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Blogs / Deportes
El Montañista
Coordinado por Óscar Gogorza

El escritor Erri de Luca, estrella inesperada de la escalada a sus 74 años

El novelista italiano defiende en un soberbio documental la tercera edad como un tiempo de aprendizaje y no de renuncias

Erri de Luca
Fotograma del documental La edad experimentalErri de Luca

Erri de Luca siempre es de los primeros en presentarse al desayuno del hotel bilbaíno The Artist, con su terraza única con vistas al Guggenheim. Viste como un escalador, equipado de arriba abajo con prendas de la firma italiana Montura: un hombre de 74 años patrocinado. Curioso. Luce muy delgado, brazos y piernas interminables, manos grandes, mirada escrutadora. Suele levantarse a las cinco de la mañana, costumbre adquirida en su época de obrero. En la capital vizcaína, De Luca presentó el pasado mes de diciembre un documental escrito y protagonizado por él mismo. Aún resuena como un bombazo. “En las 17 ediciones del Mendi Film Festival, jamás había asistido a una ovación tan descomunal como la que saludó el final de su documental y su posterior subida al escenario”, se emociona Jabi Baraiazarra, director del certamen.

Por Bilbao han desfilado a lo largo de los tres últimos lustros enormes referencias de la historia del alpinismo o la escalada, Piolets de Oro, leyendas vivas, pero ha sido Erri de Luca, escritor, poeta, periodista y fanático escalador quien ha cautivado a un público que le saluda como si se tratase de un nuevo mesías. Pero solo es un hombre en la tercera edad que defiende el derecho a seguir viviendo con plenitud.

Su documental se titula La edad experimental y debería servir de ejemplo para todos aquellos que deseen expresar en imágenes su relación con la montaña. Allí donde abundan los metrajes sin guion, imágenes soberbias desprovistas de contexto, emoción o pasión, la pequeña obra maestra de Erri de Luca mantiene al espectador con todos los sentidos encendidos, todos atentos a sus reflexiones.

De pronto, escalar deja de ser un asunto banal, fast food para las redes sociales, postureo, y se convierte, en la pluma y el ejemplo de De Luca, en un acto de rebeldía ante la muerte. Las imágenes, aún siendo bellas, solo sirven para adornar con sentido las palabras. Ver a Erri de Luca escalar sin cuerda, progresando sobre una pared de roca caliza (que se eleva 200 metros desde el bosque) con la precisión de una mantis refuerza la potencia de sus reflexiones. Son imágenes al servicio de la literatura. Sin la palabra, el alpinismo o la escalada carecen de sentido trascendente, se pierden en la banalidad de cualquier empeño deportivo.

Erri de Luca empezó a escalar tarde, pasados los 30 años. Pero enseguida sucumbió a sus encantos y se aficionó al reto de escalar las paredes más famosas: le gustaba colocar sus dedos en los agarres usados por otros. También, suele afirmar, descubrió que en la pared su cuerpo se mueve con el mejor equilibrio posible: cuerpo y mente en perfecta sintonía. De hecho, llegó a alcanzar un grado de dificultad reservado a los elegidos: 8b+, a los 52 años de edad. También buscaba alejarse de la civilización, alcanzar montañas donde no hubiese rastro del ser humano. Escalar siempre le ha parecido un juego, a veces peligroso, pero siempre una fuente de alegría. Considera que como obrero en la Fiat asumió más riesgos que escalando, donde se asumen ciertos peligros buscando “la belleza”. Hoy en día sigue escalando mientras experimenta con una vejez que es un misterio: “Tengo la extraña sensación de que nadie ha sido viejo antes que yo. La vejez de los que me precedieron no me sirve de modelo ni me prepara para nada”, escribe.

Como buen escalador, De Luca solo caminaba para alcanzar el pie de las paredes. Sin el aliciente de la cuerda, caminar le parecía aburrido… hasta que la pandemia le sorprendió en su casa en el campo y empezó a caminar una hora por la mañana y otra por la tarde. Cree que, como él, muchos ancianos descubrieron las virtudes del paseo durante la pandemia. Se redescubrieron, en cierta forma.

Erri De Luca escala sin cuerda en un fotograma del documental La edad experimental.
Erri De Luca escala sin cuerda en un fotograma del documental La edad experimental.Erri de Luca

“Nunca ha habido tantos viejos sobre la tierra, por eso es un experimento. Los viejos ahora son más activos que sus predecesores y con sus actividades buscan dar un significado al tiempo que les queda”, reflexiona, mientras recuerda cómo no hace tanto muchas personas al jubilarse y pasar de la velocidad de lo cotidiano a la lentitud, del movimiento a la quietud, morían con rapidez.

Quizá por este motivo, Erri De Luca desea entender los resortes de su organismo y descubrir qué puede esperar: “El cuerpo es una máquina misteriosa y antigua. Me adentro en su vejez como un explorador. Estoy aprendiendo que existe un margen para la mejora y el entusiasmo físico en la tercera edad. Mi vejez va en ascenso, no hacia abajo entre renuncias”, reza el texto del documental.

De Luca, de origen napolitano, reside ahora a las afueras de Roma, en plena naturaleza, algo más solo de lo que estuvo en su día: “En el curso accidentado del tiempo, las amistades se sueltan y caen como hojas. Solo permanece un puñado. La savia que las alimenta es la lealtad, que es una rama que fructifica”, observa. Muchas veces pasa el tiempo jugando al solitario y a otros juegos que ejercitan su mente, una gimnasia saludable para seguir el hilo de sus pensamientos. Al cabo del documental, De Luca culmina su ascensión sin cuerda y camina hacia el final de la vía, escalada por vez primera por su muy admirado Walter Bonatti: “Al final de este paseo puedo decir que todas las edades precedentes me han preparado para esta. La vejez contiene una vastedad ignota para edades previas. Concluyo que este es mi mejor momento”.

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