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Verdades y mentiras sobre el Rock Radical Vasco: ¿se aprovechó la izquierda abertzale del movimiento?

En ‘Fiesta y rebeldía’, un libro de 800 páginas, 71 protagonistas desglosan las interioridades de un estilo que conjuga música, heroína, política, excitación cultural y calle, mucha calle

Eskorbuto en los años 80: desde la izquierda Iosu Expósito, Pako Galán y Juanma Suárez, en una imagen de Juantxu Rodríguez cedida por la editorial Liburuak.
Eskorbuto en los años 80: desde la izquierda Iosu Expósito, Pako Galán y Juanma Suárez, en una imagen de Juantxu Rodríguez cedida por la editorial Liburuak.Juantxu Rodríguez - Euskadiko Artxibo Historikoa/Archivo Histórico de Euskadi
Carlos Marcos

Si alguien fue joven a principios de los ochenta en el País Vasco sabrá de qué va esto: botes de humo, carreras trastabilladas, angustia en la cola del paro, rabia. Una complicada situación política y social que muchos jóvenes decidieron desahogar a través del punk. Pero no solo: alrededor de la música se vivió un ambiente de excitación cultural al que se sumaron emisoras de radio, fanzines, periódicos, locales donde tocar (los populares gaztetxes), compañías de discos, iniciativas de autogestión... La etiqueta, Rock Radical Vasco, surge en octubre de 1983 en un festival en el polígono de Tiro de las Bardenas en Tudela (Navarra). Bajo el lema de El rock de Euskadi contra la OTAN actuaron Eskorbuto, Barricada, La Polla Records, Hertzainak, Zarama, RIP y Basura. El declive llega a finales de la década de los ochenta.

Se acaba de publicar Fiesta y rebeldía. Historia oral del Rock Radical Vasco (Ed. Liburuak), escrito por Javier Corral Jerry (Bilbao, 65 años), un hombre que no habla de oídas: estuvo en todas, en el local de ensayo con Eskorbuto o con Las Vulpes, o en los recitales masivos de Kortatu. Además de recurrir a lo vivido, Jerry ha entrevistado a 71 protagonistas para componer el documento definitivo (842 páginas) de este movimiento. “Ha sido el fenómeno musical más popular y más fuerte surgido en Euskadi. Se puede afirmar que forma parte del folclore vasco”, señala. Planteamos a Jerry varias cuestiones para conocer las claves del movimiento:

El concierto de los Clash en 1981, aunque no fue el mejor de los ingleses, fue clave para iniciar el Rock Radical Vasco

“Verdadero. Fue en el Velódromo de Anoeta en mayo de 1981 y ante 7.000 personas, entre ellas músicos que luego formaron bandas como Kortatu o Hertzainak. Aunque en aquellos tiempos era habitual que los conciertos sonasen mal, el de los Clash fue especialmente malo. Lo que pasa es que era tal la excitación y el ser conscientes de que aquello era histórico, que en la memoria ha quedado como un concierto en el que nos lo pasamos muy bien”, afirma Jerry. En una entrevista publicada en EL PAÍS hace una semana, Fermin Muguruza, que estuvo allí y luego montó Kortatu, asegura: “Ese concierto fue una revelación”.

Evaristo Páramos en un concierto de La Polla Records en los ochenta.
Evaristo Páramos en un concierto de La Polla Records en los ochenta. Jon Iraundegi

Sin el punk inglés (Sex Pistols, The Clash, Dead Kennedys) no hubiese existido el Rock Radical Vasco

“Verdadero. Pero hay que tener en cuenta que el Rock Radical Vasco [RRV] no es un género, es un conglomerado de estilos y actitudes. Coinciden en el tiempo y en el lugar, y en que la temática era muy social. Pero había grupos que venían del punk (RIP, Eskorbuto, Cicatriz), del ska influido por 2 Tone (Potato, Tijuana In Blue, Kortatu) y luego había una tercera pata que era de rock urbano, que venía de Leño, y ahí estaba Barricada o Belladona”, informa Jerry.

A la mayoría de los grupos les molestó la etiqueta

“Sí. A ningún artista le gusta que le etiqueten. Ocurre siempre. Otra cosa es que con el paso del tiempo se hayan dado cuenta de que esa etiqueta, Rock Radical Vasco, les beneficiara, sobre todo para darse a conocer en el exterior. Había grupos de Galicia o Madrid que decían que hacían rock radical vasco, lo cual es muy gracioso”, explica el autor de Fiesta y rebeldía. En el libro, Evaristo Páramos, alma de La Polla Records, señala sobre este tema: “Fuimos el máximo exponente del RRV porque no nos tomamos la molestia de negarlo. Nos parecía todo tan absurdo que no dijimos ni pío. Es como si te dicen ‘silla’ y desmiento ‘silla’, ¿me explico?”. Muguruza se ha reconciliado con el término: “Era una etiqueta que odiábamos a muerte, pero yo ahora la defiendo, porque no me parece mal que se englobe y que se dé un nombre. Porque, como dijo alguien: era rock, radical y vasco”.

