‘The Monkey’: Osgood Perkins añade un gamberro sentido del humor a Stephen King
El director ofrece gore distinguido, expuesto a través de una atronadora coreografía de cada una de las muertes, repleta de inventiva y mala baba
El mono, relato de una treintena larga de páginas publicado inicialmente por Stephen King en 1980 en la revista Gallery, y posteriormente contenido en varias recopilaciones, es un cuento de terror con elementos clásicos, prosa evocadora, tono amargo y subtextos relacionados con la aflicción y los lazos consanguíneos. The Monkey, en versión cinematográfica de Osgood Perkins, es una salvaje fiesta del pavor, una sangrienta comedia amoral asentada en lo visual, una celebración de la risa, el miedo y la desfachatez.
Frente al terror elevado contemporáneo, ese concepto tan propagado por muchos como denostado por otros, el director de las estimulantes Soy la bonita criatura que vive en esta casa (2016), Gretel y Hansel: un oscuro cuento de hadas (2020) y Longlegs (2024) prefiere regresar al efervescente y dionisiaco miedo de los años ochenta. Echarse unas risas ante el pánico, de la mano de un gore elegante y un malsano sentido del humor alrededor de la familia, la madurez y el sexo. El hijo de Anthony Perkins merece que nunca más echemos mano del nombre de su padre para centrar su figura.
La trama general de The Monkey no está muy lejos de la de Muñeco diabólico (1988), aquella modesta película de Tom Holland convertida en saga y en parte de la cultura popular de aquellos años. Un juguete aparentemente infantil que mata, o que provoca muertes cuando se activa. Sin embargo, el cuento original de King, publicado ocho años antes de que Chucky empezara a apuñalar a indefensos, encerraba algunas claves relacionadas con la consanguinidad que poseían una relativa carga de profundidad. Una de ellas, la relacionada con la reconciliación entre un padre inseguro y un hijo díscolo gracias a la valentía, justo con la que termina el cuento, no le interesa en absoluto a Perkins, que la destierra por completo de la película. A él estas cosas redentoras de gravedad máxima tienen pinta de importunarle. La segunda, en cambio, mucho más áspera, la subraya: el odio entre dos hermanos gemelos radicalmente opuestos en cuanto a carácter, marcado además por el dominio absoluto de uno sobre otro.
De todos modos, sería un error centrar la crítica en los aspectos psicológicos cuando lo esencial de The Monkey es el aspecto visual y narrativo, y sobre todo su tono desprejuiciado, en una película que solo decae un tanto en el inicio de su último tercio, cuando Perkins se enreda con la aparición de un personaje terciario que poco aporta a la base de la historia y entra a formar parte del triángulo principal, el de los dos hermanos, ya en la madurez, y el hijo adolescente de uno de ellos. Un rol que apenas le sirve para reunirlos en un clímax final no ya reinventado del de King sino completamente original, pues en nada se parecen.
Lo que Perkins ofrece aquí es gore distinguido, expuesto a través de una atronadora coreografía de cada una de las muertes, repleta de inventiva y mala baba. Y la energía cómica de sus elipsis, de esos saltos en el espacio y en el tiempo fundamentados en el contraste y en el manejo del tempo de montaje, siempre en pos de la carcajada, completando así una orgía de sana fisicidad para el espectador. Para la piel de gallina de la sorpresa, y aún más para la mandíbula de la risotada.
The Monkey
Dirección: Osgood Perkins.
Intérpretes: Osgood Perkins, Theo James, Tatiana Maslany, Conan O’Brien, Christian Convery.
Género: terror. EE UU, 2025.
Duración: 98 minutos.
Estreno: 21 de febrero.
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