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Historia de una trama mal avenida: “Rubiales está como una puta cabra”

Las escuchas incorporadas al sumario de la Operación Brodie revelan los recelos y reproches surgidos entre los presuntos implicados tras abandonar el exfutbolista la presidencia de la RFEF

Luis Rubiales
El expresidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) Luis Rubiales, en una comparecencia en la Audiencia Nacional en septiembre.Sergio Pérez (EFE)

Pasaban un par de minutos de las ocho y media de la tarde del 25 de enero cuando el abogado Tomás González Cueto, que entonces aún era asesor jurídico externo de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), telefoneó a una mujer llamada Sandra. González Cueto, que desconocía que la Guardia Civil había intervenido unos días antes sus comunicaciones dentro de la Operación Brodie, se sinceraba con su interlocutora y cargaba contra el entonces ya expresidente del organismo Luis Rubiales, del que había sido su mano derecha durante años.

González Cueto. Este cuando va por ahí, lo único que quiere es dar palos. No se ha planteado trabajar, sino dar palos... pero no de 15 o 20.000 euros, sino de 200.000 para arriba, ¿sabes?, porque dice que él necesita 100.000 euros al mes. Es que dice unas cosas. De verdad, está como una puta cabra.

Sandra. Bueno, yo te lo dije desde el principio, a mí nunca me ha gustado este hombre.

Menos de dos meses después de esa conversación, el 20 de marzo, la Unidad Central Operativa (UCO) detenía a González Cueto en un operativo que ya suma nueve arrestos ―entre ellos el de Rubiales, el miércoles en el aeropuerto Adolfo Suárez de Madrid tras aterrizar procedente de la República Dominicana― y media docena de investigados más. La titular del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción 4 de Majadahonda (Madrid), Delia Rodrigo, los investiga como presuntos integrantes de una trama que supuestamente saqueó la RFEF durante la presidencia de Rubiales (2018-2023) mediante el presunto amaño de contratos, entre ellos el de la remodelación del estadio de La Cartuja de Sevilla, ejecutada en 2021, o el que ha llevado los partidos de la Supercopa de España a Arabia Saudí. Durante la investigación, las escuchas revelaron que los presuntos implicados, una vez que Rubiales dimitió el 10 de septiembre tras ser encausado por el beso no consentido a Jennifer Hermoso, eran en realidad un grupo mal avenido en el que proliferaban los recelos, desacuerdos y reproches.

González Cueto es uno de los que en sus conversaciones muestra más abiertamente esas desconfianzas. El 21 de febrero le asegura por teléfono a una persona que había estado con el expresidente de la federación en la República Dominicana y que había tenido “un pequeño altercado con él”. “Está como las maracas de Machín”, le dice su interlocutor, que no era otro que Alejandro Blanco, presidente del Comité Olímpico Español y un pilar sólido en los apoyos a Rubiales. El abogado le explica el motivo del incidente: “Me dijo que hiciera una cosa que era ilegal y yo no podía hacérsela y se lo dije [...], Es acojonante con lo que nos la hemos jugado todos en su momento.” En otra ocasión, González Cueto, al que los investigadores atribuyen un gran poder en la Federación por su cercanía con Rubiales, vuelve a criticar la obsesión de este por el dinero al hablar de un proyecto en Arabia Saudí: “Y lo primero que dice es que él quiere un kilo [millón de euros] para él [...]. Está a dar el palo y la gente ya no le aguanta, ya no le tolera”.

Las conversaciones intervenidas a Rubiales también revelan este deterioro de sus relaciones con el que fuera su hombre de confianza. “Tomás [González Cueto], cuando entra en la Federación conmigo tiene un despacho con seis abogados y ahora tiene un despacho de veintitantos abogados. Tenía un despacho que facturaba 500.000 euros y ahora tiene un despacho que factura tres millones de euros”, asegura a un interlocutor. El propio letrado admite en otra conversación esa dependencia económica de la RFEF y se lamenta: “Si tuviera una alternativa económica análoga, dejaba la Federación”.

Esta mala relación sobrevenida entre Rubiales y González Cueto no es la única entre los presuntos implicados que ha aflorado durante la investigación. Ángel González Segura, directivo de Gruconsa ―la constructora presuntamente beneficiada por los amaños en la Federación― y hermano de Pedro González Segura, director de servicios jurídicos del organismo hasta que se produjeron los arrestos, muestra en numerosas ocasiones su mala relación con Francisco Javier Martín Alcalde, alias Nene, un exjugador que nunca pasó del tercer escalón del fútbol español y que, tras dejar el balón, se metió a empresario y entabló una íntima relación con Rubiales que incluyó negocios conjuntos.

Ángel González carga contra ambos durante una llamada que hizo a un socio el 1 de marzo, 20 días antes de ser detenido. En ella, critica que Nene le hubiera exigido cobrar una comisión por la adjudicación del contrato para reformar, por 1,3 millones de euros, la Ciudad del Fútbol de la Federación en Las Rozas (Madrid) cuando Rubiales ya había abandonado el cargo. “Tú fíjate lo listos que son. Ya está el Nene ahí intentando... pero vamos a ver, Nene, si estáis... ni a ti ni a Rubiales os pueden ver allí”, le dice a su interlocutor, quien le pregunta si finalmente le va a dar una comisión. “Yo, qué pollas voy a pagarle”, remata.

El directivo de Gruconsa muestra también desprecio hacia Rubiales. Así, en una llamada a su esposa del 27 de febrero, comenta que todo el mundo está cansado del expresidente porque sigue exigiendo a la gente como si aún estuviera al frente de la RFEF cuando, en realidad, es un “cero a la izquierda”. En varias llamadas anteriores, de finales de enero, en las que el directivo aborda con su hermano Pedro el proyecto de levantar un estadio de fútbol, una ciudad deportiva y un hotel en Arabia Saudí, recalca que ni Rubiales ni Nene han jugado ningún papel en ese negocio. “Estos dos artistas son los que menos pintan”, le asegura, pese a lo cual admite que posiblemente al final se les pague algo: “Si sale esto, hay dinero para todo el mundo”.

Las críticas de Ángel González alcanzan a su propio hermano, al que acusa durante una conversación con un socio de no hacerle una “gestión” para conseguir algún contrato del Mundial de fútbol de 2030, que coorganizarán España, Portugal y Marruecos: “Ya le han pasado unas cuantas por delante y los que tiene alrededor son más listos y todos trincan, y este está pillando moscas siempre y luego se queja”.

Los únicos que parecen mantener buena relación son Rubiales y Nene. En la conversación en la que este le explica a un tercero que va a adquirir en la República Dominicana un hotel por 16,8 millones junto a socios locales, le detalla que en el negocio también participará su amigo. “En mi 50% yo diré quién entra porque yo tengo a Luis [Rubiales], por ejemplo, al presi lo tengo conmigo y está viviendo allí, lo tengo que meter”. Para entonces, Rubiales no solo había perdido capacidad económica. Desde que dejó de ser presidente de la Federación, los que habían sido fieles aliados como los presidentes de territoriales o colaboradores le habían abandonado. La misma traición que padeció su antecesor, Ángel María Villar.

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