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El clásico
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Xavi confunde a Xavi

El técnico del Barça debe revisar las teclas futbolísticas de un club ensimismado con lo que fue y hoy ya no puede ser

Real Madrid - Barcelona
Xavi protestaba por una decisión arbitral durante el Barcelona-Inter del miércoles, en el Camp Nou.PAU BARRENA (AFP)
José Sámano

Las crisis se agudizan cuando en un cambio de agujas tu gran adversario va de cumbre en cumbre y en paralelo casi no le alcanza ni para llegar al campo base. La abrupta recesión azulgrana en Europa no es ya un asunto económico. Para empezar, antes del despilfarro de Josep María Bartomeu y de las palancas de Joan Laporta, al Barça le cayeron 220 millones en 2017. Se fue Neymar, primordial en el último gran bingo barcelonista (2015, el curso de retirada de Xavi), y el club malgastó el botín. Tanto como el pastizal que dejó la espantada de Figo en 2000. Con la caja rebosante se perpetuaron las renovaciones galácticas de Messi y aliados, una carga insoportable.

Aliviado el presente financiero a costa de un incierto futuro, las penurias europeas del Barça tampoco tienen que ver con aquellos reclamos de Xavi, tan exigente con la pulcritud de la hierba, las vulgares pérdidas de tiempo de los rivales o su enchironamiento en el área. No se encerraron el Bayern o el Inter del Camp Nou ni el PSG, la Juve, el Liverpool, la Roma… Todos con la hierba segada a escuadra y cartabón.

Hubo quien llegó a señalar a un Messi de andar por casa como causa de tanta depresión europea. El astro argentino ya no está. Hubo quien apuntó a un vestuario viciado. Hoy, Jordi Alba y Piqué apenas tienen peso en el juego y Busquets está a unos meses de irse a Estados Unidos.

Ernesto Valverde, Quique Setién y Ronald Koeman no daban la talla europea. No muy convencido, Laporta vio un escudo en Xavi, becario en Qatar. Con Xavi, el Barça lleva una victoria en seis partidos de la Champions y dos triunfos en seis citas de la Liga Europa. Los cantes tampoco paran con el catalán en el banquillo.

Xavi, con razón, pide lo que no todos tuvieron: tiempo. Ni siquiera una leyenda como Koeman, al que le regatearon todo gasto. Con unos 160 millones de inversión y varias renovaciones al gusto de Xavi, continúan los derrapes en la Champions.

Xavi, que no pareció Xavi, aludió en Milán al perjuicio arbitral. Motivos tuvo, pero no hace tanto ese tipo de coartadas ajenas le resultaban impropias del sello Barça. Nada dijo Xavi del esperpéntico monocultivo de Dembélé en San Siro, con 100 intervenciones, un trajín imposible.

Tampoco es propio de Xavi el recuerdo de los lesionados. Un infortunio, desde luego, como las bajas de Benzema o Courtois, por ejemplo. Pero en Múnich se alistaron Koundé, Araujo, Christensen y Marcos Alonso. Sin rastro de Piqué y Alba, injustamente tachados de peseteros por cobrar lo que les dieron a firmar.

Es Xavi quien debe ejercer de cirujano justo en su materia predilecta: el fútbol, sin más. Al técnico siempre se le dieron bien los simposios futboleros. Mientras otros, más terrenales, se limitaban a la mera lectura de resultados, Xavi disertaba pizarra al frente. La posesión, la posición, el tercer hombre… El Barça, tan apegado a su credo, ha involucionado y es Xavi, privilegiado guardián de las esencias, quien debe tocar las teclas oportunas. Es él quien debiera preguntarse si el Xavi jugador funcionaría con este Xavi entrenador. ¿O será que el primero confunde al segundo?

¿Por qué se enreda Raphinha? ¿Por qué no mezclan Pedri y Gavi? ¿Qué amparo requiere el último Busquets? ¿Cuál es el papel de De Jong? ¿Por qué Ferran está por detrás de Memphis? ¿Por qué no despega Ansu? Es fútbol, Xavi, nada más que fútbol. En el propio fútbol están las soluciones, no en la nostalgia de un pasado irreproducible sin xavis, iniestas, messis, puyoles… La vocación de estilo está muy bien, pero sin la superioridad de aquel icónico equipo del genial Guardiola hay que saber gestionar todo tipo de partidos, incluidos los muy crudos del panorama europeo. Más vale revisar (que no renegar) el estilo que morir de realidad año tras año. Guardiola, apóstol de la marca Barça por excelencia, despidió a Ronaldinho, saludó a Pedrito y Busi en las catacumbas de Tercera y, ya en la cima, para no morir de éxito hizo una pirueta con Messi de ariete.

Sin remedios futbolísticos, ya solo cabría que el Barça tuviera a su propio Béla Guttmann y no se haya enterado. El preparador húngaro, exitoso en las dos únicas Copas de Europa del Benfica, fue despedido por un desacuerdo financiero. “No volverán a ganar una Copa de Europa en 100 años”. Van 60, y los lisboetas ya han sucumbido en cinco finales.

Incluso contra las maldiciones, fútbol, fútbol y más fútbol. ¿No era lo suyo, Xavi? ¿Cuáles son sus palancas?


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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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