Íñigo Quintero, un año después del ‘boom’: “Me encerré en mi habitación, no quería volverme loco”
En tiempos del reguetón y lo urbano, una canción sobre Dios de un artista desconocido se convirtió misteriosamente en la más escuchada del mundo. “Alguna crítica me dolió mucho, se dedicaban a echar mierda”, explica el cantante
El protagonista de este cuento es un universitario que se convierte, de un día para otro, en el artista más escuchado del mundo. Un chaval que podría haber sido una marioneta de la industria musical, pero que decidió —y le permitieron— ser fiel a sí mismo. Íñigo Quintero (A Coruña, 22 años) rechazó colaboraciones con grandes artistas, contratos por cantidades muy altas y aparecer en programas de máxima audiencia. El día de la entrevista se cumple un año del fenómeno que encumbró la canción de un artista desconocido al número 1 global. Hoy Si no estás acumula casi 800 millones de escuchas en Spotify, pero su autor ya no titubea ni se esconde detrás del flequillo. Nominado a los Grammy Latinos y estudiante del último año de Magisterio, ha “espabilado” por necesidad. ¿La moraleja? La música es una carrera de fondo y quiere correrla sin prisa. Un acto revolucionario en la época en la que reinan los mismos algoritmos que le lanzaron al estrellato.
Pregunta. Algunos le definen como cantautor, ¿no suena viejuno para la generación Z?
Respuesta. Tengo mi parte de cantautor porque hago canciones con letras muy sentimentales, pero con una producción más pop. Suena anticuado, pero no es malo. Es bonito que haya cantautores jóvenes, es algo que se está perdiendo.
P. ¿Por qué ya no mola la canción de autor?
R. Porque vende menos y es menos rentable. Ahora mismo se sube tanta música al día que las canciones tienen que llamar la atención en 15 segundos con ritmos pegadizos. El cantautor hace una música más lenta, más espiritual, más difícil que entre por el oído de primeras.
P. ¿Cómo se convierte entonces Si no estás en número 1 del mundo en tiempos del reguetón y lo urbano?
R. Es bastante inexplicable, la verdad. Muchos artistas me decían que se alegraban de que una canción tan profunda estuviese ahí.
P. ¿Por qué le costó reconocer que hablaba de Dios?
R. Tenía miedo a que me etiquetaran en algo que no soy porque no hago música cristiana. Simplemente escribí sobre lo que llevaba dentro, pero no significa que todas mis canciones vayan de eso ni mucho menos.
P. ¿Admitir la fe cristina despierta prejuicios hoy en día?
R. Cuesta hablar de Dios porque hay gente a la que le genera rechazo. Es una tontería, habría que decirlo más porque es supernormal. Por desgracia, hoy algunos se niegan a escuchar tu música si dices algo que no les gusta. Deberíamos ser libres de hablar de lo que queramos.
Cuesta hablar de Dios porque hay gente a la que le genera rechazo”
P. O sea que es partidario de separar la obra del autor.
R. Sí, completamente.
P. Estuvo a punto de no publicar esta canción porque no le convencía.
R. Total, me animaron mis amigos a subirla. Soy muy perfeccionista y cuando escucho mucho mis propias canciones ya no me gustan. Sentía que no era no suficientemente buena, que lo podía hacer mejor.
P. ¿Síndrome del impostor?
R. No me acabo de creer nada de lo que hago en general... Me lo estoy intentando quitar poco a poco.
P. Dígame el primer recuerdo que se le pasa por la cabeza de hace un año.
R. Me levanté de la cama y tenía el móvil petado. Entré en Instagram y se bloqueó la aplicación. La gente se piensa que fue el mejor día de mi vida y para nada. Fue agobiante y, en general, fueron unos meses que no lo pasé muy bien. Estaba muy contento, pero es algo que me sobrepasó muchísimo porque pasé de ser una persona a la que no conocía nadie a estar en boca de todos. Te empiezan a entrar llamadas de números que no conoces o gente que se acerca a ti por interés.
Alguna crítica me dolió mucho porque se dedicaban a echar mierda”
P. Se fue un tiempo a casa de sus padres en La Coruña para poder respirar.
R. Sí, lo necesitaba. Me encerré en mi habitación porque no entendía bien lo que estaba pasando. Me refugié en mí mismo, en mi familia, en mis amigos, para dejar pasar el momento y poder hacer las cosas bien y con calma. No quería volverme loco.
P. ¿No le dio miedo no aprovechar el boom?
R. No, tenía dudas, pero miedo no. Actuar así iba con mi forma de ser. Igual nos venía mal, pero sabía que a largo plazo iba a ser mejor. Tenía muy poquitas canciones, no quería dar ningún paso en falso ni hacer cosas de las que luego me pudiese arrepentir. Es mejor que un éxito así te suceda cuando ya llevas unos años en la música.
P. Se llegó a decir que todo era una campaña de marketing en TikTok...
R. ¡Qué vas a decir! Yo me río ya. Vivimos en un país en el que “está muy bien que te vaya bien, pero que te vaya peor que a mí”. Entiendo que hubiera tantas preguntas alrededor de un fenómeno tan grande que no se había dado nunca, pero de ahí a las cosas que se dijeron... He aprendido a distinguir las críticas que hacen daño de las que tienen sentido.
P. ¿Cuál le dolió más?
R. Habían pasado los meses más duros y me habían dejado en paz. Estaba con vida normal, tranquilo y feliz. De repente, me pasan un artículo que hablaba del “incomprensible fracaso de Íñigo Quintero” porque había pasado de ser número 1 mundial a “esfumarme del panorama musical” y solo tenía 16 millones de oyentes mensuales. Se dedicaban a echar mierda. Me dolió mucho porque me pilló por sorpresa. Pensé: “Joder, ¡qué cabrones! Estoy aquí componiendo, preparando mi próximo trabajo, y sacan esto. ¿Qué he hecho yo para que me traten así?”. Pero, bueno, ya está. Hay que levantarse y seguir.
Vivimos en un país en el que “está muy bien que te vaya bien, pero que te vaya peor que a mí”
P. ¿De verdad no le presionaron para que tuviese más presencia los primeros meses?
R. Me recomendaban sacar canciones rápido para que la gente no se desenganchase, pero respetaron lo que yo quería. Estoy en una discográfica independiente y pequeñita y tengo libertad porque confían mucho en mi criterio y yo en el de ellos. Tenía claro desde el principio que una canción no te soluciona la vida ni te hace una carrera.
P. ¿Cómo ha cambiado en este último año?
R. Me ha tocado espabilar mucho. [Se ríe]. Al principio, me ponía como un flan, no sabía ni qué decir. Ahora estoy más cómodo, pero no me ha cambiado el carácter, sigo siendo muy normal y discreto.
Tenía claro desde el principio que una canción no te soluciona la vida”
P. En Sobredosis canta que fue “preso del azar”. ¿Cuánto pesó el factor suerte?
R. Hay parte de suerte, claro, pero la canción tiene que conectar con la gente. Si no les gusta, no la van a escuchar.
P. Una lección que haya sacado de esto.
R. A relativizar. Ni lo bueno es tan bueno ni lo malo es tan malo. Cuando subía mis canciones al principio lo hacía sin ninguna pretensión de dedicarme a la música. Es una oportunidad que voy a aprovechar, pero si al final no puedo seguir no sería un fracaso.
P. ¿En quién pensará si gana el Grammy a mejor nuevo artista?
R. En mis padres. Si ellos, quizás me hubiese dejado llevar más este último año. Siempre me dicen que tenga los pies en la tierra, que haga las cosas con cabeza y que no deje de ser yo mismo.
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