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Andrea Jiménez y Victoria Szpunberg, la suma de dos figuras pujantes del teatro español

Las creadoras se han unido para explorar sobre el dolor en la obra ‘Vulcano’, producida por el Centro Dramático Nacional

Andrea Jiménez y Victoria Szpunberg, en el teatro Valle Inclán del Madrid, el sábado pasado.
Andrea Jiménez y Victoria Szpunberg, en el teatro Valle Inclán del Madrid, el sábado pasado.Claudio Álvarez
Rocío García

Una familia que arrastra una profunda herida. Un trauma del pasado en el que se combina la culpa y el rechazo. Una verdad difícil de consensuar. Unos relatos que cambian, se olvidan o se inventan. ¿Quién es la víctima y quién, el culpable? Vulcano, un radical espectáculo que combina el suspense y el humor, reúne por segunda vez a Andrea Jiménez (Madrid, 37 años) y Victoria Szpunberg (Buenos Aires, 51 años), dos figuras pujantes de la escena española contemporánea. Esta producción del Centro Dramático Nacional se representa en el Teatro Valle Inclán de Madrid hasta el próximo 13 de abril, y cuenta con Macarena Sanz, Alberto Ribalta, Eneko Sagardoy, Pilar Bergés e Iván López-Ortega como protagonistas.

Es sábado 8 de marzo y en la calle está lloviendo a mares. Coincidiendo con la celebración del Día de la Mujer, las trabajadoras del Centro Dramático Nacional han convocado una huelga esa tarde en el teatro por la brecha salarial que sufren frente a sus compañeros masculinos y que finalmente paralizará la función. Andrea Jiménez y Victoria Szpunberg llegan al encuentro con EL PAÍS con pocas horas de sueño, pero felices y vigorosas. Como su teatro: comprometido y sin miedo a la complejidad ni al riesgo, reflexivo pero sin renunciar a lo lúdico. Cuentan que para Vulcano se han buscado expresamente una a la otra, tras un primer encuentro auspiciado por Carme Portaceli para la obra Mal de coraçon, también con texto de Szpunberg y dirección de Jiménez, en torno a la combinación explosiva de “libertad y obediencia” de Santa Teresa de Jesús, que estrenaron en el Teatre Nacional de Catalunya hace dos años.

Los puntos de partida de Vulcano fueron la maldad, el dolor y la culpa. Temas que las dos creadoras centraron en uno más específico, el incendio en un edificio en el que habita una familia y que tiene consecuencias trágicas, provocando un trauma donde se combina la culpa y el rechazo. “La obra se centra en lo difícil que cómo para sobrevivir, inevitablemente, generamos relatos y esos relatos contienen olvidos, ausencias e invenciones”, explica Jiménez, autora y directora de la exitosa obra Casting Lear, que estrenó la temporada pasada.

Un momento de 'Vulcano', obra de Victoria Szpunberg dirigida por Andrea Jiménez.
Un momento de 'Vulcano', obra de Victoria Szpunberg dirigida por Andrea Jiménez.Bárbara Sánchez Palomero (CDN)

Pero Vulcano, con una escenografía rectangular sobre la que se puede proyectan vídeos que se graban en directo, no se detiene en ese incendio y sus consecuencias, sino que bucea en la soledad, la discapacidad, el machismo, los privilegios de clase o el amarillismo de los medios de comunicación y la sociedad. “No es una obra de denuncia, pero sí denuncia profundamente una sociedad”, señala Jiménez, mientras que Szpunberg apunta: “Lo básico es no abandonar la complejidad. Vivimos en una sociedad del bienestar, tenemos formación y el privilegio de poder hablar al público. Si nosotras no nos arriesgamos a pensar desde la complejidad, ¿quién lo puede hacer?”.

Una complejidad que Andrea Jiménez lleva practicando en las 18 obras teatrales que ha estrenado con su compañía Teatro en Vilo, que fundó en Londres con Noemí Rodríguez y después se trasladó a Madrid. No hay ensayos como tal, los actores no tienen que llegar con el texto aprendido. Es una metodología híbrida en la que con un inicio de texto se va gestando el resto, en residencias donde la premisa es el juego, la improvisación, las provocaciones y las distintas atmósferas que genera el equipo al completo, con unos actores concretos para los que se escribe de manera específica.

Szpunberg, radicada en Barcelona, se ha consolidado en los últimos años como autora con obras como El pes d’un cos, Mal de coraçon o L’imperatiu categòric y confiesa no tener ningún pudor a la hora de trabajar desde su propio yo. “Siempre he trabajado desde mi yo o desde el de los actores. Incluso la distinción entre la autoficción y la ficción me parece engañosa, se usa como una forma de denostar una relación más emocional con el relato. Porque una historia del yo merece ser contada. Puede ser igual de onanista una trama de ficción que una narrativa personal, la cosa está en cuántas capas, cuánta complejidad, cuánto juego y cuánto concepto generas en torno a eso para elevarlo. La búsqueda radical y exigente existe por igual en la ficción que en la autoficción. Se fracasa igual”, dice la directora.

Victoria Szpunberg (izquierda) y Andrea Jiménez, en el teatro Valle Inclán del Madrid, el sábado pasado.
Victoria Szpunberg (izquierda) y Andrea Jiménez, en el teatro Valle Inclán del Madrid, el sábado pasado.Claudio Álvarez

Y qué mejor fecha que el 8-M para traer a la conversación el feminismo. Ambas se muestran preocupadas por lo que califican de ola de reacción “virulenta” frente a las “quejas” hechas por las mujeres y el “resquemor subterráneo”, en palabras de Jiménez. “Estamos notando ya en contextos laborales algo así como una venganza. Mientras nosotras estábamos luchando como perras, ellos estaban tranquilos en su reino y, ahora, cuando han visto que las hormigas trabajadoras les empiezan a superar viene la desesperación”, añade la directora. Szpunberg, que en abril estrenará en el Teatre Nacional de Catalunya su nueva obra, La tercera fuga, dirigida por ella misma, subraya lo dificíl que ha sido para las mujeres acceder a las grandes instituciones teatrales. “Te dan oportunidades, pero también te empequeñecen. Yo quiero hablar del mundo y no del hecho de ser mujer”, dice Jiménez.

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Sobre la firma

Rocío García
Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid. Periodista en la redacción de EL PAÍS desde su creación en 1976. Ha ejercido su responsabilidad como jefa de sección de Cultura y Televisión, además de responsable del suplemento El Espectador. Especializada en cine y teatro.
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