ahora no tengo ni idea. De momento quiero descansar un poco y volver a espabilarme y estar bien. Sobre todo físicamente porque me encuentro un poco dañado por todos los lados. No quiero retirarme ahora, quiero por lo menos llegar al Mundial del año que viene y a partir de ahí iremos viendo.
Me he demostrado a mí mismo que aun estando mal, si te lo propones y luchas puedes hacer grandes cosas"
P. ¿Qué se le paso por la cabeza cuando ganó el combate del bronce?
R. Lo último que pensé cuando salí a por el bronce fue: quizás esta va a ser tu última pelea en unos Juegos, disfrútala, y si la ganas la ganas y si no, no. Y lo primero que pensé cuando gané, aunque parezca mentira, fue: los terceros serán recordados, los quintos serán olvidados. Y por suerte y por hacer una buena táctica fui tercero.
P. Antes de luchar por el oro en Londres pensó: me merezco hoy que todo el mundo reconozca el buen trabajo que hice. ¿Aquí en Río qué pensó?
R. Viéndolo desde la distancia hice un ciclo olímpico bastante bueno, plata mundial y bronce europeo [en medio de dos graves lesiones]. Quise ir combate a combate sin pensar en nada, sólo en disfrutar y pasármelo bien. Sabía que, lamentablemente, si no conseguía una medalla, todo el trabajo hecho estos cuatro años iba a quedarse en el olvido.
P. Toni Toledo, su entrenador, dijo ayer que en los últimos meses le vio irse cabizbajo muchos días de los entrenamientos.
R. Es complicado ir a los campeonatos, ver que te están superando cuando antes no lo hacían, ver que quieres llevar una forma de combate que hacías anteriormente y que ahora no puedes, ver que estratégicamente lo que piensas es lo correcto pero no puedes ejecutarlo… Es muy difícil asimilar todo esto. Toni lo veía y yo a veces le engañaba, le decía: estoy muy bien. Pero él sabía lo que había y lo que pasaba con la rodilla. A veces me dolía un día, luego paraba dos y ya no es por el dolor es que la sensación que tenía era que se me paralizaba la pierna, no podía hacer la acción que yo quería. Si es un dolor sin más no pasa nada, te vendas, le echas frío, haces un combate, chutas y ya está. Pero es que cuando no puedes forzar la pierna empiezan los problemas. Y Toni lo ha vivido todo.
No quiero retirarme ahora, quiero por lo menos llegar al Mundial del año que viene y a partir de ahí iremos viendo"
P. ¿Dónde sacó la fuerza para luchar contra la enésima lesión?
R. Sin querer soy muy cabezón y cuando me pongo una meta quiero luchar por ella, no sé rendirme, soy incapaz de decirme: mira ya lo he ganado todo, me paro. No puedo, tengo que cerrar un ciclo, cuando abro un libro tengo que cerrarlo, no puedo dejarlo a medias. Mis padres tienen mucha culpa de ello.
P. ¿Por qué?
R. Desde pequeño me enseñaron que las cosas que se empiezan hay que terminarlas. Recuerdo que un año que jugaba al fútbol quise cambiarme a taekwondo y me dijeron que no, que primero terminara la temporada del fútbol y ya entonces sí podía cambiarme. También quería dejar la ESO y no me lo permitieron. Fue una enseñanza, los ciclos tienen que acabar, no puedes irte a medio camino porque el que sale perdiendo eres tú.
P. Si en diciembre, con los alerones de la rótula rotos y el cartílago lesionado le hubiesen dicho que estaría en el podio de Río ¿qué habría contestado?
R. Mentalmente quería y optaba por el oro. Me auto engañaba y me veía yendo a por todas. Y mira, al final tampoco he estado tan lejos.
P. ¿Cómo se aprende a convivir con el dolor?
R. Es muy complicado. Muchos días subía a la habitación y decía: para hacer esto prefiero dejarlo porque lo estoy pasando hasta mal, no estoy disfrutando de lo que a mí me gusta, cada combate es un suplicio. No me gusta decepcionar a la gente y cuando no terminaba un entrenamiento bien o tenía que pararlo en la mitad, le pedía perdón a Toni. Son cosas que duelen, ya no físicamente sino mentalmente.
P. ¿Qué es lo que más deteriora a un deportista?
R. El desgaste que te producen las lesiones.
P. ¿Y lo que más le hace feliz?
R. Conseguir las metas que se propone, da igual las que sean. Me acuerdo un día que Toni me dijo: estoy feliz porque has ganado tres combates, algo que antes era lo habitual. Me iba con la sonrisa, gané un oro olímpico y me motivaban estas pequeñas cosas. En el combate por el bronce Toni me dijo una frase que se me va a quedar grabada: al final a la gente buena le pasan cosas buenas. Es un cacho-pan, me alegro tan por mí como por él.
En el combate por el bronce Toni me dijo una frase que se me va a quedar grabada: al final a la gente buena le pasan cosas buenas"
P. Me dijo en marzo que las lesiones le habían enseñado a confiar en los demás. ¿Usted qué has enseñado a los demás?
R. Aunque esté mal decirlo sé que soy un referente para mucha gente que está en el CAR, sobre todo en mi deporte, sé que han visto que se puede luchar estando realmente muy jodido y me lo dicen. Es bonito que gente de 17-18 años ya valore todo eso y vea que el sacrificio está ahí, que puedes perder un combate pero que al día siguiente vas a luchar a tope, ver que aun estando jodido y saliendo del fisio eres el primero que se pone a correr. Motivación y esfuerzo es lo que creo que he enseñado.
P. ¿Qué le ha dado el taekwondo?
R. Todo. Me ha enseñado a vivir la vida de una forma distinta, a involucrarte en las cosas si quieres conseguirlas. Me ha hecho centrarme muchísimo, me ha hecho terminar una carrera en criminología.
P. ¿Antes no estaba centrado?
R. No, era un poco bala perdida, no pensaba tanto en las consecuencias de las cosas que hacía. El taekwondo me enseñó una filosofía de vida. Mis padres firmaban con que acabara la ESO y al final tengo una carrera y un master. Y yo sé que es por el taekwondo, me enseñó que el sacrificio es lo que importa.
P. ¿Lo primero que hará cuando llegue a España?
R. Irme a mi casa, a mi pueblo, desconectar, estar con mis amigos, sentarme en una terracita y tomarme una cerveza fría.
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