El electrocardiograma, una asignatura pendiente en el fútbol español
La mitad de las federaciones autonómicas no incluyen explícitamente esta prueba en las revisiones médicas de los jugadores
En España se producen entre 15 y 20 muertes súbitas en jóvenes deportistas (menores de 35 años) al año, según la Sociedad Española de Cardiología. Aunque es difícil dar con la cifra exacta de cuántos de ellos son futbolistas, Araceli Boraita, jefa de Cardiología en el Consejo Superior de Deportes (CSD), comenta que estos casos tienen especial incidencia en el deporte rey por ser la actividad más popular entre los jóvenes y por ser un ejercicio especialmente aeróbico, con aceleraciones y paradas bruscas que suponen exigencias cardiacas máximas.
La muerte súbita, afirman los expertos, es traicionera, y a veces ni los sistemas de detección más sofisticados son capaces de evitarla por completo. Pero existen formas de reducir las probabilidades de que suceda. Una de las más básicas es el electrocardiograma en reposo, una prueba médica que registra desde 12 puntos distintos cómo se genera y se propaga la actividad eléctrica en cada latido. Esto permite ver con cierta nitidez anomalías como la miocardiopatía, la primera causa de muerte en enfermedades del corazón, arritmias o defectos en el riego sanguíneo.
La prueba del electrocardiograma, obligatoria en países como Italia desde hace tres décadas, no está contemplada como tal en la actual Ley del Deporte. Una modificación de la normativa en 2007 obligó a los clubes de fútbol a hacer revisiones médicas completas, pero dejó la puerta abierta a que estas se limiten a una historia clínica y una exploración básica. Este es el principal motivo por el que, de las 19 federaciones autonómicas que hay en España (todas tienen transferidas las competencias de las revisiones médicas), 11 no hayan obligado aún a pasarla a sus jugadores de fútbol base (hasta los 18 años) en, al menos, varias etapas de su formación. Se trata de Aragón, Canarias, Castilla y León, Andalucía, Extremadura, Galicia, Navarra, Ceuta, Melilla, Asturias y Murcia (es obligatoria a partir de los 16). Conscientes de su importancia, en todas ellas se están dando ya los primeros pasos para la implantación del electro a partir de los próximos años.
Es el caso, por ejemplo, de la asturiana, donde reconocen que existe ya un preacuerdo en el Consejo de Administración de la Mutualidad para hallar el modo de que el seguro de los futbolistas se haga cargo de forma completa del coste de la prueba y que este no repercuta en la cuota a pagar por los clubes. Algo parecido sucede en Canarias: allí, la necesidad de implantar el electro se topa con las dificultades económicas de unos equipos de fútbol que trabajan con presupuestos muy ajustados, de modo que subir la cuota de inscripción, aunque sea para incluir en los reconocimientos una prueba que puede salvar vidas, supone para algunos clubes la diferencia entre poder inscribirse o no hacerlo. En Andalucía, la más numerosa con 150.000 fichas, apuntan también a que quieren implantar ya el electro; y en Murcia cuentan además con desfibriladores en todas las instalaciones municipales.
Existen, sin embargo, territorios donde ya no se da el “apto” en la ficha sin que el jugador haya pasado un examen cardiológico relativamente completo o donde, al menos, la implantación de la prueba está casi generalizada. Son Cantabria, Castilla la Mancha, País Vasco, Baleares (hasta los 12 y 13 años), Madrid, Valencia, Cataluña y La Rioja.
Una de las regiones punteras es el País Vasco, donde las revisiones médicas están controladas a su vez por las federaciones territoriales de Álava, Vizcaya y Gipuzkoa. En esta última el electro es obligatorio desde mediados de los años 80. “Guardar los electrocardiogramas desde hace tantos años nos permite tener un registro de cada jugador y compararlo con los de años anteriores, lo que es muy útil en muchos casos para ver la evolución de ese corazón”, comenta el médico encargado de las revisiones en Guipuzkoa, José Manuel González Aramendi.
En Valencia, por ejemplo, la muerte la temporada pasada de Nacho Barberá, jugador cadete del Alzira, aceleró significativamente todo el proceso: a partir de esta temporada, el electrocardiograma es obligatorio para sus 105.000 fichas federativas.
Detrás de Valencia fue Madrid, que empezó con 4.700 pruebas a principios de temporada que sirvieron para detectar seis casos de jugadores con alteraciones. “En términos relativos, no es mucho ni hay motivo para la alarma, pero cada caso detectado es importante porque es un jugador que evitamos que esté en riesgo”, comentan desde la federación. El pasado 28 de marzo informaron de que habían alcanzado las primeras 55.000 pruebas, y tienen previsto ampliar el electro paulatinamente a partir de la temporada que viene a los 110.000 jugadores y técnicos de la región.
El valor de detectar cada caso lo conoce bien Aitor Ibargüen, exjugador del Oyarzun (San Sebastián) de 21 años. Hace cuatro el doctor Aramendi detectó en un electro que su corazón tenía una comunicación anómala. Hoy, Ibargüen ha dejado el fútbol por otros motivos, pero comenta: “Yo no notaba nada. Si no me hubieran hecho la prueba, no hubiese sabido lo que tenía. Debe ser obligatoria sin ninguna duda”.
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