El RRV fue una respuesta a la Movida

“No diría eso”, afirma Jerry. “Otra cosa es que una etiqueta siempre es más vendible. Era como decir: si en Madrid tenían la Movida, en el País Vasco vamos a tener el Rock Radical Vasco. Pero no fue una respuesta a la Movida de forma natural. Las bandas vascas no estaban pensando en que en Madrid se hacía una música más colorista y que ellos la hacían más dura. Eso no”.

Las bandas del RRV venían de la clase obrera en contraposición a las de la Movida, que provenían de la burguesía

“No tanto. Muchos grupos del RRV nacieron en la periferia, provenientes de zonas humildes, donde había mucho paro por la reindustralización. Pero también había bandas de estratos obreros en Madrid y Barcelona, como La UVI, La Banda Trapera del Río, Decibelios, Larsen, PVP…”, señala el autor del libro.

La izquierda abertzale se aprovechó del movimiento

Jerry: “La izquierda abertzale era muy reacia al rock, porque lo consideraba imperialista, un estilo que venía de Estados Unidos; y ellos ya tenían su música en euskera en las voces de Mikel Laboa o Benito Lertxundi. Pero luego existe una transformación importante en la izquierda, propiciada sobre todo por los jóvenes, que se sienten identificados con el empuje y las letras de los grupos punk. De forma gráfica se dice que se pasa del kaiku [chaqueta típica vasca] a la chupa de cuero. En los inicios es Euskadiko Ezkerra quien apoya más el rock, pero luego es HB [Herri Batasuna] la que toma la iniciativa; y lo hace bien para sus intereses, que no nos olvidemos que el objetivo de todo partido político es conseguir votos, como hizo el PSOE con su apoyo a la Movida”.

Fermin Muguruza (saltando) y su hermano Iñigo en los primeros años de Kortatu.
Fermin Muguruza (saltando) y su hermano Iñigo en los primeros años de Kortatu. Jon Iraundegi

Los grupos se aprovecharon de la izquierda abertzale

“A los grupos les vino bien que se organizaran campañas como Martxa Eta Borroka [Marcha y lucha, festivales y encuentros culturales organizados y financiados por la izquierda abertzale], porque contaron con unas infraestructuras a nivel técnico y económico muy buenas. Sí, les pudo beneficiar. ¿Se hicieron de HB por interés? Bueno, en general la mayoría de los grupos eran vasquistas y de izquierdas, pero eso no significaba que votasen a HB. Hay letras de canciones de RIP, Eskorbuto o Hertzainak donde increpan a esas siglas que les organizaban los conciertos. Yo creo que la mayoría eran ácratas o de izquierda, pero luego algunos se alineaban con un partido en concreto y otros no”, explica el autor del libro. Una de las canciones más claras en ese sentido es A la mierda el País Vasco, de Eskorbuto, donde cantan: “Las gestoras pro-amnistía dormían mientras nosotros nos pudríamos de asco. / A la mierda, a la mierda, a la mierda el País Vasco”. En un concierto de Martxa Eta Borroka, Natxo, cantante de Cicatriz, voceó el sentir de algunas bandas del movimiento: “Antes éramos unos drogadictos hijos de puta y ahora somos jóvenes revolucionarios vascos. ¡Que os den por culo! ¡No los votéis!”.

La heroína fue responsable de mermar el movimiento

“Es evidente, pero no solo azotó al País Vasco, también destrozó muchas vidas en otros lugares. Hubo tres casos de grupos a los que la heroína los sacó del mapa: Eskorbuto, Cicatriz y RIP. Es que casi no quedan miembros. Son las bandas punk más ortodoxas, que se tomaron el ‘no hay futuro’ al pie de la letra, el lado más suicida del punk. Vivían acercándose a ese abismo. Luego, la incidencia de la heroína en bandas como Kortatu, Hertzainak o Zarama fue nula, porque tenían otro concepto”, explica Jerry.

Hubo una orquestación institucional para que la heroína campara a sus anchas por el País Vasco

“Ese es uno de los grandes debates que tienen los protagonistas en el libro, porque hay variedad de teorías”, afirma el autor. Y añade: “Algunos dicen que sí y otros no están de acuerdo. Mi opinión es que mientras no se desclasifiquen una serie de documentos no se puede demostrar. Lo que sí pudo haber es un ‘dejar hacer’. Algo así como: bueno, si esto está pasando, no vamos a hacer nada para que deje de pasar. Otra cosa es que desde un despacho de un ministerio se organizase. De eso no hay pruebas”.

No queda nada hoy del RRV

“Sí queda algo. Aparte del recuerdo y de la nostalgia, quedan aquellas infraestructuras que comenzaron entonces. El RRV es parte del folclore vasco, compuesto por canciones que mucha gente canta y baila, independientemente de la ideología. Ha sido el fenómeno musical más popular y más fuerte surgido en Euskadi. Eso no quiere decir que sea mejor o peor que otras músicas, pero sí fue el más trascendente popularmente”, concluye Javier Corral.

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Sobre la firma

Carlos Marcos
Redactor de Cultura especializado en música. Empezó trabajando en Guía del Ocio de Madrid y El País de las Tentaciones. Redactor jefe de Rolling Stone y Revista 40, coordinó cinco años la web de la revista ICON. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo de EL PAÍS. Vive en Madrid.
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