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Los diez años de Simeone: “Con su llegada nos vino a ver Dios”

Dirigentes, familiares, exjugadores, amigos y entrenadores rivales describen a Simeone y sus diez años en el Atlético

Simeone Atlético de Madrid
Simeone, manteado por sus jugadores tras ganar la Copa del Rey de 2013 al Real Madrid en el Santiago Bernabéu. / SAMUEL SÁNCHEZ
Ladislao J. Moñino

El 23 de diciembre de 2011 el Atlético de Madrid anunció la contratación como entrenador de Diego Pablo Simeone (Buenos Aires, 51 años). El equipo, bajo la dirección de Gregorio Manzano, se había distanciado de la cabeza de la Liga y había sido eliminado de la Copa por el Albacete, entonces en Segunda División B. La masa social estaba muy encrespada con la dirigencia y se habían producido manifestaciones pidiendo su salida del club. “Siempre supe que me llamarían en un momento de dificultad”, dijo. Por entonces, la historia más reciente del club, que era una trituradora de entrenadores, no invitaba a pensar en que Simeone cumpliría una década en el banquillo rojiblanco. Su llegada se produjo con el tiki-taka del Barcelona y de la selección española como paradigma del fútbol mundial. El Cholo llegó con la receta contraria, a la vez que prometió recuperar las históricas señas de identidad del club: “El esfuerzo no se negocia, contragolpe y volver a ser un equipo incómodo”. Diez años después se pueden dar por cumplidos esos objetivos. Ganó dos Ligas, dos Ligas Europa, una Copa del Rey, dos Supercopas de Europa y una de España. Ocho títulos a los que pudo haber sumado dos Champions, de no haber perdido las finales de Lisboa y Milán con el Real Madrid. En ambas estuvo muy cerca de darle al Atlético su ansiada primera Copa de Europa. En esas está, en una temporada en la que por primera vez en diez años ha perdido cuatro partidos consecutivos de Liga. Durante este tiempo ha compartido buenos y malos momentos con personajes que de una manera u otra han sido significativos en su carrera como entrenador del Atlético. Todos destacan su pasión y su carácter competitivo.


El dirigente que le fichó: Miguel Ángel Gil

”El primer contacto que tuve con él fue en un viaje a Argentina. Había ido por otros motivos, pero me acerqué a verle. Creo que estaba en Racing y tuvimos una charla antes de un partido, en una especie de sala cubierta en la que sus jugadores estaban calentando. Aquel día, medio en broma, medio en serio, ya le dije que iba a entrenar al Atlético. Para esa temporada, la 11-12, teníamos un acuerdo con Luis Enrique. Tuvimos una cena en su casa con su mujer y Luis me dijo que sí, pero solo si la Roma no era comprada por inversores americanos. En ese caso, había llegado a un acuerdo con Franco Baldini y me dijo que le había dado su palabra. Los americanos compraron y Luis Enrique es un hombre de palabra. Al truncarse, hablé con José Luis Pérez Caminero, yo estaba un poco desinflado por lo de Luis Enrique y le dije que buscara él un entrenador y eligió a Manzano, que regresaba. En octubre, yo ya veía que el equipo no iba bien y me puse en contacto con Toni Muñoz, que era íntimo de Diego. Toni le contactó y le dijo que no tendría problema en volver, pero que debía terminar con Racing. A mediados de noviembre, vino Diego a un partido en casa, hablamos de la plantilla y cerramos el acuerdo. Aquel día nos vino a ver Dios a los dos por lo que luego ha sucedido. Me quedo con la estabilidad que nos ha dado y todo el crecimiento que ha supuesto para el club”.

“Tras la final de Milán fue el momento más duro. Él y todos estábamos muy jodidos por lo que había pasado, dos finales de Champions perdidas con el Madrid. En la sala de prensa dijo que tenía que pensar, quería saber si tendría fuerzas para reinventarnos y recobrar la ilusión. Le conozco mucho, es muy pasional, le di distancia y a las dos semanas me puse en contacto con su hermana Natalia [su representante] porque yo tenía que planificar la temporada. Nos vimos en Buenos Aires y lo solucionamos. Yo nunca he negociado un euro con Diego, siempre ha sido con su hermana. Diez años después le veo con la misma pasión. El fútbol son resultados, pero yo no le pido que gane Ligas, solo que el equipo compita. El día que eso no pase, hablaremos los dos”.

