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Cuánto vale el amor por un club

Muchos aficionados argentinos no pueden permitirse el enorme gasto de viajar a Madrid

Un aficionado de Boca  en Buenos Aires.
Un aficionado de Boca en Buenos Aires.Natacha Pisarenko (AP)

Los hinchas de River y de Boca se preguntan el quid del fanatismo: ¿hasta dónde llega el amor por su equipo? Y no se trata únicamente de una disyuntiva económica: así como muchos de ellos han acompañado a sus clubes por América y Japón en el Mundial de Clubes, ahora se preguntan si deben viajar a Europa para ver la final de la Copa Libertadores de… América. Muchos parecen haberse hartado pero otros están dispuestos a llegar a Madrid a toda costa: los vuelos directos en algunas aerolíneas se agotaron en un puñado de horas en la noche del jueves y las compañías aéreas planifican sumar nuevos vuelos.

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“Dos empresas áreas, Aerolíneas Argentinas y Air Europa, están en este momento en mi residencia y me contaron que ayer [por el jueves] vendieron todos los pasajes en tres horas”, contó este viernes el embajador argentino en España, Ramón Puerta. “Ahora están viendo cómo fortalecen eso [los vuelos]. Y se hace exactamente lo mismo desde otras capitales sudamericanas como Montevideo, Santiago, Lima y Asunción”, agregó el funcionario.

Aunque es difícil calcularlo, se estima que entre 6.000 y 10.000 hinchas viajarán desde Argentina a Madrid, aunque la mayoría de ellos lo hará a través de vuelos con más de una escala. Si un pasaje directo entre ambas capitales ayer al mediodía ya superaba los 100.000 pesos argentinos (2.300 euros), con mayor disponibilidad de horarios y buena predisposición para pasar más de 10 horas en las salas de espera de uno o dos aeropuertos las tarifas bajaban hasta los 37.000 pesos (850 euros).

“Fui monitoreando los vuelos Buenos Aires-Madrid, ida y vuelta”, escribió Trancredi Palmeri, periodista de CNN, en Twitter. “Hasta las ocho de la noche [del jueves], hora europea, costaban 650 euros. Poquito más tarde, justo después del anuncio oficial, los mismos vuelos salían por 2.100”. En otros casos, han subido hasta un 70%.

Los precios son altísimos para la realidad económica de Argentina. El salario medio es de 365 euros, según el Ministerio de Trabajo, 17 puntos por debajo de la inflación, que en septiembre pasado fue del 40,5%. La entrada más barata para el encuentro en el Monumental era de 20 euros. Los precios para el Bernabéu serán seguramente mucho más altos.

Miles de hinchas de River y Boca se cuestionan, por ejemplo, si sus familias merecen que se ausenten de sus casas al menos tres días. O simplemente, por qué deben definir la Copa Libertadores en otro continente. “Me encantaría ir pero no voy”, dice Juan José Becerra, escritor e hincha de Boca. “Estoy en desacuerdo con la elección de la sede, y no por el Bernabéu sino por Europa. Cualquier épica que sucederá ahí sucederá sin su geografía. El partido se convertirá en un episodio distante para la gente que tenemos relación casi familiar con nuestros equipos: va a ser como ver la final de la Champions. Además hay un deslizamiento de espectáculo de high class. Solo podrán viajar hinchas adinerados, como en los Mundiales”, agrega.

“No puedo ir por una imposibilidad económica”, coincide Cristian Krom, presidente de la subcomisión de hinchas de River. “Se me hace muy difícil afrontar este gasto de un día para el otro. Estoy indignado, triste. Era el sueño de nuestras vidas, definir el torneo en nuestra cancha, con todo el trabajo que habíamos hecho. Es una falta de respeto. Pero como nunca importa el hincha, quedamos al margen”, dice Krom, que para el fallido partido del sábado en el Monumental había preparado junto a sus compañeros un recibimiento con 40.000 globos y 250 banderas que cubrirían las tribunas.

Quienes no tendrán problemas de dinero son las barras bravas, también expertas en sortear los impedimentos de la justicia. Los jefes de la hinchada de Boca, Rafael Di Zeo y Mauro Martín, ya estuvieron este año en el Camp Nou durante el Gamper. Ambos se enfrentan a causas judiciales por violencia y tuvieron el disimulo de viajar en un vuelo diferente al del plantel. La connivencia entre los clubes —en este caso Boca— y los barrabravas tocó su punto máximo cuando otros siete integrantes de la hinchada viajaron en el mismo avión que los jugadores.

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