Marta Torrejón: “Mis padres tuvieron que escuchar comentarios muy feos”
La capitana de la selección española, licenciada en biología, habla de la evolución del fútbol femenino, del #noesno y de las políticas de género de VOX; "me dejan blanca"
Son las 8 de la tarde del lunes en Las Rozas, la selección femenina acaba de terminar el primer entrenamiento de 2019. Arranca el año del Mundial con dos amistosos: contra Bélgica (este jueves a las 19.00) y contra Estados Unidos (martes 22 a las 20.35, Teledeporte). “Marta se está haciendo la coleta y ya viene, que luego a las 20.45 tienen que estar todas cenando”, avisa la responsable de prensa. Marta es Marta Torrejón (Mataró, 28 años) capitana de la selección y jugadora con más internacionalidades (83). Es bióloga y está cursando Historia y Geografía. En la más de media hora de charla con EL PAÍS, habla la evolución del fútbol femenino, de cómo sufrían sus padres en la grada cuando jugaba en equipos mixtos, del #noesno y de las políticas de género de VOX.
Pregunta. ¿Cuánto de largo ha sido su camino para llegar hasta aquí?
Respuesta. Muy largo, llevo jugando desde los 7 años… y lo más difícil es mantenerse. He llegado con trabajo, esfuerzo, mucha dedicación y la confianza de los entrenadores.
P. ¿Si mira atrás qué ve?
R. Lo que ha mejorado el fútbol femenino. Se han dado pasos lentos pero firmes. Ver cómo ha crecido es un orgullo para las que hemos vivido ese cambio. El trabajo que hicieron las que ya no juegan dio sus frutos.
P. ¿Quién le allanó el camino?
R. Muchísima gente. Me gustaría nombrar a Raquel Cabezón que igual no les suena a las chicas de ahora, pero fue un referente para mí cuando empecé en el Espanyol con 12 años. Era capitana allí y en la selección, una jugadora espectacular. También Sandra Vilanova, Érika Vázquez y Vanesa Gimbert.
P. ¿Qué cambios ha apreciado en estos 12 años en la selección?
R. Ha habido muchísimos, desde el apoyo incondicional de la Federación y los medios hasta la calidad del juego. Antes no conseguíamos clasificarnos para los torneos y ahora estamos ahí. Se han creado categorías inferiores; cuando yo empecé la sub-17 no existía, empecé directamente en la sub-19. La apuesta por el fútbol femenino es firme. Estoy orgullosa de haber podido ver este cambio. Y que no pare, aunque sea poco a poco.
P. ¿Los triunfos de las categorías inferiores [sub-17; sub-19 y el subcampeonato mundial de la sub-20] les suponen una presión para el Mundial de Francia?
R. No, lo veo como que se están haciendo las cosas muy bien y que las niñas vienen creciendo con referentes femeninos. Son nuestro futuro, hay que cuidarlas, mimarlas y también hacerles ver que no todo ha sido siempre tan fácil, que venimos de nada y ahora lo pueden conseguir todo; que sigan siendo humildes y que sigan trabajando. Sus éxitos no son una presión sino una ayuda: cuanto más se nos vea, más podemos conseguir cosas.
P. ¿Está el fútbol femenino español en su mejor momento?
R. Está en mucho mejor momento que hace unos años, pero espero que pueda estar muchísimo mejor. No quiero conformarme con esto.
P. Como casi todas las futbolistas de su generación, empezó a jugar con chicos. ¿Cómo se ganaba su respeto?
R. Más bien el de los padres… Los niños son inocentes, estuve jugando hasta las 14 con ellos. Problemas tuve con los padres y era lo que más chocaba. Mis padres sufrían muchísimos al escuchar comentarios desde fuera.
P. ¿Cómo cuáles?
R. Yo jugaba en un equipo [Espanyol] que formaba futbolistas para llegar a Primera con lo cual la competitividad era enorme. Ver a una chica que jugaba por delante de los chicos no podía ser. ¿Por qué no la lleváis al equipo femenino que el Espanyol tiene?, le preguntaban a mis padres. “La niña juega mixto porque puede jugar mixto y juega aquí porque le han dado esta oportunidad. Hay equipo femenino ¿y?”, contestaban. Es que quitarle la plaza a un niño con opciones de llegar a Primera desataba comentarios muy feos en las gradas que no quiero repetir. Mis padres me lo contaron cuando me hice mayor.
P. ¿Siempre fue defensa?
R. Sí. Vengo de una familia de defensas, mi padre, mi hermano, mis tíos. Tengo un primo segundo que jugó de punta en las categorías inferiores del Barça…
P. ¿Qué cualidades tiene que tener un buen defensa?
R. Ser muy serio, concentrado, valiente y dar mucha seguridad al equipo.
P. ¿Pensó alguna vez en ser algo que no fuera futbolista?
R. Sí, cuando era chiquitita quería ser tenista. Lo ponía en los trabajos de tercero de primaria. Mi madre me apuntó a un curso de verano de dos meses, pero luego seguir e ir a clases era muy caro. Mi madre dice que preguntó qué inversión tenía que hacer un padre para que su hijo pudiera jugar y era una barbaridad. Y en mi casa no llegaba para tanto. A mi madre le hubiese gustado que practicara otro deporte porque entre mi hermano, mi padre, mis tíos… quería a alguien que la sacara de la portería y del balón. Pero a los 7 años me apunté a un equipo del colegio y ya no hubo marcha atrás.
