‘Doctor’ Thiem
A sus 25 años, el austriaco inaugura su casillero de grandes títulos al remontar a Federer (3-6, 6-3 y 7-5) y conquistar su primer Masters 1000, en Indian Wells. Andreescu, de 18 años, logra el trofeo femenino
Disciplinado, metódico y persistente, Dominic Thiem recibió el reconocimiento a una trayectoria creciente a la que tan solo le faltaba una condecoración mayor. Propietario de 11 trofeos de la ATP, hasta ahora no había logrado ninguno de verdadera relevancia –el de Río de Janeiro, un 500, marcaba la frontera–, pero en Indian Wells se destapó definitivamente. Con un tenis tan incisivo como estiloso, el austriaco (Wiener Neustadt, 25 años) volteó un escenario muy adverso en la final contra Roger Federer y le derrotó por 3-6, 6-3 y 7-5, después de 2h 03m. Entonces, feliz y exhausto, se desplomó sobre el cemento y, ahora sí, lograba definitivamente ese doctorado que tanto se le resistía.
Después de haber cedido en la final de Roland Garros el curso pasado, y de haber perdido otras dos en la arena de Madrid, Thiem, formidable jugador, se convirtió merecidamente en doctor. Doctor Thiem. “Solo me quedan 88 títulos para alcanzar a Roger”, bromeaba el campeón, superior al suizo en un pulso tenso y hermoso, definido en la foto-finish. A fuerza de estar ahí, de muchas agallas y mucho juego, el austriaco rindió a un magnífico nivel en su primera final de un 1000 en pista dura, pese a que en este primer trimestre de la temporada había dejado más sombras que luces y no conseguía despegar.
Identificado como un terrícola de pura raza –ocho de sus 11 premios tienen el rastro de la arcilla–, cada vez se desenvuelve mejor sobre cemento y progresa en términos generales para dar el gran salto. El tenis lo tiene de sobra, de modo que su escalada debe ser sobre todo mental. Y en ello está. Federer le apretó durante gran parte del choque, pero él contragolpeó y respondió a las embestidas con una defensa nadaliana y un repertorio de tiros camaleónico. Supo procesar bien el dominio del suizo en la primera manga, sin arrugarse, y aprovechó un ligero despiste del rival en la segunda para prolongar el duelo a la tercera. Y ahí, todo sangre fría y agresividad, le birló al de Basilea la victoria con un break definitivo (para 5-3).
Le jugó todo el rato de tú a tú, resistió los órdagos que lanza siempre RF y evitó así el sexto laurel de Federer en el Valle de Coachella. Venía el suizo de elevar su título 100 en otro territorio desértico, el de Dubái, pero no pudo acercarse un poco más a Jimmy Connors (109) y ahora enfila Miami antes de regresar a la tierra después de tres años de ausencia. “Estoy feliz por Dominic. Se lo merece, sin duda”, expresó el ganador de 20 grandes, que en los cruces particulares con el austriaco está en desventaja (2-3).
19 ganadores distintos en 19 torneos
“Roger es una leyenda y nos sirve de inspiración a los jóvenes”, apreció Thiem, cuyo éxito confirmó la variabilidad actual del circuito masculino –19 ganadores distintos en los 19 eventos disputados hasta ahora– y asistido en Coachella por el técnico chileno Nicolás Massu, aunque su tutor principal desde hace años es el rudo Günter Bresnik. “Verdaderamente es un privilegio competir con él, porque cada vez que juegas contra él aprendes cosas nuevas. Esperemos que siga en el tour muchos años más”, agregó.
Serio y discreto, Thiem es un tenista muy apreciado en el vestuario, ejemplo de profesionalidad porque va a contracorriente de otros jóvenes jugadores que se dispersan con excesiva facilidad. “El día que Dominic levante un trofeo de los grandes, y lo veremos más pronto que tarde, me alegraré mucho”, escribía hace medio año Toni Nadal en este periódico, subrayando la calidad de un tenista que este lunes desbanca a Federer como número cuatro del circuito. “Es bastante surrealista lo que ha pasado en los últimos 10 días. Cuando llegué aquí no estaba para nada en forma y ahora soy campeón de Indian Wells”, celebró Thiem.
Andreescu, invitada y lanzada
La sorpresa en la final masculina vino precedida de otro pelotazo en la femenina. No tanto por la victoria de Bianca Andreescu como por la circunstancia en la que lo hizo. Invitada por la organización, la canadiense (de origen rumano) asoma la cabeza en un gran escenario con tan solo 18 años. En las dos últimas semanas ha ido despachando a adversarias como Dominika Cibulkova, Qiang Wang, Garbiñe Muguruza o Elina Svitolina, y en última instancia batió a Angelique Kerber: 6-4, 3-6 y 6-4, en 2h 18m. Ya figura en el top-20 de la WTA –comenzó el año como 152 y este lunes es la 24– y suma más triunfos que ninguna (28) esta campaña.
De esta forma, sigue la ruta que hace un año trazó Naomi Osaka, que ganó la última edición para romper el cascarón y trepar hasta el número uno que ocupa. “Esto es una locura”, admitió Andreescu, todavía acalambrada; “hace un año estaba jugando un torneo 25k [para promesas, equivalente a los Futures] y ahora soy campeona de Indian Wells. Es un sueño, una locura. Es increíble todo lo que puede ocurrir en solo un año. No tengo ninguna presión, pero debo seguir. En el tenis no se sabe qué pasará la próxima semana…”.
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