El Olympique de Marsella, el hervidero de la abuela Colette
El primer rival del Real Madrid en Champions es un club de extremos marcado por la pasión de una grada influyente en las decisiones del día a día


Colette Cataldo, de 84 años, sigue ocupando cada partido la parte central de la curva norte del ondulante Vélodrome de Marsella. Después de cumplir los 50, fundó uno de los seis grandes grupos ultras (Dodgers) que abarrotan los dos fondos y allí sigue, como una celebridad local. Los jóvenes le piden selfis, ella se enorgullece de tener el teléfono de todos los presidentes del club de las últimas décadas, y su reconocimiento se extiende por las calles y lo bendicen las instituciones. Colette Cataldo fue una de las portadoras de la antorcha olímpica a su paso por la segunda ciudad más poblada del país. Sus hijas, nietos y demás familia política se encargan ahora del día a día del colectivo de aficionados que ella impulsó, pero no hay nadie que llegue al Olympique de Marsella con un cargo de responsabilidad que, quiera o no, antes o después, no tenga un encuentro con “la abuela Colette”, al igual que con el resto de líderes ultras. Hasta el alcalde, el socialista Benoit Payan, ha compartido entusiasmado grada y cánticos con el grupo más numeroso del estadio (South Winners), enfrente de Colette.
À 80 ans, Colette est l'une des plus anciennes supportrices de l'OM. Elle a même fondé son propre club de supporters qui compte aujourd'hui plus de 3200 adhérents, les @omdodgers92. Brut l'a suivie au stade Vélodrome.
— Brut FR (@brutofficiel) December 9, 2021
Pendant ce temps-là, à Marseille... pic.twitter.com/VyWaoCCoXf
Así funcionan las tripas del primer rival del Real Madrid en Champions (21.00, Movistar, en el Bernabéu), una entidad de extremos, pasional, inestable por naturaleza y orgullosa de la influencia de la grada en las decisiones del club dentro de una ciudad con una identidad muy marcada, caracterizada por su elevada población magrebí, lo que ha terminado convirtiendo también al equipo en un símbolo para todos los inmigrantes de Francia, sobre todo de los barrios más pobres. Una fusión equipo-ciudad tan especial que es el equipo el que tiene una ciudad, y no al revés.
“Cuando vinieron a buscarme”, introduce Andoni Zubizarreta, que fue su director deportivo entre 2016 y 2020, “me gustaba su alma de fútbol y estuve cuatro años de maravilla. En la euforia, es increíble porque te llevan súper arriba. Pero cuando caes, es muy duro. La ciudad tiene esa cosa oscura del Mediterráneo, en la que todo es un desastre. Hay que acostumbrarse a navegar en esos extremos. Es una ciudad con muchas ciudades dentro, muchas culturas, muchas contradicciones… Lo que les une es el Vélodrome, una caldera de pasión. Si sale bien, es tremendo. Pero si sale mal, esa pasión es incontrolable”, explica.
Es una ciudad con muchas ciudades dentro, muchas culturas. Lo que les une es el Vélodrome, una caldera de pasión. Cuando va bien, es tremendo. Pero si va mal, esa pasión es incontrolableAndoni Zubizarreta, ex director deportivo del club
La parte mala la conoció en 2023 Marcelino García Toral, que solo duró siete partidos. Los ultras invadieron la ciudad deportiva, pidieron la salida del presidente, el español Pablo Longoria, y quien acabó dimitiendo fue el técnico, que había ido allí por su amistad con el dirigente. “Estuve 20 años como entrenador, y casi 20 como jugador, y nunca había visto nada igual. Y no creo que vuelva a verlo. Al menos, eso espero”, aseguró después en L’Equipe. Dos años antes, otro acto de sabotaje de los radicales, que fue comparado por el dueño estadounidense Frank McCourt con el asalto al Capitolio de los partidarios de Donald Trump, había derivado en la salida de la presidencia de Jacques-Henri Eyraud y el ascenso de Longoria, un avispado ovetense (39 años) que empezó colaborando con medios, analizando jóvenes jugadores y asesorando a clubes.
En esos incidentes de 2021 estaba el central Álvaro González. “Siempre lo cuento como una anécdota. Te viene mucha gente de frente y no sabes qué puede pasar. Hay líneas que en otros sitios no se saltan, pero allí se ve como algo más normal. Limpiaron todo lo que encontraron. Al final, los capitanes tuvimos que hablar”, comenta el defensa, ahora del Tenerife, que, pese a todo, recuerda con una sonrisa sus tres temporadas en el Vélodrome (2019-22). “Es uno de los clubes que más me ha marcado. Son muy pasionales y yo siento el fútbol de esa manera. No puedes relajarte. El día a día es muy intenso. Yo llevaba uno o dos años, y me parecía que llevaba 20”, apunta por teléfono.
El día a día es muy intenso. Llevaba uno o dos años, y me parecía que llevaba 20Álvaro González, exjugador del Marsella
“Sé que este club es difícil, pero eso es lo que me atrajo del Marsella”, afirmó el actual entrenador, Roberto de Zerbi, cuando llegó al banquillo de un equipo que no gana la Liga desde 2010 y que en la última década ha tenido 12 técnicos. Los tiempos de gloria a finales de los ochenta y principios de los noventa, con cuatro campeonatos seguidos más la Copa de Europa del 93, quedan lejos y también bajo sospecha, después de que le descendieran a Segunda por amaño de partidos y soborno a rivales. Eso ocurrió bajo el mandato de Bernard Tapie, el presidente -además de ex cantante, actor, presentador y político-, al que nunca le faltan flores en la tumba. Un pasado de títulos que, a pesar de todos los asteriscos, ha inflado el pecho de los aficionados porque, hasta el pasado mayo con el PSG, era el único club de Francia en levantar una Champions. Un trofeo que también alzó Depé, uno de sus ultras más venerados, fallecido con 28 años, a quien Tapie le concedió ese honor en una de las imágenes más icónicas para una hinchada que agrupa bajo la misma lona a los integrantes más radicalizados y, simplemente, a los más animosos.
“Toda la grada tiene ese punto de orgullo de lo diferente”, señala Zubizarreta. “Marsella es el hijo travieso de Francia, el que dice cosas que otros no se atreven. En el campo, los aficionados quieren un equipo transgresor, que sude la camiseta, pero a la vez les gustan los jugadores creativos, que también pueden sudar menos. En realidad, lo que piden es sentirse representados”, añade el ex director deportivo. “En Francia, son amados u odiados”, resume Álvaro González.
J31 OM-Brest
— South Winners 1987 (@Winners1987) April 27, 2025
Hommage 🕊️
"Je viens à Marseille pas en France"
Merci Pape François. 🧡 pic.twitter.com/6Dj6WIKFSE
Un destino singular, lugar de nacimiento de Zinedine Zidane, que marca distancias con el resto del país y que, aunque cuenta con una alta población magrebí, homenajeó al papa Francisco tras su muerte con una gran imagen suya y una frase que pronunció en un viaje a la ciudad: “Vengo a Marsella, no a Francia”.
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