P. ¿Qué recuerda de su infancia?
R. La fiesta que hicimos en el equipo del colegio por empatar un partido… En toda la liga sólo empatamos uno. Recuerdo jugar en el parque con mi hermano y en la plaza, metíamos el balón por debajo de los bancos y nos imaginábamos hacer un mundialito.
P. ¿Cuándo se topó con la competitividad?
R. Cuando llegué al Espanyol, ya no era el equipo del colegio al que me lo iba a pasar bien con mis amigos. O no sólo, porque cuando fiché con 12 años también iba a pasármelo bien, pero recuerdo que el cambio fue duro.
P. ¿Cuánto pesa el brazalete?
R. No tiene que pesar, hay que llevarlo con naturalidad. Es una responsabilidad sí, pero lo lleves o no, si llevas aquí tiempo, la gente te respeta, te valora.
P. ¿Con cualidades de capitana se nace?
R. Te puedes hacer también, tu carrera marca hasta donde puedes ir y hasta donde puedes llegar. La responsabilidad y confianza que te da el entrenador ayuda muchísimo, también lo que el grupo ve en ti.
P. ¿Cuánto le costó sacarse la carrera de biología?
R. Me costó más que jugar al fútbol. Soy de las que cree que se pueden compaginar las dos cosas con mucho esfuerzo y mucho trabajo; ¡hay gente aquí que ha sacado medicina o ingeniería eh! Me costó lo suyo, pero pude, hay que saber compaginarlo y dejar cosas de lado.
P. ¿Cómo qué?
R. Salir con los amigos. Había tardes que tenía que estudiar y me quedaba en casa. A veces hay que ceder en algunos sitios, pero con una buena organización se llega a todo. El tiempo que le dedico ahora al fútbol no es el mismo que le dedicaba antes. Cuando me saqué biología estaba en el Espanyol y el fútbol me ocupaba 3-4 horas, entrenaba a las 21 y a las 23 estaba en casa. Ahora en el Barça vamos por la mañana y hasta las 13.30 no salimos; es diferente.
P. Y encima se está sacando otra carrera…
R. Sí, pero a distancia [historia y geografía], yendo poco a poco y sin esa presión. Nunca hay que dejar de formarse porque el fútbol nos da de comer ahora, a algunas privilegiadas, pero no en el futuro. Tendré que buscarme la vida por otro lado.
P. ¿Por qué biología?
R. Me gustaba mucho el tema de seres vivos, del medioambiente. Y biología toca todo. Me gustaba también el deporte, pensé en sacarme INEF, pero dije: bastante tengo con el fútbol y ya le dedico mucho tiempo al deporte. En el bachiller la biología se me daba bien, así que biología.
P. ¿Dónde se ve dentro de diez años?
R. No lo sé, me gusta la docencia. También me gustan los museos y lo que esté relacionado con la historia. Me he hecho mayor y la historia me llama mucho la atención, analizar de dónde venimos, porque hemos llegado donde hemos llegado hasta ahora, con todos los problemas que hay en la sociedad… Hay que saber lo que ha pasado antes para entender lo que está pasando ahora. Me resulta muy interesante.
P. Hablando de los problemas de la sociedad, la vi muy activa en redes apoyando la campaña del #noesno. ¿Cómo vivió las multitudinarias manifestaciones del 8M?
R. Estuve en Barcelona en la Plaza San Jaume en el #noesno. Apoyo cien por cien a la mujer, estamos todavía en desigualdad, y en todo lo que sea reivindicar la igualdad y en tema de violencia de género hay que ser muy radical. Desgraciadamente lo seguimos viviendo, algunos lo ven y otros no…
P. Vox quiere derogar la ley de violencia de género. ¿Cómo se le queda el cuerpo?
R. Blanco. La sociedad está divida, unos pensamos de una manera, otros de otra, todo se puede escuchar. Pero por ahí yo no paso. Alegan que muchas denuncias no son reales, pero la estadística está ahí [0,0075% de denuncias falsas, según datos de la Fiscalía, de las 1.055.912 interpuestas entre 2009 y 2016] y hay que hablar con datos objetivos. Me gustaría mandar un mensaje: que la mujer sea valiente y que tire para adelante, que se sienta apoyada. Tenemos que ser fuertes, tenemos que estar unidas y no tener miedo.
P. ¿Irá al 8M?
R. Si no me pilla fuera en algún torneo, sí. No tiene que ser sólo un día, tenemos que reivindicarnos a diario, poner nuestro granito de arena para conseguir la igualdad. Nos la merecemos, llevamos muchos años luchando por ella. ¡Con lo que nos ha costado poder ir a votar!
P. ¿De qué se siente orgullosa?
R. De haber puesto mi granito de arena y de que el deporte que yo he practicado cuando lo deje quede mejor que cuando yo empecé.
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