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La Copa América, sin dirigentes

Sumida en un mutismo institucional casi absoluto tras el escándalo de la FIFA, la Conmebol confía en que las estrellas del fútbol distraigan a los aficionados

Santiago de Chile -
Michelle Bachelet, la ministra chilena del Deporte, Natalia Riffo y el vicepresidente de la Conmebol, Sergio Jadue.
Michelle Bachelet, la ministra chilena del Deporte, Natalia Riffo y el vicepresidente de la Conmebol, Sergio Jadue.O. Villarroel (EFE)

El hotel Grand Hyatt, en el exclusivo barrio de Las Condes, es el supuesto cuartel general de los dirigentes del fútbol sudamericano en esta Copa América. Los periodistas les esperan, pero nadie les ha visto. Los agentes de seguridad apostados a la puerta tampoco saben nada al respecto. El presidente de la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol), el paraguayo Juan Ángel Napout, no ha sido visto públicamente desde que, a finales de mayo, estalló el inmenso escándalo de corrupción que ha abierto en canal a la FIFA. No le pareció oportuno asistir a la ceremonia inaugural del campeonato, donde le tocó al presidente de la federación chilena, Sergio Jadue (también sospechoso de sobornos, que él niega), ser el único representante visible de la Conmebol, aquella que en sus estatutos tiene entre sus fines “promover la integridad, el comportamiento ético y la deportividad con el fin de impedir la corrupción del fútbol”.

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Los máximos responsables de las federaciones nacionales son miembros del Comité Ejecutivo de la institución, pero tampoco participaron en la inauguración. Tres tenían una buena coartada: el presidente de la venezolana, Rafael Esquivel, el de la uruguaya, Eugenio Figueredo y el expresidente de la brasileña, José María Marín, estos dos últimos detenidos en Zúrich. Muy lejano queda el ambiente ostentoso de la última edición, hace cuatro años, cuando en la gala el cantante argentino Diego Torres, acompañado por la brasileña Ivete Sangalo, cantó el himno oficial Creo en América. No se ven trajes oscuros en los estadios. Sumida en un mutismo institucional casi absoluto, la organización confía en que los Messi, Neymar y Alexis Sánchez distraigan a los apasionados de un deporte que comienza a oler a podrido.

Los nombres y logos de las empresas de marketing deportivo Traffic, Full Play y Torneos y Competencias, socios históricos de la Conmebol e implicadas en los delitos investigados, han sido borrados a toda prisa de las vallas publicitarias. Reina el silencio institucional: no hay ruedas de prensa oficiales que expongan a ningún funcionario a preguntas incómodas que puedan, por un momento, arruinar “la fiesta del fútbol”. Solo el tesorero de la organización y presidente de la Federación Boliviana, Carlos Chávez, que sí está en Chile, ha confirmado el pago mensual de 10.000 dólares a los presidentes de cada federación: “No un suelo, sino una dieta, que no hay por qué ocultar”. Chávez, cuya renuncia ha pedido incluso el presidente boliviano Evo Morales, fue interrogado cuando salía del país y cerca estuvo de quedar detenido en el aeropuerto.

La corrupción pone en suspenso el torneo del centenario

La Copa Chile 2015 se juega a la sombra de un escándalo que cuenta ya entre sus víctimas, además de a Joseph Blatter y varios dirigentes federativos de la Conmebol, a la propia Copa América: se da casi por seguro que la Copa del Centenario 2016 (una edición extemporánea y especial a disputarse en Estados Unidos 100 años después de la primera, jugada en Buenos Aires) ya no se celebrará el próximo año, después de que la fiscal jefe de EEUU, Loretta Lynch, afirmase públicamente que su investigación “reveló que lo que debería haber sido una expresión del deporte internacional fue usado como vehículo dentro de un esquema más amplio para forrarles los bolsillos a los ejecutivos con sobornos de cerca de 110 millones de dólares, casi una tercera parte del costo legítimo de los derechos a los torneos involucrados”. El secretario general de la Conmebol, el argentino José Luis Meiszner, dijo hace dos semanas: “Hoy por hoy hay que ponerle un extraordinario interrogante a la posibilidad de jugar esa copa”.

La Copa América es uno de los eventos deportivos más vistos del planeta: en 2011 se calculó una audiencia acumulada de 5.000 millones de espectadores. Desde 1986 sus derechos comerciales han sido controlados por una sola compañía: la brasileña Traffic Sports. Su fundador, Jose Hawilla, ha confesado al FBI el pago de sobornos millonarios a máximos dirigentes del fútbol latinoamericano a cambio de eludir la cárcel.

La voluntad política de las autoridades estadounidenses parece cercar definitivamente la impunidad característica de las federaciones latinoamericanas, cuyos presidentes suelen acumular mandatos de dos o tres décadas. De las 14 personas inculpadas hasta ahora, 12 son latinoamericanos y caribeños. Se les acusa de sobornos por valor de 110 millones de dólares relacionados con los derechos televisivos de cuadro ediciones de la Copa América. A iniciativa del ministerio público chileno, las fiscalías del Mercosur han acordado solicitar a Estados Unidos los antecedentes como paso previo a la posible interposición de querellas penales en cada país. La marea ha llegado hasta el Vaticano: el pasado viernes se supo que el Papa Francisco ha cancelado el acuerdo de donación de 10.000 dólares por gol (para fines educativos) que impulsó en abril.

Inmunidad suspendida

El Senado paraguayo retiró la semana pasada una ley que otorgaba inmunidad diplomática a la sede de la Conmebol, sita en Luque. La sorprendente norma había sido aprobada en 1997, después de que el entonces presidente de la institución, Nicolás Leoz, hoy bajo arresto domiciliario a sus 86 años, hiciera lobby para proteger sus oficinas de toda intervención legal. Leoz declaró una vez que sólo el Vaticano disfrutaba de la misma clase de “inmunidad y privilegios totales” que ellos. En una nota emitida posteriormente a esta pérdida de inviolabilidad, la Conmebol afirma tener “esperanza en que este tipo de medidas contribuyan a la claridad de sus actividades”, además de querer “cooperar por completo”. Quizá la aparición de sus máximos dirigentes por el torneo más importante del continente acabe dando fuste a sus palabras.

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