Roelant Savery: el pintor del dodo, el pájaro que simboliza la capacidad humana para destruir la naturaleza
La Galería Mauritshuis, de La Haya, dedica una muestra al artista que, en el siglo XVII, retrató paisajes y gente corriente, y ejecutó el bodegón floral más antiguo conservado en Países Bajos
En un momento de Alicia en el país de las maravillas (1865), la novela de fantasía escrita por el británico Lewis Carroll, la niña se encuentra con el dodo, un ave no voladora originaria de Isla Mauricio, en el océano Índico. Presentado de pie y con bastón, la ilustración original de John Tenniel se basa en la obra de Roelant Savery (1586-1639), un pintor de origen flamenco cuya familia emigró a los actuales Países Bajos durante la Guerra de los 80 Años contra España: la Guerra de Flandes. Savery no fue el primero en retratar al pájaro, símbolo de una especie extinta por culpa del hombre, pero sí fue el primero en pintarlo varias veces. La imagen que ha prevalecido para la posteridad es la suya. El dodo asoma ahora en la muestra que la Galería Mauritshuis, de La Haya, dedica al artista, pionero en pintar y dibujar paisajes y gente corriente que había captado en la calle, y en ejecutar el bodegón de flores más antiguo conservado en suelo holandés.
Titulada El maravilloso mundo de Roelant Savery, la exposición —abierta hasta el próximo 20 de mayo— consigue un efecto multiplicador con apenas 43 obras. Hay dibujos de paisajes y personajes anónimos. Cuadros rebosantes de animales exóticos, como leones, guepardos, rinocerontes o camellos, junto a otros tan domésticos como las vacas de un establo. Y flores. Jarrones repletos de peonías, tulipanes, claveles o campanillas, acompañados de insectos, lagartijas y hasta ratones. Todos llenos de vida. Incluido el malogrado dodo, aquí orondo y plácido, que parece posar sin temor al humano.
Los holandeses atracaron en Isla Mauricio en 1598 y la tripulación hizo los primeros esbozos del ave. Carolus Clusius (1526-1609), médico y botánico flamenco, incluyó en 1605 un dibujo en uno de sus libros de historia natural. “Pero como artista, las obras de Savery convierten a esta especie en una muy conocida”, explica Ariane van Suchtelen, conservadora de la muestra. El dodo no podía volar y carecía de enemigos naturales en la isla, por lo que hacía su nido en el suelo. “Cazarlo era fácil. Y luego están las ratas, gatos, cerdos y demás animales llegados en los barcos, que se comieron los polluelos y los huevos”. El pintor lo plasmó una decena de veces y la imagen que tenemos del dodo es suya, pero con una salvedad. “Es probable que el ejemplar que vio estuviera disecado, porque en la realidad el ave era mucho más esbelta. El suyo está orondo y puede deberse a que el taxidermista puso demasiado relleno para conservarlo”, explica Van Suchtelen.
Nacido en Kortrijk (Bélgica), Savery vivió primero en la ciudad holandesa de Haarlem y aprendió el oficio de pintor con su hermano Jaques, 10 años mayor, en Ámsterdam. Poco después de la muerte de este por culpa de la peste, Roelant viajó a Praga hacia 1603 para convertirse en el pintor de la corte del emperador Rodolfo II: archiduque de Austria, rey de Hungría y Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Nieto de Carlos V, era un coleccionista compulsivo, el mayor de su época, que hizo de Praga un centro artístico y de ciencia en Europa. Tenía un zoo particular, arte y objetos de todo tipo, y allí el pintor se encontró con el dodo.
Rodolfo II no solo coleccionó hasta crear un auténtico microcosmos en Praga. Savery fue el primero de su clase en recibir el encargo de salir al campo para captar del natural los paisajes del imperio. Viajó a los Alpes e hizo dibujos de cascadas, montañas, rocas, naturaleza salvaje. Después, lo utilizó como trabajos preparatorios para los paisajes pintados, como todos en su época, en su estudio. “Hasta donde sabemos, es la primera vez que un artista recibe el encargo de recoger paisajes en estas condiciones. Es un paso importante para el paisajismo”, asegura la conservadora. Pieter Bruegel El Viejo, el fundador de la dinastía de pintores, era el artista favorito de este emperador. De modo que Savery seguía en cierto modo esa tendencia. Pero mientras Bruegel, que también recorrió los Alpes, “capta vistas panorámicas, Savery estaba tan cerca que pareces mojarte con el agua de sus cascadas”. “Y eso es poco frecuente y lo hizo moderno en su tiempo”, señala la misma experta.
En la muestra hay también varios ejemplos de dibujos cuyos protagonistas son campesinos, mendigos, mujeres en el mercado, fieles en la sinagoga de Praga. Apuntaba toda clase de detalles sobre ropajes y colores para aprovecharlos luego. “Este grupo de trabajos, tomados a su vez al aire libre, es muy famoso. Se atribuyeron primero a Pieter Bruegel, pero luego se supo que eran suyos”, cuenta Van Suchtelen. Rembrandt tenía un álbum de paisajes de Savery entre sus posesiones.
Las flores también ocupan un espacio muy importante en su obra. “El bodegón floral más antiguo conservado en Países Bajos data de 1603 y es de Savery”, según la conservadora. Es posible que otros artistas, como Jan Brueghel —hijo de Pieter— o Jacques de Gheyn trabajaran en sus primeras composiciones de esta clase por esas fechas. “Un artista nunca está solo, siempre suele aparecer dentro de una tradición”. Se trataba de mostrar la mayor cantidad posible de ejemplares y colores ofrecidos por la naturaleza. “La entomología, el estudio de la parte más pequeña de la naturaleza, era muy importante. Por eso ponían muchos insectos entre las flores”, señala la experta. Hacia 1615, cuando Savery regresó a Países Bajos a la muerte del emperador, se instaló en Utrecht. Allí tenía un jardín variado que le fue muy útil para legar al arte jarrones enteros tan fragantes que hoy dan ganas de tocar los pétalos.
A su vuelta a Países Bajos, trabajó para el mercado libre y tenía algunos encargos oficiales y de parte de aristócratas. En Praga debió vender también fuera del entorno de la corte. Su principal alumno fue su sobrino Hans, hijo de su fallecido hermano Jaques. Soltero y muy orgulloso de su estancia junto al emperador, Roelant Savery ejecutó a lo largo de su vida unos 250 dibujos y cerca de 300 cuadros. Su final, sin embargo, fue tan triste como el de Rembrandt, que murió arruinado. En su caso, tuvo problemas mentales y se aprovecharon de él. En la quiebra, dejó de pintar y perdió su casa y su obra. Redescubrirlo es la tarea de esta exposición.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.