Kilian Jornet y el reto alpino del conocimiento en la ruta de los 82 ‘cuatromiles’

Kilian Jornet es el patrocinador de Kilian Jornet. Y al crear su propio negocio de material deportivo de montaña se ha ganado la libertad que siempre persiguió a la carrera. Ahora es libre para competir solo cuando quiere, pero sobre todo para idear y asumir los retos que le seducen. Y en este punto converge su amor por la montaña, su interés reverencial por la historia del alpinismo y su deseo de entender los límites fisiológicos de su organismo. Su libertad también le permite comunicar sus proyectos a su manera, por entregas, como si escribiese una novela de suspense.

Jornet lleva días enfrascado en uno de los retos más importantes de su carrera: explorar sus límites metabólicos mientras, presumiblemente, trata de escalar las 82 montañas de más de cuatro mil metros que existen en los Alpes. Su equipo de comunicación no ha confirmado que el atleta catalán desee escalar todos los cuatromiles. De hecho, puede que su viaje se detenga a medio camino, cuando su cuerpo diga basta. O que complete la travesía de los Alpes dejando de lado algunas de sus cimas relevantes. Mientras, se sabe que arrancó desde Saint Moritz (Suiza) el pasado 14 de agosto y que solo usará sus piernas para avanzar y unir valles: caminará, correrá, y pedaleará por carretera hasta la extenuación.

Su segunda etapa etapa –que no jornada: estuvo 32 horas y 43 minutos moviéndose y en algún momento añadió unas horas de sueño–, en el Oberland, arrojó unos datos que dicen mucho de su singular apuesta: recorrió 279,43 kilómetros, de los cuales 66,37 fueron a pie y el resto en bicicleta. Escaló cuatro cimas de más de cuatro mil metros, caminó o escaló durante 23 horas y 48 minutos y pedaleó 8 horas y 55 minutos. Durmió siete horas y media. El mal tiempo en la zona le obligó a reajustar sus planes para evitar zonas de peligro y una tormenta le obligó a buscar cobijo en un refugio.

Jornet residió durante una década en los Alpes: adora el escenario y es un ávido estudioso de la historia del alpinismo, de los grandes retos y progresos del ser humano en relación con las montañas. Si su idea es escalar los 82 cuatromiles alpinos, no habrá inventado nada nuevo; pero es muy posible que reinvente la forma de asumir los retos de este tipo. Su médico de cabecera es el Dr. Jesús Álvarez, quien ha estudiado el metabolismo del atleta catalán en el pasado concluyendo que “ni la privación del sueño, la restricción calórica o el deterioro cognitivo causaron el fracaso de Kilian desde una perspectiva metabólica”. Cabe recordar que hace apenas 10 meses, el ultrafondista escaló 177 montañas de más de tres mil metros en los Pirineos, en apenas 8 días, en lo que a la postre ha resultado un ensayo a escala del reto que ahora le ocupa.

En opinión del Doctor Álvarez, “esta nueva expedición es diferente a cualquier proyecto anterior. Las demandas de Kilian serán tan extremas que no podemos predecir los cambios fisiológicos o incluso genéticos que puedan ocurrir”. El interesado asegura que el reto supone dar “un paso más desde el punto de vista físico, técnico y mental” respecto a lo realizado hasta la fecha.

Varios medios de comunicación franceses dan por seguro que el deseo íntimo de Jornet es atiborrarse con los 82 cuatromiles, quizá porque uno de los pioneros a la hora de asumir el reto de escalarlos todos de la forma más rápida fue el galo Patrick Berhault. Fue en 2004 y su sueño se esfumó cuando una cornisa se rompió a su paso mientras circulaba el Dom y el Täschhorn (Suiza). Su muerte fue un drama para la comunidad alpina francesa: Berhault no solo era un tremendo alpinista, sino que había sido el alma gemela de Patrick Edlinger y, juntos, habían conducido hasta límites desconocidos el arte de escalar en roca. En 2008, los italianos Franco Nicolini y Diego Giovannini escalaron los 82 cuatromiles sin emplear nada que no fuesen sus piernas: caminaron, corrieron, escalaron y pedalearon dejando el récord en 60 días de esfuerzos. En 2015, el también malogrado Ueli Steck invirtió en solitario dos días más…, aunque permitiendo a otros alpinistas que se le uniesen para escalar algunas de las cimas o para acompañarle entre valle y valle, algo que Kilian también está haciendo estos días. Un equipo científico acompaña en la distancia al catalán, tomando muestras de su organismo y estudiando sus horas de sueño. Pero el encadenamiento de esfuerzos en un terreno que puede variar con facilidad entre la sencillez y la exposición máxima es una de las mayores preocupaciones del ultrafondista: “cuerpo y mente trabajando durante días al máximo de sus capacidades… es algo que me parece muy estimulante”, reconoce. La búsqueda de lo desconocido siempre ha figurado en el ADN de los grandes alpinistas: medirse a un reto sin saber realmente si serán capaces de llevarlo a cabo. Sobreponerse al agotamiento y al miedo. Kilian se mueve a toda pastilla por terreno conocido buscando respuestas en su mente y en su organismo. Sin saber. Persigue un tipo de conocimiento que trasciende lo que entendemos por mero deporte.

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