Entradas agotadas: qué hay detrás de la nueva fiebre por la música en directo
Las localidades se terminan incluso con más de un año de antelación, los grandes recintos han dejado de ser monopolio de las megaestrellas internacionales y hasta grupos veteranos están viviendo una segunda edad de oro gracias a los conciertos
Durante décadas, tocar en grandes recintos deportivos en España fue privilegio exclusivo de contados titanes de la música internacional: The Rolling Stones, Michael Jackson, U2, Madonna, Bruce Springsteen. Y no de todos, como dejó patente el histórico pinchazo de Frank Sinatra en el Santiago Bernabéu en 1986. De los artistas españoles, pocos aparte de Julio Iglesias y Alejandro Sanz podían permitirse citar a sus fans en fastuosos estadios con garantías de éxito. Pero esta dinámica ha cambiado.
En diciembre, la colombiana Karol G modificó las reglas del juego anunciando un concierto para julio en el campo del Real Madrid, al que siguió otro y luego otro; y, tras agotar los tres, otro más, hasta completar una inusitada secuencia de cuatro fechas en el mastodóntico escenario. No es la única que ha apostado fuerte: Aitana se presentará en vivo en el mismo recinto en diciembre; los boletos volaron en tres días. Hace unas semanas, Lola Índigo se sumó a la fiesta agotando localidades (53.000) para un concierto en el Bernabéu en marzo de 2025. Fuentes del Real Madrid confirman que no existe actualmente para estos usos una capacidad estándar del estadio, aún en obras; el espacio se adapta y se negocia con cada promotor.
Podría debatirse si la talla actual de Karol G es comparable a la de Madonna en los ochenta y noventa, pero cuatro bernabéus es mucho incluso para la intérprete de Like A Virgin de aquellos tiempos. Y sin poner en duda su valía, parece claro que ni Aitana ni Lola Índigo son superestrellas internacionales de las que hasta ahora tenían el monopolio de los coliseos. El fenómeno resulta aún más llamativo porque ocurre cuando el interés por la música parece haber decaído, por lo menos en lo que a ventas de discos se refiere. Parte de la explicación hay que buscarla no tanto en el calibre de los artistas como en los hábitos de la audiencia. Fácilmente se advierte que Karol G, Aitana y Lola Índigo tienen en común su fuerte impacto entre el público joven. “Los dos años raros de la pandemia están teniendo un efecto rebote”, apunta Fernán del Val, profesor de Sociología de la Cultura en la UNED. “Afecta más a una juventud que, en un periodo fundamental de su vida, cuando toca salir y experimentar, no pudo. Tener 20 años y pensar que te han robado dos años cruciales es complicado de gestionar. Son jóvenes hambrientos y con ganas de salir a hacer cosas”.
Los datos del IV Observatorio de Música en Vivo, publicado por el portal de venta de entradas Ticketmaster a finales de 2023, refrendan esa percepción. La compra de localidades por parte de jóvenes de 18 a 24 creció el año pasado un 48% con respecto a 2022, superando los niveles prepandemia. Los conciertos son algo más que eventos musicales para el público de menor edad, añade Del Val: “Son acontecimientos sociales. No acuden solo a dejarse embelesar por un artista; también porque sienten que su generación ha de estar ahí”. Y luego dejan constancia de ello en redes sociales como Instagram o TikTok.
“Es un evento que pocos artistas españoles han podido llevar a cabo” —cuenta Iratxe Arbeloa, fan pamplonesa de Lola Índigo de 31 años, que tiene entrada para el concierto del Bernabéu—, “y que ella, que se dio a conocer hace solo siete años, vaya a realizarlo, es algo que no quiero perderme por nada. Se ha marcado un objetivo ambicioso y los seguidores hemos de estar ahí apoyándola”. Iratxe, que ha visto en directo a la granadina en diversas ocasiones antes, ha coincidido en esas actuaciones con otros fans: “Comparto experiencias e interactúo a través de X” con ellos, añade.
Mientras, los fans de más edad siguen asistiendo a conciertos multitudinarios al ritmo de siempre. AC/DC completó el aforo para su actuación en el auditorio de La Cartuja de Sevilla del 29 de mayo, aunque cuando se escribe este reportaje, aún quedan entradas para la segunda fecha, el 1 de julio; lo mismo ocurre con Metallica y las localidades para su doblete en julio en el Cívitas Metropolitano de Madrid: se pusieron a la venta en noviembre de 2022 y, aunque se han despachado en elevado número, aún se pueden conseguir. El precio influye: los tiques más baratos para AC/DC y Metallica cuestan 105 euros; los de Lola Índigo, 30.
La propia Lola Índigo reconoció a la revista musical online Jenesaispop que no va a ganar dinero con esto: “No hay rentabilidad. Los precios son populares, porque queremos que todo el mundo pueda disfrutarlo. Quiero que venga gente de toda España. Todo lo que se saque de las entradas va para el escenario, la producción y los bailarines. Y si hago lo que tengo en la cabeza, estaremos en números rojos. Pero es mi boda, el día más importante de mi vida”.
