Grammy 2025: Kendrick Lamar y Beyoncé triunfan en una gala que declara su amor a Los Ángeles
Después de 99 nominaciones, la cantante texana por fin logra el premio de mejor álbum del año por ‘Cowboy Carter’. El rapero obtiene cinco galardones, mientras que Taylor Swift se va de vacío
La gran duda de los Grammy de 2025, la de quién ganaría el premio gordo, el de álbum del año, se resolvió después de casi cuatro horas de gala, a las 20.47 de la tarde, hora de la costa oeste de EE UU: Beyoncé Knowles. Después de 99 nominaciones y más de 30 premios —la más galardonada de la historia—, pero sin haber ganado nunca el más deseado, la texana triunfó gracias a su Cowboy Carter. “Me siento plena y honrada. Han sido muchos, muchos años”, afirmó entre aplausos, agradeciendo a cada “compositor, colaborador, productor”, y junto a su hija Blue Ivy en el escenario. En el patio de butacas, Jay-Z, su marido, brindaba con champán con Taylor Swift, la gran derrotada de la noche, que con seis nominaciones por su The Tortured Poets Department y partiendo como favorita en esta categoría —habría roto su propio récord, de cuatro premios—, se fue de vacío.
La puesta en escena fue redonda, porque les tocó a los bomberos de la ciudad de Los Ángeles, en su “trabajo más fácil”, como afirmó el presentador Trevor Noah, entregar el galardón. “Gracias por vuestro apoyo y por reconocer a todos estos héroes”, afirmaron, dando las gracias a la Academia de Grabación. “Es un honor y un privilegio enorme” afirmó Anthony Marrone, el jefe de bomberos, que homenajeó a los servicios de emergencia y también recordó a todos los fallecidos, una treintena, y a quienes han perdido todo: “Tengo confianza en que nos recuperaremos y reconstruiremos juntos, porque en Los Ángeles somos pura fuerza”.
Los fuegos que han arrasado la ciudad durante un mes fueron el hilo conductor de la velada. La gala arrancó a las cinco de la tarde (las dos de la mañana, hora peninsular española) con un discurso de un serio Noah recordando la devastación que han causado los fuegos, y cómo la ciudad trata de recuperarse con una enorme respuesta solidaria. El presentador habló de cómo artistas como Chappell Roan o Stevie Wonder se han inspirado en la urbe para crear algunos de sus grandes éxitos. De ahí que la gala arrancara con un dúo llamado Dawes, formado por dos hermanos angelinos, Taylor y Griffin Goldsmith, que han perdido su casa en los incendios. Cantaron un tema llamado We Love LA, acompañados de John Legend, St. Vincent o Sheryl Crow.
Los 13.000 votantes de la Academia de Grabación entregan 94 galardones, pero en la gala solo se dan nueve, por lo que las actuaciones son la sal de una larga velada de más de tres horas, que las muchas pausas para anuncios pueden hacer soporífera. Trevor Noah bromeó con ello, ya no solo porque la gala pueda hacerse infinita, sino explicando que esos anuncios son muy caros y pagan el evento, y que han cedido espacios publicitarios a negocios locales afectados por los incendios. Y así fue: entre poderosas cafeterías o farmacéuticas, se colaron anuncios de floristerías de Altadena o de academias de artes marciales de Pasadena. Durante la gala, también se vieron imágenes de los fuegos, de casas arrasadas, de personas que lo habían perdido todo, mientras que Bruno Mars y Lady Gaga homenajearon a la ciudad con una emotiva versión acústica del éxito de 1965 California Dreamin’, de The Mamas&The Papas, símbolo del amor por la ciudad.
Los premios gordos de la noche fueron repartidos sobre todo a mujeres, desde el honorífico de impacto global a Alicia Keys a siete de los nueve más importantes. El único hombre que ganó, haciendo doblete con mejor canción y mejor grabación del año por Not Like Us, fue Kendrick Lamar, quien la semana que viene volverá a ocupar titulares por actuar en el intermedio del Super Bowl en Nueva Orleans. Nativo del barrio de Compton, de mayoría afroamericana y en el corazón de Los Ángeles, recordó especialmente a las familias afectadas por los incendios. El de mejor dúo fue para Bruno Mars y Lady Gaga por Die With a Smile. En una de las escasas intervenciones sociales y políticas de la noche, Gaga afirmó: “La gente trans no es invisible. La gente trans merece amor. La comunidad queer merece ser apoyada. La música es amor”.
