La atracción del histórico teatro de autómatas de Gonzalo Cañas se expone en Madrid antes de regresar a los depósitos
Construido en los años cuarenta, el espectáculo fue donado al Ayuntamiento que lo conserva en los sótanos del circo Price, sin encontrar un lugar permanente para exhibirlo
Gonzalo Cañas no fue solo un rostro común dentro de los escenarios y el cine españoles. También fue un titiritero innovador y vanguardista empecinado en dignificar el títere. Ácrata, vivaz, libre, Cañas empleó 14 años de su vida en adquirir el Teatro de Autómatas, atracción que donó tras su muerte en 2012 al Ayuntamiento de Madrid y que, desde entonces, reposa en el limbo administrativo. De forma excepcional se expone al público en Matadero hasta el día 3 de enero.
Esta atracción artesanal se compone de una carpa con 10 escenarios y una entrada al estilo de las big band de los años cuarenta. Acoge 35 figuras móviles que ejecutan un total de 50 movimientos que funcionan con un solo motor. Su técnico, Pepe Luna (también titiritero y discípulo de Cañas), es el encargado de presentar y explicar al público este prodigio de otro tiempo que, de no exponerse de forma permanente, se deteriorará hasta quedar inutilizado. “Hace falta mantenerlo en movimiento, porque el desgaste se produce al montar y desmontar. Se necesitan dos días para montar y otros dos para desmontar, aunque en esta ocasión han sido casi tres”.
Luna, hondamente comprometido con el mantenimiento de este ingenio motriz, muestra una preocupación por la inacción del Ayuntamiento con el teatro de autómatas más antiguo de España, que tan solo se ha puesto en funcionamiento en dos ocasiones en la última década. “Hemos reparado algunas piezas. Son mecanismos sencillos, de polea y alambre”. Dentro de la atracción se pueden observar las correas de cuero junto a relés y engranajes. “Aquí detrás está el secreto”. Luna corre un cortinaje y aparece una furgoneta de mediados de siglo XX que recoge toda la maquinaria. “Este es el truco. Así viajaba por toda Europa. El mecanismo se daña al estar quieto. Es artesanía, pero es resistente. Funciona una media de seis horas al día”.
Algunas telas (como el telón carmesí y estrellado de la entrada) están desde el inicio de la atracción —“No nos atrevemos a lavarlos porque a lo peor se deshacen”— mientras que algunas vestimentas sí se han sustituido: “Son idénticas a las originales”. Al comparar con las imágenes de época no se aprecian grandes diferencias. “Antes el Teatro de Autómatas se llamaba Hollywood, que se conoce que era más comercial. El feriante lo instalaba y se cobraba una pequeña cantidad para entrar”, aclara.
Luna y Paz González (quien también colaboró con Cañas durante 20 años) explican con entusiasmo todo lo necesario sobre su origen y funcionamiento. El célebre poeta Juan Carlos Mestre, Premio Nacional de Poesía y amigo personal de Cañas, escribió textos sencillos y para invertir la sátira. La escena de los nuevos ricos reza “En un baño original / sin lavabo ni retrete / donde no usan ni el orinal / Para dejar el “paquete”. La del tablao, “La gangosa Maravillas / y el tocaor del tupé / ”trabajan” por seguidillas / para ganarse el parné”. Mestre también pintó los fondos del hall de entrada, añadiéndole un toque vanguardista a la atracción.
Como hay algunos datos contradictorios en Internet, Luna aclara el origen: “Lo creó el valenciano Antonio Pla. En la entrada pone 1947, aunque tenemos fotos de él durante la construcción, fechadas en 1945. De ahí pasa a un empresario de Águilas [Murcia], y de ahí a manos de Gonzalo”. En 1992, el año de la Expo y de las Juegos Olímpicos, la maravilla mecánica y volvió a recorrer mundo con los hermanos Luna (Paco y Pepe) y Paz. Tiempos felices para gente que puso todo su empeño en que las marionetas trascendieran las “cosas de niños”. En 2012 se hizo la última exhibición del Teatro de Autómatas hasta ahora.
Una fuente del Ayuntamiento de Madrid confirma que el Teatro reposa en los sótanos del Circo Price y que Pepe Luna ha sido el encargado de redactar un manual de uso para que en el futuro sean los técnicos de Madrid Destino los que puedan poner en marcha el artefacto. “El problema”, cuenta la fuente municipal, “es que no cabe en ningún sitio. Se habló de ponerlo en el Museo de Artes y Tradiciones Populares, pero no hay espacio ni siquiera en la corrala. Y en la corrala no se podría poner porque no puede estar al aire libre. La idea era usarlo en las fiestas de los distritos”. Tanto Luna como el Ayuntamiento inciden en que el camión original no ha pasado la última ITV, con lo que el transporte ha de ser con una grúa. Cuando el próximo día 3 se eche el cierre, los ingenios mecánicos esperarán pacientes a que el Ayuntamiento tome, por fin, una decisión sobre la única atracción de autómatas que queda en España.
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