“Que Karol G vaya a hacer cuatro conciertos es la cosa más bestia que he oído en mi vida”, admite el egregio promotor de directos Gay Mercader, responsable de giras por España de The Rolling Stones, AC/DC, Michael Jackson, Bob Dylan o Lou Reed. “No lo ha hecho ni Springsteen. Puede ser un cambio generacional. También contribuye el que sean conciertos en una sola ciudad, y esa ciudad esté en el centro de España, más o menos a la misma distancia para el fan de Bilbao que para el de Barcelona o el de Sevilla”, añade Mercader. Karol G solo visitará Madrid. El de Lola Índigo será un evento único, especial, con una elaborada estructura en tres actos (uno por cada disco) irreproducible en la posterior gira de verano por otras ciudades. Por su parte, Dani Martín anunció con el reclamo de “única ciudad en España” la pasmosa serie de ocho recitales en el WiZink Center de la capital previstos para noviembre y diciembre de 2025. Un total de 120.000 localidades que en 72 horas agotaron presumiblemente fans de todo el país. La antelación con que se han vendido las entradas (casi dos años) confirma este inédito hambre de música en vivo. “Habla de una generación optimista”, indica Fernán del Val.
El incremento de asistencia de veinteañeros y la persistencia en la costumbre de los fans maduros dan como resultado que “cada vez más generaciones acudan a conciertos”, apunta Blanca Salcedo, directora de Sony Music en España, la discográfica de Dani Martín. Salcedo ve “un paralelismo” entre un mayor consumo de música, aunque sea en streaming, y el crecimiento de venta de entradas y los productos de mercadotecnia. Además, señala “la amplificación de la parte más social de los conciertos gracias a las redes”.
Hay quien ve en la burbuja de festivales, que en la última década han invadido hasta los rincones más escondidos de España, el antecedente de la actual vorágine. Así piensa Mikel Izal, excantante y compositor del quinteto IZAL, ahora de gira presentando su primer disco en solitario, El miedo y el paraíso: “La trayectoria de IZAL estuvo marcada por los festivales, y esa escena la conozco bien. Se convirtieron en un evento no solo para melómanos, sino en un plan social, en eso que no puedes perderte de una ciudad. Se apuntaba muchísima gente que no respondía al perfil del típico melómano que va a los conciertos porque es gran seguidor de un grupo. Eso que empezó en los festivales puede que haya dado el salto a los conciertos. Quizá ese componente de plan social que arrastra a más gente aparte de los muy fans sea un factor que determine el que haya más asistentes. Los conciertos se están convirtiendo en una alternativa de ocio más allá de la melomanía. Y es la pescadilla que se muerde la cola: a base de apuntarse a este tipo de planes, su melomanía va creciendo y acuden a más conciertos”.
A otra escala, bandas de los ochenta que habían caído en relativo olvido están llenando salas por toda la geografía nacional. Los Rebeldes colapsaron La Riviera de Madrid el 9 de marzo, Pistones han agotado tres veces desde diciembre El Sol, también en la capital; logros similares acumulan La Frontera, La Guardia, Seguridad Social… Obús empezó a celebrar su 40º aniversario en septiembre de 2021 y no ha parado de soplar velas hasta febrero de este año. El 26 de abril un nutrido contingente de artistas veteranos (Los Rebeldes, Rafa Sánchez, de La Unión, Camela, Amistades Peligrosas, Seguridad Social, Modestia Aparte, Cómplices, OBK y Toreros con Chanclas, entre otros) asaltará el Santiago Bernabéu en el marco del festival Locos por la Música.
Carlos Segarra, de Los Rebeldes, hace una doble lectura de esta renovada atracción por su directo. “A nuestros conciertos están viniendo jóvenes y gente de nuestra edad. Empatizo mucho con los jóvenes: muchos de ellos han hecho lo que hicimos los de nuestra generación. Poníamos la radio comercial y como no nos gustaba lo que se pinchaba, ¿qué hicimos? Mirar atrás. Así descubrí a The Beatles, The Rolling Stones… Ahora hay chavales con inquietud, con oreja, y como no les gusta lo que machacan en la radio, han dicho: vamos a ver qué se hacía antes. Quieren disfrutar canciones que digan algo, que cuenten cosas, de músicos sudando y dejándose la piel en un escenario. Mientras, el público de más edad, que dejó de salir cuando se casó y se dedicó a criar a sus hijos, ahora que estos tienen 20 años, ha vuelto a salir. Está disfrutando de eso que le gusta y de lo que ha estado apartado mucho tiempo”.
Segarra enarbola también la teoría del poscovid: “Todos lo pasamos mal, murieron muchas personas, otras se arruinaron. La gente vio las orejas al lobo y ahora quiere volver a disfrutar de la vida. Gasta en hostelería, viajes (España está viviendo más que nunca del turismo interior) y música en directo. Va a conciertos porque disfruta. El español ha cambiado la forma de plantear su vida”. “Antaño se entendía que consumir determinada música en tu juventud estaba bien” —alega Del Val—, “pero llegaba un momento de tu vida en que te interesaba otra cosa. Eso ha dejado de ocurrir. La gente mantiene sus gustos de adolescencia e incluso, a veces, su estética heavy, punk o mod. Aparte, la nostalgia de la Movida sigue movilizando a mucha gente”.
A este paso, la RAE acabará aceptando el término sold out (todo vendido) en alguna próxima edición del diccionario.
Babelia
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