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Jeremy Allen White: “Para hacer de Bruce Springsteen me olvidé de Bruce e interpreté a un joven músico”

La estrella de la serie ‘The Bear’ y el director Scott Cooper presentan ‘Springsteen: Deliver Me From Nowhere’, película que describe los meses de creación del álbum ‘Nebraska’, con el rockero atravesando una depresión y huyendo del éxito

Jeremy Allen White, en Madrid, durante la presentación de 'Springsteen: Deliver Me from Nowhere' en Madrid, este martes.Vídeo: ZIPI (EFE)
Gregorio Belinchón

Desde 1986, Bruce Springsteen ha ido rechazando una tras otra todas las ofertas que le han ido llegando para hacer películas sobre su vida. Desde 1986... hasta finales de 2023, cuando el director Scott Cooper (Abingdon, Virginia, 55 años) se sentó junto al escritor Warren Zanes delante de Springsteen y Jon Landau, su representante y su hombro sobre el que llorar. Zanes es el autor de Deliver Me From Nowhere, un libro que relata los meses en los que el rockero, tras el exitazo de The River (1980), lucha por no ser devorado por la depresión y mantener su pureza creativa por encima de presiones de su discográfica, una batalla —la artística— que ganará con el lanzamiento de Nebraska (1982). Cooper escribió el guion mientras Zanes acababa el libro. Y allí estaba el cuarteto, decidiendo si la negativa de Springsteen a un biopic se resquebrajaba. O no.

Obviamente, si Cooper y el actor Jeremy Allen White (Brooklyn, Nueva York, 34 años) están ahora de promoción en Madrid de la película Springsteen: Deliver Me From Nowhere, que se estrena en salas españolas el 24 de octubre, es porque obtuvieron su aprobación. “Bruce había leído el libreto, y me pidió una lectura con Landau y Zanes”, rememora Cooper. “¿Y sabes qué? Que yo no tenía ni idea de qué podía pasar. Por suerte fui actor, y usé aquellas herramientas en la lectura. Tampoco soy capaz de decirte si lo hice bien, pero al acabar, Bruce se levantó, aplaudió y dijo: ‘Fantástico. Hagamos la película“.

A su lado, la estrella de la serie The Bear, mucho más parco en palabras, sonríe sin más. White entró en el proyecto más tarde, y ha construido su interpretación sin maquillajes ni aditamentos. Ni mucho menos imitaciones. Salvo en las canciones, que el actor ha afrontado tras meses con profesores de canto que le han llevado a una versión muy fiel al de la voz del artista a inicios de los ochenta.

“El esfuerzo ha valido la pena”, arranca White, que además sintió la sombra de Springsteen constantemente: el músico visitó el rodaje en numerosas ocasiones. “Desde el inicio tuve claro que si quería encarnar bien a Bruce Springsteen, debía olvidarme de Bruce, de la imagen que tenemos de él, y afrontarlo como un joven músico al borde del estrellato, ese tipo que atraviesa una depresión y a la vez decide que el disco siguiente será como él quiera; que espera desentrañar sus miedos nacidos de su pasado familiar y que a la vez no quiere perderse en su ruta hacia el futuro, llegue o no el éxito”.

Ya, pero lo de Springsteen en el rodaje, ¿qué tal lo llevó? “Pues muy bien, porque nos sirvió para chequear muchísimos detalles que por muy bien documentado que estés, solo él podía aclarar. Por ejemplo, grabó las canciones de Nebraska en su dormitorio. ¿Tocaba sentado en la cama? ¿En el suelo? Pero es cierto que al principio pensé que venía a juzgarnos, y pronto descubrí que en realidad lo que quería era mostrarnos su apoyo. Al menos, así lo viví yo”. Cooper apunta que les confesó que la canción que Bruce considera más difícil de interpretar es Born in the USA: “Nos dijo que cuando la pone en sus set lists sabe que tiene que irse preparando en el tema anterior. Que solo se puede encarar creyéndotela, que es una canción que demanda un esfuerzo superior”.

Lo increíble no es que Springsteen lograra sacar un disco tan oscuro como Nebraska contra viento y marea, sino que a la vez compuso algunos de los temazos que luego agruparía en Born in the USA, como I’m On Fire o la que daría título al álbum de 1984, y decidió no ponerlos en un disco doloroso, sombrío, que hunde sus entrañas en los males de EE UU y del ser humano, y completamente alejado de adornos de orquesta: solo se escucha a Springsteen en Nebraska. “Yo solo puedo ver en esto”, dice el actor, “honestidad y verdad. Como ahora, que habla sobre Trump cuando el resto de la gente está nerviosa”.

En la película nunca hubo líneas rojas desde Springsteen. Pero ¿y ellos? “Como artista, siendo fiel a Bruce”, apunta Allen. “Al principio me sobrepasó el peso de la leyenda. Luego entendí que no podía contentar a todos”. Cooper aporta una anécdota, que se intuye en la relación reflejada en pantalla entre Landau (al que encarna Jeremy Strong) y Springsteen: “Jon me preguntó si yo era consciente de que Bruce lo controla todo. El orden en que salen las canciones en un álbum o en un concierto, las carátulas de los discos, sus apariciones... Porque durante medio siglo ha estado al volante, decidiendo cada paso. Y que la película era el primer producto relacionado con él que no iba a gobernar. Uf, así que me centré en el tono adecuado, en no traicionar una idea: que Nebraska se hizo de forma minimalista y, por tanto, una película sobre ese periodo tenía que acatar esa directriz, no ponerse espectacular”.

Si ha habido un músico que ha luchado por no ser sacralizado, este ha sido Springsteen. Así que jugar a desmitificar en pantalla alguien que ya viene desacralizado de casa no ha sido la carta que ha usado Cooper (responsable de Corazón rebelde, La ley del más fuerte u Hostiles). Por inservible. “Cierto, lo normal es proponer biopics a caballo entre desnudar al ser humano y escuchar sus grandes éxitos uno tras otro, como si echaras monedas a una gramola”, se arranca el cineasta. “Nosotros nos negamos. Muchas veces se espera que un músico busque aún más fama. Y Bruce tuvo el coraje de mirar en su interior y rechazarlo, optando por lo más inesperado. En vez de seguir construyendo su iconografía, su mito, hizo lo contrario. Y exponiendo sus sentimientos. Así que seguimos su liderazgo: espero que los espectadores vean a un ser humano cercano y con defectos, en lugar del icono”.

Con todo, por su género, Springsteen: Deliver Me From Nowhere es uno más en la inmensa oleada de biopics musicales estrenados en los últimos años. ¿Por qué esta moda? Allen responde: “No sé bien por qué, más allá de que efectivamente hay una audiencia para esos filmes. A mí siempre me parece muy útil que se enfoquen solo en un periodo particular de su vida. Además, en nuestro caso, es que es el periodo más importante en su vida, y el álbum que él está más orgulloso. Espero que la gente la vea como si se encontraran en su casa, a su lado, y que se dejen llevar por el río que es Bruce”.

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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.
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