El retrato de la marquesa del Llano vuelve a la familia De la Sota 86 años después de ser incautado por el franquismo
El Ayuntamiento de Burgos restituye el lienzo que acabó en un almacén del monasterio de San Juan
Un retrato de la marquesa del Llano requisado por los sublevados franquistas en 1938 a la familia bilbaína De la Sota y Llano ha sido devuelto a sus legítimos dueños. Los descendientes de los propietarios a quienes les fue arrebatado el lienzo han pasado décadas pidiendo su restitución, pero durante años la respuesta siempre fue que se trataba de “un botín de guerra”.
Hasta que un funcionario del área de Cultura del Ayuntamiento de Burgos, Ignacio González, se tomó en serio la reclamación y dio con la obra en un almacén del monasterio burgalés de San Juan. Tras ello se cumplimentaron los trámites, bajo el marco normativo de la Ley de Memoria Democrática y la voluntad del Ayuntamiento (PP apoyado por Vox), que han culminado este martes con su devolución formal. La familia De la Sota y Llano logró el año pasado también la restitución de otros dos lienzos que habían acabado en la colección estatal de Paradores, en lo que supuso un precedente en el ordenamiento jurídico actual para reclamaciones posteriores.
El retrato, atribuido al pintor Anton Raphael Mengs, será expuesto próximamente en el Museo de Bellas Artes de Bilbao. El acto de devolución se ha celebrado en el Ayuntamiento de Burgos con la presencia de la alcaldesa, Cristina Ayala (PP), Ramón de la Sota y el funcionario Ignacio González. La regidora ha subrayado el “placer y la satisfacción personal” que le supone reparar una deuda “mantenida desde hace más de medio siglo” con la familia bilbaína. Ramón de la Sota ha agradecido la diligencia del Consistorio y la eficacia de González: “Sin su empeño de búsqueda nunca hubiésemos dado con este cuadro”, ha resaltado De la Sota junto al cuadro, en buen estado salvo por algunos rasguños en el marco y ligeros rozones en el lienzo. Los técnicos del Museo de Bellas Artes de Bilbao lo evaluarán a fondo antes de exponerlo al público.
La historia de este retrato dio un vuelco en 1938. Patricia Fernández, abogada del bufete Ramón y Cajal, representante de la familia, explica que el legado del empresario naviero Ramón de la Sota, vinculado al nacionalismo vasco, fue aprehendido por los alzados franquistas, que además tomaron el palacio de Ibaigane bilbaíno, entonces residencia de la familia y hoy sede del Athletic Club de Bilbao. Allí requisaron múltiples piezas artísticas de diversos autores, muchos de ellos locales, que quedaron documentadas en actas de 1938 donde se precisaba qué muebles, lámparas o cuadros se habían tomado y cuál sería su destino.
En el caso De la Sota, quedó constancia muchas de las obras acabaron en Burgos. Fernández detalla que algunas se destinaron al palacio de la Isla, cuartel general y una de las residencias de Franco durante la Guerra Civil, además de otros edificios tomados por los sublevados. Terminada la guerra comenzaron las reclamaciones de las obras expoliadas, apoyadas en toda clase de evidencias, como los escritos del ministro franquista Ramón Serrano Suñer, crítico con su homólogo Juan Antonio Suanzes, a quien reprochó que tenía el despacho lleno de obras derivadas de ese pillaje a miembros del bando republicano o enemigos ideológicos como los nacionalistas regionales.
Las primeras intentonas de devolución fracasaron con el argumento de que eran “botín de guerra” y no debían moverse de las paredes de los ministerios que decoraban. En 1969, ante las iniciales amnistías, los descendientes insistieron y contaron con apoyo judicial, pero no hubo voluntad política de restitución. En 1975 el entonces Ayuntamiento de Burgos colaboró pero no encontraron el cuadro.
Así hasta 2023, cuando un nuevo empeño comenzó a dar resultados. Para ello aportaron fotos de sendas copias, pues hay una en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid (fechado en 1770) y en el Rijksmuseum de Amsterdam (Holanda). Esas imágenes despertaron el olfato artístico de Ignacio González, funcionario conocedor de las obras de arte relacionadas con el Consistorio. El burgalés sonríe al rememorar cómo se le iluminó la mente gracias a esas fotografías: en 2013 había localizado la ficha de patrimonio de un cuadro como esos, aunque identificado de manera errónea, en la que se indicaba que se encontraba guardado en el monasterio de San Juan de Burgos. Dónde estuvo antes de acabar allí es un misterio. “Figuraba que se había recibido desde la Alcaldía. Imagino que estaría en algún despacho, a alguien no le gustaba y se guardó en el monasterio”, recuerda González. Tampoco está claro si la copia devuelta a la familia De la Sota fue pintada por la mano Mengs o por un artista posterior del siglo XIX: eso lo intentarán resolver los expertos.
El ahora propietario del cuadro y el bufete Ramón y Cajal se han apoyado en la ley de Memoria Histórica y Democrática, que facilita el retorno del patrimonio expoliado durante el franquismo a sus propietarios originales. Cristina Ayala ha restado peso a la normativa nacional, ha aludido a la “voluntad política, el sentido común y la justicia” y ha destacado el compromiso de la corporación: “Para esto no son necesarias leyes, para mí como alcaldesa del PP es una reparación de algo que se hizo mal como incautar obras de un empresario particular. El Ayuntamiento intenta cumplir todas las leyes. Hay un marco legal, pero la decisión no se toma por ese marco normativo”.
Patricia Fernández celebra la “voluntad política” del Consistorio burgalés, pues en casos similares topa con la resistencia de las administraciones, desde ayuntamientos a ministerios. Los De la Sota, contrarios al régimen franquista, perdieron un total de 169 obras. Muchas de ellas están localizadas y su recuperación depende de la diligencia, y de las ganas, de las entidades públicas donde recalaron. Otras permanecen en paradero desconocido.
Babelia
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