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Nandu Jubany, una estrella Michelin en el vivac: “Preparar un menú de éxito es muy parecido a preparar el Dakar”

El cocinero catalán, que cuenta con varios restaurantes de primer nivel, se estrena en categoría de coches para disfrutar de las vacaciones a su manera

Ferran Jubany y Marc Solà Dakar 2025
Ferran Jubany (derecha) y Marc Solà durante la etapa prólogo del Dakar 2025 el 3 de enero.AFP7 vía Europa Press (AFP7 vía Europa Press)

Ferran ‘Nandu’ Jubany (Monistrol de Calders, Barcelona; 53 años) es uno de los amateurs más demandados de la 47ª edición del Rally Dakar, la sexta en Arabia Saudí. Los compañeros de caravana le piden algo de cecina o “jamón de vaca”, el mismo que le ayudó a superar las magras raciones militares de la etapa 48 horas; sus colegas de la escuadra de KH7, uno de los patrocinadores más longevos del Dakar, se frotan las manos para la comilona que les espera el día de descanso en Hail, donde planea preparar una paella popular en el corazón del vivac. Por si fuera poco viajó a Arabia Saudí con un cargamento de turrones. Normal, pues, que todos le busquen después de días y días de comedor comunitario: hablamos de un cocinero con una estrella Michelin, 10 restaurantes de éxito y una de las compañías de ‘catering’ más solicitadas de Cataluña.

“Siempre fui muy aficionado al motor, y no perdía ni un día del Dakar por la tele. Evidentemente, siempre quise ser uno de aquellos pilotos que navegaban por las dunas”, explica a EL PAÍS el chef. Jubany marcha 35º con su MD Optimus de tracción a dos ruedas (4x2) y es uno de los españoles mejores clasificados en coches tras la escabechina de varios de los favoritos en este inicio súper duro de rally. En su categoría, la que anhelaba ganar Laia Sanz, marcha en una muy competitiva tercera plaza, especialmente contando que se estrena a cuatro ruedas. “Cuando completé el Dakar en moto en 2018 fue un sueño hecho realidad, pero también me di cuenta de lo duro y peligroso que es. Los que van en moto son auténticos superhéroes”, constata.

Los costes de participar en coche, mucho más abultados, le complicaron mucho volver a la carrera. El gusanillo, entre su ajetreada vida entre fogones, seguía llamándole cada mes de enero. Y se compró un coche a instancias de Pep Vila, uno de los amigos que le ayudó en esta aventura, además de ilustres como Nani Roma, Gerard Farrés y un copiloto de lujo como Marc Solà. Siete años después de su primera participación, Jubany ha podido volver al desierto, a disfrutar y resistir en sus “vacaciones”.

Para él, el éxito en la alta cocina y una de las competiciones más duras del planeta van de la mano. “Al final necesitas tener un buen equipo, prepararlo todo muy bien e ir al detalle para que no falle nada. En la cocina, como en el Dakar, debes prepararte a nivel físico, estudiar la localización y el plan de acción. Preparar un menú de éxito es muy parecido a preparar el Dakar”, apunta. Como todo cocinero, ni en su tiempo libre puede evitar alimentar a quienes le rodean y ejercer, de facto, de restaurante más solicitado en el vivac. “Nos hemos llevado una furgoneta cargada de género, y por aquí pasan amigos como Nani y unos cuantos más. Es verdad que no puedo abrir la puerta a todo el mundo, porque si no nos quedaríamos sin alimentos yo y Marc, que comemos bastante”, dice mientras suelta una carcajada.

A pesar de su condición de amateur y de debutante en las cuatro ruedas, Jubany es ambicioso y apunta a intentar quedar entre los 25 primeros. “Ganar a los profesionales es muy difícil, está claro, pero soy ambicioso y como mínimo quiero ser uno de los mejores amateurs de la prueba”, asegura. Apasionado desde bien pequeño a las motos, un accidente frustró en primera instancia su idea de convertirse en piloto. Rápidamente, aquel chaval supo reconducir su vida entre fogones. Con 18 años ya era jefe de cocina en el Urbisol, el restaurante de su familia, y después despegó tras formarse en los hornillos de Juan Mari Arzak y Martín Berasategui. Con 23 años, en 1995, abrió Can Jubany, y en 1998 ya tenía la estrella Michelin gracias a su labor incansable junto a Anna Orte, su pareja. “He tenido la suerte de que la vida me ha ido bien gracias a la cocina, y gracias a ello puedo ahora sentirme piloto, como siempre quise de pequeño”.

La familia, que conoce muy bien sus inquietudes y aficiones, se consuela ahora en la mayor seguridad de disputar el rally en coche. “Lo ven mucho mejor que cuando fui en moto, en coche puede pasarte cualquier cosa, pero es mucho más difícil hacerse daño de verdad”, concluye. Jubany fue 53º en su debut dakariano en moto en 2018, una prueba que le dejó magullado antes y después. Sufrió una lesión grave durante la preparación de la edición de 2017, uno de sus varios intentos frustrados, y cuando cruzó la meta en Córdoba (Argentina), en la penúltima edición sudamericana de la prueba, dijo haber tenido suficiente. Hasta ahora.

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