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Novillada en Las Ventas
Crónica
Texto informativo con interpretación

Tristán Barroso y el poder de la frescura

El diestro corta una oreja y da una vuelta al ruedo ante una noble pero muy blanda novillada de Brazuelas

Tristán Barroso pasea la oreja del sexto novillo de la tarde.
Tristán Barroso pasea la oreja del sexto novillo de la tarde.Alfredo Arévalo

Tristán Barroso quiere ser torero. De eso, no hay duda. Y tiene condiciones para serlo. Eso también está claro. Su presentación como novillero en la plaza de Madrid fue una demostración de todo ello. ¿Qué aún tiene mucho que pulir? Es lógico; cuenta sólo con 18 años y apenas una temporada con caballos a sus espaldas.

Pero Barroso es tan precoz como ambicioso: tomará la alternativa el próximo mes de agosto en la plaza francesa de Dax. Algo sorprendente en estos tiempos que corren. Hasta esa fecha debe aprender y mejorar muchas cosas, pero hay una que le sobra: frescura. Y eso, ni se compra ni se aprende. Eso viene de serie.

Su actuación este domingo en Madrid fue todo un alarde de juventud, frescura, ambición y picardía. Entregado siempre, posee el difícil talento de conectar con el público desde el minuto cero. Al contrario que sus dos compañeros, Daniel Medina y Fabio Jiménez, —dos almas en pena a su lado—, que también hacían su presentación en Las Ventas, este jovencísimo torero formado en la Escuela Taurina de Badajoz, levantó el ánimo de los allí presentes y a punto estuvo de abrir la puerta grande.

La salida a hombros habría sido absolutamente exagerada. Como lo fue la oreja que cortó del sexto. Ni las estocadas que cobró —ambas de defectuosa colocación—, ni sus dos faenas fueron de premio. Es verdad que en ambas labores logró algunos redondos de estimable largura y temple, o unos cuantos pases de pecho realmente buenos, pero todo quedó a medias. Faltó más toreo al natural, ajuste por momentos y, sobre todo, el remate adecuado con la espada.

Le correspondió un lote muy noble de Toros de Brazuelas, ganadería que lidió una novillada seria y de preciosas hechuras a la que, por encima de todo, le faltó fuerza. El quinto fue devuelto por este defecto y alguno más debió volver a los corrales. Hubo varios que se derrumbaron en más de una ocasión y de forma estrepitosa; otros, como segundo y sexto, el mejor, tuvieron algo más de vida y movilidad.

Al borde de la invalidez estaba el bondadoso primero, frente al que abrevió Daniel Medina, tras dejar algunos detalles de calidad. Bendito sea. Con el mansito cuarto, blando y soso, no se acopló y su labor nunca prendió. Lo mismo que le ocurrió a Fabio Jiménez con el segundo, que se movió, a veces a la defensiva. Con el descastado sobrero de María Cascón que hizo quinto, otro inválido, no tuvo opción.

Ambos, tan correctos como conformistas, se marcharon cabizbajos a sus respectivas furgonetas en medio de un silencio sepulcral. Un camino muy diferente del que tomó Tristán Barroso. Herido (recibió un puntazo en el gemelo de su pierna derecha cuando toreaba al sexto), pero feliz, y sin perder nunca esa pícara sonrisa que adorna su cara de niño, se dirigió a la enfermería entre vítores y aplausos.

Toros de Brazuelas / Medina, Jiménez, Barroso

Novillos de Toros de Brazuelas, bien presentados, desiguales en varas, nobles y con calidad, pero muy blandos; destacaron por su movilidad 2º y 6º; y un sobrero 5º (bis) de María Cascón, bien presentado, noble, flojo y descastado.

Daniel Medina: tres pinchazos, estocada atravesada y dos descabellos (silencio); estocada ligeramente trasera y atravesada _aviso_ un descabello y se echa el toro (silencio).

Fabio Jiménez: dos pinchazos y estocada baja _aviso_ (silencio); dos pinchazos y estocada desprendida (silencio).

Tristán Barroso: estocada defectuosa (vuelta con protestas tras petición); _aviso_ estocada corta caída y atravesada (oreja protestada).

Plaza de toros de Las Ventas. Domingo, 7 de abril. Alrededor de un quinto de entrada (7.475 espectadores, según la empresa).

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