Una estela funeraria guardada en una nave agrícola destapa una ciudad celtibérica bajo el municipio soriano de Borobia
En el pueblo se han hallado monedas y cerámicas de la desaparecida ciudad fortificada de Virovia


En 1971, a las afueras del municipio de Borobia (Soria, 250 habitantes), se hallaron tres estelas funerarias romanas que representaban a jinetes armados con lanzas y escudos. Fueron trasladadas al Museo Numantino de Soria. Pero poco después, en el mismo lugar, se halló una parte que le faltaba a una de ellas. Sorprendentemente, la pieza fue guardada en una nave agrícola local. En 2024, este fragmento fue redescubierto y analizado por varios investigadores del Instituto de Patrimonio y Humanidades de la Universidad de Zaragoza. Las conclusiones del estudio de la pieza, que publica la revista Archivo Español de Arqueología, son que la lápida puede representar a guerreros celtíberos (tropas auxiliares romanas) y que se colocó a las afueras del desaparecido oppidum (ciudad fortificada) de Virovia. Se sabe que esta ciudad existió, no porque haya escritos de la época sobre ella, sino porque se han hallado monedas de su ceca. Hasta ahora su ubicación resultaba un enigma. Es decir, según el trabajo Los guerreros de Borobia. Una nueva estela opistógrafa latina procedente de la provincia de Soria, bajo la Borobia actual se encuentra la Virovia celtibérica.
La estela fragmentada que se ha podido completar medía unos 140 centímetros. Tiene forma de paralelepípedo y fue trabajada por las dos caras. En ambas, muestra sendos jinetes, uno de ellos portando una lanza que apoya en el hombro. En uno de los lados, se lee la una inscripción: “Para Sempronio Aninio, hijo de Aplonio, Carisio Ambato con su dinero lo pagó” y, en el otro, “para Lucio Sempronio Ambato, hijo de Aninio se encargó de hacerlo”. Según los autores del estudio (los doctores Marta Chordá Pérez, Borja Díaz Ariño y Alberto Jiménez Carrera), la lápida “combina elementos claramente latinos e indígenas”.
Algunas de las monedas de la ceca de Virovia fueron encontradas dentro del término municipal de Borobia. “El hallazgo de varias piezas de uirouia [nombre de la ceca], sumado a la proximidad entre el topónimo antiguo y el reciente, permite sospechar que esa ciudad pudo haberse encontrado realmente en este lugar”. Además, añaden los investigadores, “en varias de las catas realizadas con motivo de intervención arqueológica llevada a cabo en el castillo de Borobia [en completa ruina] en 2018, en niveles muy alterados por las obras de adecuación del terreno de época medieval, se recuperaron algunos materiales cerámicos celtibéricos, que resultan acordes con la existencia de un asentamiento en época antigua”.
Frente al castillo se localiza, además, el cerro El Cabezo, de aproximadamente una hectárea. Este otero, según los expertos, cuenta con las “características orográficas que lo hacen adecuado para haber sido el solar de un pequeño oppidum celtibérico”. Los pueblos prerromanos construían sus asentamientos en zonas altas y los protegían de sus enemigos con murallas y fosos.
Como ni los historiadores Plinio y Ptolomeo, ni el Itinerario Antonino (una especie de Guía Michelín de la época) mencionan a Viriovia, los expertos creen que la ciudad pudo desaparecer en época Flavia (siglos I y II) y convertirse en un municipio latino. “Se trataría, por lo tanto, de un caso parecido a otras ciudades celtibéricas localizadas en la vertiente meridional del Moncayo, cuyos nombres conocemos exclusivamente por sus acuñaciones monetales, fechadas también entre las décadas finales del siglo II y comienzos del I”. Si bien estos oppida desaparecieron, “sus topónimos quedaron fosilizados, conservándose hasta el presente”.

Los guerreros a caballo, como los que se ven en las lápidas, pueden considerarse como uno de los elementos más arraigados en la cultura visual propia de las poblaciones autóctonas del valle del Duero y el Sistema Ibérico. “La mayoría de las monedas acuñadas por las cecas celtibéricas entre la segunda mitad del siglo II a. n. e. [a. C.] y las décadas iniciales del siglo I a. n. e. muestran en sus reversos la imagen de un jinete al galope, normalmente armado con lanza”, explican.
El término municipal de Borobia no ha sido objeto hasta la fecha de ninguna exploración arqueológica sistemática, aunque, desafortunadamente, hay indicios de una intensa actividad de excavaciones clandestinas en distintos lugares. Aun así, se han localizado dentro del casco urbano monedas celtibéricas y vasconas. De ellas, destacan varias de uirouia, una ceca que acuñó monedas de bronce en las décadas finales del siglo II a. C., y que incluían jinetes lanceros.
“La iconografía del jinete desempeñó un papel clave en la construcción de la imagen pública de las élites guerreras de la céltica hispana desde finales de la Edad del Hierro que, a partir del siglo II a. n. e., empezaron a servir de manera más o menos regular como tropas auxiliares en el ejército romano. Resulta seductora”, inciden, “la idea de que la perduración de esa particular iconografía en estelas de comienzos de época imperial pudiera estar relacionada precisamente con el reclutamiento de unidades de tropas auxiliares de caballería en la Celtiberia en época de Augusto o de sus inmediatos sucesores. A partir de mediados del siglo I d. C., el motivo del guerrero a caballo, normalmente armado con lanza y en ocasiones atacando a un enemigo tendido a sus pies y seguido de un sirviente a pie, se hizo muy popular en las estelas funerarias de militares de caballería desplegados en los límites del imperio”.
“La peculiar iconografía de las estelas de Borobia remite, por lo tanto, a modelos vinculados a ambientes militares”. Como los que encargaron las lápidas y los fallecidos no guardaban lazos familiares ―sus apellidos (praenomen, cognomen) no coinciden―, los expertos creen que se trata de “compañeros de armas que encargaron las ceremonias fúnebres de sus colegas muertos”.
“El conjunto epigráfico recuperado en Borobia”, concluyen, “obliga necesariamente a preguntarse sobre la hipotética existencia de un asentamiento de cierta entidad en este lugar. Se trata de una zona de singular importancia estratégica en la Antigüedad, ya que se encontraba en la ruta que comunicaba las ciudades de Bilbilis [Calatayud] y Numantia [Soria], permitiendo el acceso desde el valle del Jalón a la cabecera del Duero y, además, disponía de una notable riqueza minera con evidencias de haber sido explotada desde la Edad del Hierro”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma































































