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Elena Manrique: el secreto mejor guardado del cine español retrata las miserias de la clase alta andaluza

La veterana productora ejecutiva deslumbra con su debut como directora, ‘Fin de fiesta’, los desmanes de una rica pija en una hacienda sevillana junto a su criada y a un inmigrante oculto en el cobertizo

Elena Manrique, directora de cine, la semana pasada en Madrid.
Elena Manrique, directora de cine, la semana pasada en Madrid.Samuel Sánchez
Gregorio Belinchón

La madrileña Elena Manrique ha trabajado, como productora ejecutiva, en algunos de los grandes momentazos del cine español del siglo XXI: El laberinto del fauno, La caja Kovak, El orfanato, Celda 211, Che, Kiki, el amor se hace o El salto. Así que es uno de los grandes secretos del audiovisual patrio: la industria sabe quién es, el público no. El otro gran secreto es su edad. “Por dios, pon cincuenta y plus”. Ni bajo amenazas desvelará el dato, un deseo que la emparenta con la protagonista de Fin de fiesta, su primer largometraje como directora estrenado en salas, aunque antes había hecho un mediometraje, Cinema Verité, Verité (2013), para la iniciativa digital #LittleSecretFilm, un modelo de producción que promueve películas para su estreno gratuito en internet. Fin de fiesta, estrenada hace dos semanas en cines, es la historia de la relación entre una señora de rancio abolengo sevillana, su criada y un inmigrante que se cuela en la hacienda, una mansión con pavo real incluido, junto a amigos gorrones, amantes pasajeros y vecinos ahítos de reconocimiento (y de pillar migajas en sus fiestas).

Con todo, Manrique sufre de síndrome de impostora. “Había escrito otro guion, pero rompí con mi pareja de los últimos 15 años y llegó el confinamiento. Me lancé a otra historia”, se arranca. El síndrome, que ha acallado por etapas (primero, porque entró en la producción Belén Atienza, que está detrás de los trabajos de J. A. Bayona; después, el paso de su libreto por distintos laboratorios europeos de guion, y finalmente el premio a mejor dirección debutante en la pasada Seminci de Valladolid). “En el viaje me ha quedado claro que esa señora en su finca andaluza se entiende en todo el mundo, porque todos sufrimos la jerarquía de clases...”. Y se arranca entre risas: “Va, en realidad, es muy mediterráneo, te puedes imaginar a Isabelle Huppert en una villa en Niza. En cambio, cuando Aki Kaurismäki habla de inmigración, le sale Le Havre. Supongo que las dinámicas de poder son distintas según los caracteres. Nosotros somos Rinconete y Cortadillo, siempre Berlanga”.

Sonia Barba, en 'Fin de fiesta'.
Sonia Barba, en 'Fin de fiesta'.julii j u

Ahora se ríe con la anécdota, pero como era una coproducción con Bélgica se ralentizó la posproducción, hasta que acabaron la parte desde allí. Una semana después de que Manrique rematara el filme, con su primer título, y con los créditos completos, sufrió un horroroso descarrilamiento: “La película se llamaba Se acabó la fiesta, y a los siete días de finalizarla, Alvise Pérez fundó su partido político con ese nombre. Como soy buenísima haciendo predicciones, dije que no sacaría ni un voto, que no pasaba nada. Vaya ojo... Me duele porque además es la protagonista la que dice ‘Se acabó la fiesta’. Hubo que cambiar el título”.

Manrique saca la metralleta verbal. Recuerda que cuando, tras haber estado junto a Jimina Sabadú con sendos filmes, en la primera edición de #LittleSecretFilm, entró un patrocinador y en la segunda cosecha no hubo trabajos de directoras. “¿Sabes? Estamos acostumbradas a la indiferencia hacia el trabajo de las mujeres, que es tan bestia como la discriminación. Pero que eso, que te esperas de la industria grande, nos ocurriera con un proyecto tan indie... Las cosas han ido cambiando, y al menos siento que hay un intento de ser conscientes de que se necesita diversidad de voces”.

También pensó que iba a debutar en la dirección mucho antes. “Hoy, con mi edad, no voy a dirigir cualquier cosa, sino algo que sienta que tengo que contar”. Y es muy consciente de su posición en el cine español, y de sus fuertes. “Estudié Historia del Arte, mi película estéticamente está muy cuidada, he usado multitud de referencias, como en la secuencia de la piscina, donde asoman Los nenúfares de Monet. O ecos del barroco”.

¿Qué es una productora ejecutiva, la profesión de Manrique? “Me gusta mucho poner el ejemplo de la arquitectura porque es una profesión donde se junta lo artístico, lo económico y muchas disciplinas. Un arquitecto no tiene por qué saber todo sobre resistencia de materiales, habrá un ingeniero, un cristalero, un carpintero, un encofrador, jardineros... En el cine, si el productor es el promotor, el que pone el dinero, y el director el arquitecto, yo sería el capataz: haré que la obra se realice en los plazos acordados, sin salirnos del presupuesto. Y ajustándote también a lo que pide el director”.

Edith Martínez Val, en 'Fin de fiesta'.
Edith Martínez Val, en 'Fin de fiesta'.

La directora vuelve a la fauna de Fin de fiesta, y a la actriz que la protagoniza, Sonia Barba, junto a Beatriz Arjona (Solos en la noche) y Edith Martínez-Val (El salto). “Sonia pasó por 30 pruebas. Le hice sufrir muchísimo, pero es que yo necesitaba estar muy segura de quién sería mi Carmina. Por cierto, Sonia estuvo en mi mediometraje”. Carmina es caprichosa, pija, bipolar, manipuladora, tendenciosa, arrogante, acostumbrada a que la gente le baile el agua. Como un rey absolutista, espera que el pueblo la entretenga, atraviesa la multitud entre halagos y besos. “Sonia es una persona que tiene una fisicalidad muy especial, una forma de hablar muy especial, es muy elegante, y encima procede de la performance. Domina su cuerpo y al público de manera impresionante. Es muy larga y creerías que podía ser patosa, y para nada. Encima, perteneció a una banda punk, donde tocaba la batería, así que comprende muy bien los beats, el ritmo”.

Elena Manrique, en Madrid.
Elena Manrique, en Madrid.Samuel Sánchez

¿Ha conocido Manrique a muchas Carminas? “Sí, pero creo que, además, todos tenemos alguna Carmina, o algún Carmino, en nuestro interior. Tengo una amiga desde la universidad, que ahora es médico, que no es Carmina, pero procede de un pueblo sevillano muy cercano a donde rodamos con un entorno muy carminil. Y cada vez que yo iba allí, las espiaba. Soy parlanchina y voyeur, y además nací en Madrid de una familia del norte de España, es decir, que esas Carminas andaluzas las sentía muy lejanas. Mi amiga me dio acceso a un mundo fascinante”.

La directora se despide esperando que “todo el mundo entienda que esto es una sátira y una crítica a las jerarquías de poder, a la visión que tenemos sobre el otro”. Y desarrolla: “También me apetecía hablar de la solidaridad entre las clases humildes, porque hay hoy un discurso para las clases humildes de enfrentamiento muy orquestado y muy manipulado por ciertos sectores de la prensa, blogueros, señoros absurdos y señoras locas. Intentan que se olvide que las clases populares siempre han sido solidarias; y en el momento que ya no es un emigrante más, sino que esa persona tiene nombre y cara, surge esa solidaridad que a mí me parece conmovedora”.

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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.
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