El hijo: Giovanni Simeone

”Cuando mi papá llega al Atlético, yo con 16 años la verdad es que no veía qué técnico podía llegar a ser, sino el que era en ese momento y lo que estábamos viviendo. Mi papá se marchaba y yo estaba muy contento por el lugar en el que él estaba porque llegaba a un gran equipo. Simplemente disfrutábamos del momento que estaba pasando. No sabía entonces hasta dónde podía llegar porque nunca nos imaginamos el futuro, siempre vivíamos el presente y disfrutábamos el momento, y siguió siendo así hasta hoy. Más que una anécdota concreta, hay algo que creo que muestra la relación suya y nuestra con el fútbol. Son los comentarios que tenemos de fútbol todo el tiempo para la vida. Cuando estamos juntos y uno está caminando en la calle y se cae, por ahí mi viejo o mis hermanos se miran y dicen foul, o “qué patada le pegaron”… Muchos momentos que se ve que tenemos muy adentro el tema del fútbol. O cuando un hermano discute con la mujer y decimos ‘uhhh te pusieron amarilla...’. Todo derivado del fútbol continuamente”.

El amigo: Gustavo López

“Como amigo sabía que el Atlético era su hábitat natural. Siempre imaginé que en algún momento se iban a cruzar los caminos por la identificación que tuvo como jugador y por la forma que tiene de entender a la afición del Atlético. A Diego le encantan los desafíos y mientras mayor es el reto más se crece. Es un ganador nato, entiende a la perfección lo que se juega. En estos diez años son más las alegrías que las tristezas. Cogió un equipo diezmado, que se estaba desvalorizando y revalorizó a los futbolistas, al equipo y al club ganando títulos. En la derrota necesita de 24 a 48 horas de duelo, necesita pensar y analizar, pero siempre con un objetivo, que es sacar lo positivo y corregir lo negativo. Para describir lo que es él siempre cuento que, después de un partido que ganamos a Bolivia y nos clasificamos para el Mundial 2002, yo me fui de luna de miel a Jamaica porque no pude irme antes. Vino él con su familia y la de Zanetti y el primer día me llamó a las ocho de la mañana para que saliéramos a correr los tres. Así es él, no entiende otra cosa que no sea entrenar y jugar”.

El pretoriano: Filipe Luis

Los primeros entrenamientos eran increíbles, sobre todo en conceptos. Dejaba muy clara cuál era su idea, cómo quería que el equipo defendiese en el campo, cómo funcionaban las coberturas o cómo hacer para que no nos hicieran contras. Eran entrenamientos muy intensos, en todo lo que se hacía ponía su dedo. Incluso en los calentamientos, que siempre son aburridos, él estaba pendiente hasta de cómo movíamos los pies y eso me llamó mucho la atención. Fomentaba mucho la competencia interna, yo con Antonio López, Miranda con Domínguez, Tiago con Mario Suárez... También me llamó la atención cómo corrigió todo en defensa e hizo sentirnos que nosotros juntos no encajábamos goles. Incluso iba quitando jugadores, primero diez contra seis, diez contra cinco, diez contra cuatro y no encajábamos. Nos dio una masterclass en defensay yo sigo jugando así. Es el mejor entrenador de la historia del Atlético y uno de los tres mejores de la de España porque no es nada fácil estar en la élite en un equipo como el Atlético diez años seguidos. Tengo mucho orgullo por haber sido alguien en la vida del Cholo. Para mí y para el 95% de los jugadores que hemos estado allí es como un padre, es más que un amigo, es alguien que me ha marcado dentro y fuera del campo porque no solo me ha enseñado a jugar, también valores de la vida”.

