El auge silencioso del fútbol femenino en Argentina
El deporte tiene cada vez más adherentes pero la alta competencia es amateur y la selección recibe pocos apoyos
“La selección femenina cobrará lo mismo que la masculina”. El titular, publicado en EL PAÍS días atrás, no habla de Argentina, donde el combinado nacional consiguió una sufrida clasificación al Mundial de Rusia 2018, sino de Noruega, donde, al igual que en Dinamarca y Estados Unidos, el fútbol femenino es profesional e igualitario. En Argentina, por el contrario, se da una extraña combinación de extremos: son cada vez más mujeres practican el deporte más popular, pero la alta competencia está lejos de profesionalizarse.
Las jugadoras de la selección argentina están en conflicto con la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), que les adeuda desde agosto un pequeño viático, su único ingreso, por las jornadas de entrenamiento preparatorias para un amistoso contra Uruguay. Fue el primer partido tras dos años, un mes y 12 días de crisis institucional, herencia de los Juegos Panamericanos de Toronto 2015, donde las albicelestes clasificaron últimas y perdieron a su entrenador, el campeón mundial en México 86, Julio Olarticoechea. Este domingo, empataron 2 a 2 con su par de Chile en un amistoso preparatorio de cara a la Copa América de 2018.
A diferencia de Messi y compañía, las internacionales argentinas no perciben premios ni tienen salario. El único pago es un viático diario de 150 pesos (8,50 dólares) por entrenar y 25 dólares cuando toca viajar. Las prácticas son en el predio que la AFA a una hora de Buenos Aires, por lo que muchas tienen que cubrir grandes distancias en transporte público. Ellas piden al menos 500 pesos por día.
“Muchas veces mi sueldo no me alcanza para fin de mes y tengo que pedir ayuda a mis padres solo para seguir manteniendo esa ilusión de que un día el fútbol femenino, acá en Argentina, pueda llegar a ser un poquito mejor”, cuenta Adriana Sachs, defensa de 24 años del equipo UAI Urquiza, una de las cuatro potencias en la actividad junto a River, Boca y San Lorenzo. Sachs es empleada de limpieza del club al que representa.
“Me levanto 6:45 para ir a trabajar. El horario que hago es el más corto, de 8 a 12, porque si hago el de 8 horas no me dan los horarios para llegar al entrenamiento”, relata la mujer. “Salgo de trabajar, voy a mi casa, busco la ropa de entrenamiento, me alimento y salgo para el club”. El sueño de la jugadora es irse a Europa, un sueño que ya cumplió Yael Oviedo, delantera del Granada de España, quien sí vive del fútbol
“En España las condiciones son mucho mejores”, dice Oviedo, de 25 años, “hay una liga de primera donde las jugadoras ganan muy bien y la selección juega amistosos en Francia, Alemania y todo tipo de lugares”. “Yo vivo en una casa que es del club y no pago transporte porque me manejo con móviles del club. En Sudamérica, incluso, Argentina está muy debajo del resto y siendo un país tan futbolero es lamentable”, agrega. “Esto se podría solucionar de 10 mil maneras. Con un peso por entrada de cualquier partido de Boca cobran un sueldo todas las chicas. Creo que todavía estamos en un país machista que cree que las mujeres tienen que ir a lavar los platos”, reflexiona.
“Un gran porcentaje de la población no sabe que se juega fútbol femenino en Argentina”, lamenta Ricardo Pinela, presidente de UAI Urquiza y, a la vez, titular de la comisión de Fútbol Femenino en AFA. “No tiene nada que ver lo que es Europa con Argentina, donde a mi entender nunca se trabajó con un proyecto específico femenino, sino que recién se armó a partir de una inquietud personal del actual presidente (Claudio Chiqui Tapia) cuando asumió como vicepresidente tercero”, asevera.
Consultado sobre el conflicto que la federación mantiene con las jugadoras, el dirigente explicó que “tiene que ver con que la selección femenina hace varios años cobraba viáticos por entrenamientos y era la única. El resto lo hacía cuando se preparaba para un torneo. Ahora se planteó que las selecciones tengan una continuidad de trabajo, con lo cual esto no estaba presupuestado”.
La actividad, sin embargo, crece como el césped de un campo abandonado. Las canchas de alquiler de la ciudad de Buenos Aires reservan al menos una hora diaria a equipos conformados por mujeres. El principal símbolo de ese éxito es el torneo Gambeta Femenina, que en los últimos 11 años vio pasar a más de 10.000 chicas que cambian de a poco la tendencia de que el fútbol es sólo cosa de hombres.
“Cuando arrancamos, en 2006, teníamos seis equipos, estaba en auge el hockey y nos decían que estábamos locos, pero hoy la locura es la cantidad de equipos que se inscribieron”, explica Maximiliano Marcovich, uno de los organizadores de Gambeta Femenina. El torneo usa tres complejos durante cuatro días a la semana para que jueguen los 216 equipos que se inscribieron en 2017.
En Argentina sólo existe una liga de primera división de fútbol femenino, con 14 equipos y una de segunda con 18. Todavía falta generar toda la tira de divisiones juveniles y muchos clubes no tienen la infraestructura necesaria. Una resolución de Conmebol que regirá desde 2019 obligará a los clubes que quieran jugar copas internacionales masculinas a tener también fútbol femenino.
Pinela cree que “el fútbol femenino va camino a profesionalizarse, aunque eso no va a pasar en menos de cinco años, porque no están dadas las condiciones en el país para que eso pase. Hoy no es sustentable y hay que trabajar en ese sentido”. “Hoy", dice, "los colegios no desarrollan el fútbol femenino, hay que generar entrenadores y profesores de educación física mujeres, pero fundamentalmente hay que generar dirigentes de fútbol mujeres. El fútbol no está acostumbrado a trabajar con mujeres”.
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