Los Grammy han vivido un año de tributo y reflexión, por la ciudad que los acoge y también por errores pasados. Sin ser pesados ni repetitivos (y muy poco políticos: junto a Gaga, solo Shakira hizo una proclama en pro de los inmigrantes), los premios lograron transmitir el mensaje. El director ejecutivo de la Academia habló de las críticas que ha recibido, incluso mostró los muchos titulares de cuando The Weeknd dejó la Academia (en noviembre de 2020 habló de falta de transparencia y corrupción interna), y de cómo las han escuchado, incorporando a miembros más jóvenes, a más mujeres y a personas de distintas razas. “Cada voz en nuestra comunidad cuenta. Queda trabajo por hacer, pero creo que estamos en el camino correcto. La música es una fuerza poderosa para el bien, nos cura”, reconocía Harvey Mason Jr. Como símbolo de ese cambio, The Weeknd volvió a cantar sobre el escenario de los premios. Hasta Will Smith, parece que ya menos repudiado por Hollywood, presentó un tributo al fallecido Quincy Jones, “simplemente Q”, que cantó con suma elegancia Cynthia Erivo; además de la estrella country Lainey Wilson; Stevie Wonder con un coro de niños que perdieron sus escuelas en los fuegos cantando We Are The World; y Janelle Monaé rematando con Don’t Stop ‘til You Get Enough, moonwalk incluido.
Chappell Roan fue la (esperada) ganadora del premio a nueva artista. Con su tercer traje de la noche y una libreta, salió a recoger su galardón nerviosa, contando cómo se había sentido “traicionada por la industria” durante el covid, porque no podía pagar su seguro médico, y les pidió más a las grandes empresas en el mejor momento del año, cuando todas están escuchando. “Las discográficas deben tratar a los músicos como empleados de valor, y darles protección y seguros sanitarios”, afirmó, en unas palabras que hicieron emocionarse a quienes la aplaudían desde el patio de butacas.
El galardón al mejor álbum de rap fue a parar a Alligator Bites Never Heal, de Doechii, con un discurso muy aplaudido. Como ella misma recordó, desde que se creó la categoría en 1999 y hasta ahora solo dos mujeres la habían ganado, Lauryn Hill y Cardi B, siendo ella la tercera. Más tarde, su actuación fue de las más cañeras de la noche, poniendo al público en pie. Otra de las categorías más disputadas estaba en mejor álbum de pop donde, gracias a Short N’ Sweet, Sabrina Carpenter le ganó a Chappell Roan, Billie Eilish, Ariana Grande e incluso a su mentora, Taylor Swift, para la que fue telonera en parte del Eras Tour.
Taylor Swift presentó el premio a mejor álbum de country, momento en el que recordó cómo se había alzado con ese mismo galardón hace casi 15 años (por su álbum Fearless; luego tuvo dos nominaciones más, pero ya no lo volvió a ganar). Swift se lo dio a su gran competidora de la noche, Beyoncé, quien parecía realmente impresionada por haberlo conseguido con su Cowboy Carter; especialmente después de no tener ni una sola nominación en los premios de la música country. Le dio gracias a Dios, pero también a todos los artistas que lo habían ganado. También a su “hermosa familia”. Es la primera artista negra en ganar ese galardón.
Jennifer Lopez presentó el premio a mejor álbum latino, en el que dijo haber sido “un año sensacional”, y que se llevó Shakira por Las mujeres ya no lloran. “Esto es increíble, muchas gracias. Quiero dedicarle este galardón a todos mis hermanos y hermanas inmigrantes en este país. Sois queridos, sois valiosos, siempre lucharé por vosotros. A todas las mujeres que trabajáis cada día para proveer a vuestras familias con todo: sois los verdaderos refugios”, afirmó, dedicándoselo también a sus hijos, Milan y Sasha, sentados en el público, y que celebraron con ella el premio y los 48 años que cumplía este domingo.
Para amenizar el larguísimo evento (que empezó ya muchas horas antes con una pregala donde triunfaron nombres como Sierra Ferrell, cantautora estadounidense, con cuatro galardones, o Kendrick Lamar, con tres previos), el plato fuerte son las actuaciones. Arrancó una intimista Billie Eilish con su Birds of a Feather, pero el espectáculo y el poderío de los Grammy llegó con un número cabaretero, lleno de brillos, plumas y claqué por parte de Sabrina Carpenter, que cantó Espresso y Please Please Please bajando por una escalera cual corista de los años cincuenta. Tras ella, otra de las grandes estrellas del año, Chappell Roan, triunfando desde Misuri para el mundo, que llegó a congregar a 110.000 personas en el festival Lollapalooza de Chicago. Se subió a un poni rosa gigante para cantar su carta de amor a Los Ángeles, Pink Pony Club.
La modelo Heidi Klum y la presentadora Nikki Glasser le quitaron a Benson Boone el traje, en el patio de butacas, para dejarle con un escotado mono azul de lentejuelas cantando su éxito global Beautiful Things. También brilló Shakira, hipnótica con su movimiento de caderas y con sus interpretaciones de Ojos así, de 1998, y de su exitosa Session 53. La última actuación de la noche fue la rave que montó la británica Charli XCX, que para rematar tiró decenas de bragas sobre el escenario. Fueron donadas a las víctimas de violencia machista.
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