Un suplente: Moyà

“Cuando yo llegué al Atlético fui titular en la Supercopa y la ganamos, y me mantuvo en la Liga. Cuando llegó la Champions, le dio el primer partido a Oblak y no fueron bien las cosas para Jan. En Liga volví a jugar y después me lesione para un mes. Hubo partidos de Copa, Liga y Champions, y Jan lo hizo muy bien. Por el mismo motivo que cuando me eligió a mí no dije nada, tampoco le iba a pedir explicaciones por no jugar. A igualdad de condiciones, por el precio que se había pagado por él lo normal es que el titular fuera Oblak, que luego ha llegado donde ha llegado. El Cholo no era un entrenador de dar explicaciones, no me las dio y yo no se las pedí. En los entrenamientos a los que más exige es a los que no juegan porque él dice que su responsabilidad máxima es entrenar al jugador”.

Los entrenadores a los que más se enfrentó: Valverde y Mendilibar

Valverde: “Preparábamos los partidos siempre pensando que iban a ser largos y que nunca debían darse por cerrados antes de tiempo, ni para bien ni para mal. Y mentalizar al equipo de luchar contra la sensación de inexpugnabilidad que transmitían, con los datos en la mano. Era complicado crearles situaciones de gol, pero se podía hacer. Y fundamental cerrar sus contras que eran terribles, bien presionando rápido o volviendo, pero era muy difícil. Al final siempre te conseguían hacer contrataques que te cogían malparado. Partidos duros, ásperos, llenos de competitividad tanto con el Athletic como con el Barça. Simeone ha llevado al Atlético a un nivel competitivo y de resiliencia diferente. Cuando parece que está casi liquidado consigue las mejores versiones de sí mismo. Como este año en Champions. Es imposible dar al Atlético por muerto en alguna competición. En las dos Ligas que conseguimos en el Barça fue nuestro perseguidor más duro, era imposible quitárselo de encima, siempre estaba ahí, hasta el final. Es admirable”.

Mendilibar: “No sabía que tras Valverde era el entrenador al que más se había enfrentado el Cholo. No creo que le ganara muchas veces. Cuando me tocaba jugar contra él decía a mis jugadores que jugábamos contra un equipo grande que jugaba como uno pequeño por el trabajo que hacían hasta el último minuto. Podías ir 0-0 en el 85 y Diego no perdía la tranquilidad, se le veía la sabiduría de no por ir más rápido vas a ganar. Ahora están perdiendo en los últimos minutos, pero ha ganado muchos partidos así. De repente, se te metían atrás, parecía que los tenías dominados, pero luego te sacaban contragolpes o empezaban a apretarte arriba y no salías. Yo les decía a mis jugadores que no te regalan nada, que había que ser tan cabrones como ellos en las disputas porque no te perdonan una y que no se podían confiar porque les domináramos diez minutos. A la posesión nunca le ha dado mucha importancia. Ha habido momentos que parecía que iba a cambiar, sobre todo en las pretemporadas, pero luego, poco a poco volvía a lo suyo. Nunca va hacer algo en lo que no cree. Al principio me llamaba mucho la atención que se fuera corriendo al terminar los partidos. Yo pensaba: ‘este cabrón me gana y se escapa corriendo’, pero luego lo vas conociendo. En la banda es muy respetuoso con el rival y con los contrarios y con el árbitro, aunque le reclame. Yo creo que las mata callando, porque un poco hijoputa debe ser [RISAS]”.

El mito: Adelardo

“Diego no es diferente como entrenador a lo que era como jugador por cómo vive los partidos. Veo su tensión en el banquillo y pienso que un día le va a dar algo. Lo que ha conseguido, esa manera de enganchar a la grada, ya te dice todo. Siempre he dicho que es el equipo el que tiene que animar al público y lo ha conseguido transmitiendo lo que es el Atlético. Para un club es bueno tener referentes que mantengan su identidad. Es un símbolo y sus jugadores deben saber que Diego es como un padre, que está pendiente de ellos, pero al que tienen que obedecer”.


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Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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