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‘Danza para guitarra’, un concierto con bailes de los últimos cinco siglos

Los coreógrafos Valeriano Paños y Rafael Estévez celebran los 20 años de su compañía con un espectáculo en el que, acompañados del guitarrista Miguel Trápaga, muestran su bagaje

Valeriano Paños (izquierda) y Rafael Estévez en la sala de ensayo de los teatros del Canal, en Madrid, el 30 de noviembre.
Valeriano Paños (izquierda) y Rafael Estévez en la sala de ensayo de los teatros del Canal, en Madrid, el 30 de noviembre.Moeh Atitar
Mercedes L. Caballero

En el centro de la sala, Valeriano Paños (Barcelona, 47 años) baila danza española estilizada. A su derecha, el guitarrista Miguel Trápaga interpreta una de las piezas musicales del espectáculo. Y enfrente, sentado en un banco, Rafael Estévez (Huelva, 44 años) observa y susurra. Le sale un “ole” bajito dedicado a la guitarra, alguna advertencia cariñosa a Paños (“respira, tranquilo”) y se le escapan movimientos de cabeza y cuerpo con los que sigue el ensayo, cuaderno y bolígrafo en mano. Los tres son los principales artífices de Danza para guitarra, una pequeña obra preciosista de una hora de duración que es concierto bailado o coreografía tocada, intimista y pulcra, libre y desprejuiciada, como toda la trayectoria de Estévez/Paños y Compañía. Termina el ensayo en el Centro Coreográfico Canal, en Madrid, y Trápaga se levanta de la silla y cuenta que para él la experiencia es como dialogar con otro instrumento, “que en esta ocasión es el cuerpo de Valeriano”. El músico se muestra feliz y emocionado mientras guarda su guitarra.

El espectáculo, con dirección de Estévez, coreografía y baile de Paños e interpretación musical en directo de Trápaga, se estrena mañana, sábado 9 de diciembre, en el Real Coliseo Carlos III de San Lorenzo de El Escorial (Madrid) y celebra los 20 años que el tándem formado por estos dos bailarines, coreógrafos y directores está cumpliendo desde el pasado mayo. Y si alguien esperaba una gran celebración de mucha gente en escena, algo que la agrupación viene haciendo casi desde sus inicios (“nos encanta trabajar con muchos bailarines”), los creadores se recogen y por primera vez montan un solo bailado, el primero de la trayectoria de Paños. “Puede que desde fuera no tenga mucha lógica que con 47 años baile mi primera obra yo solo, pero es ahora cuando siento la madurez necesaria para contar la verdad de mi cuerpo. Con 20 años técnicamente estaba divino, pero no creo que estuviera preparado mentalmente para llevar a cabo esta responsabilidad”.

Sin embargo, su técnica permanece intacta, perfeccionada incluso por la consistencia de su propia historia. Preguntado por esto, Estévez sale al rescate de la timidez de Paños: “Si te da fatiga hablar de ti mismo lo hago yo, tú verás”. “Ahora mismo, lo más fácil para mí es bailar solo y permitirme hacer y deshacer lo que quiero”. “Como siempre hemos hecho”, añade Estévez.

Apasionados de la investigación y documentación como base fundamental de cada una de sus obras, Estévez desde un trabajo de mesa que incluye lo musical y la historia, Paños a través de su cuerpo, Danza para guitarra recoge ese modus operandi a través de las composiciones musicales y bailes y danzas que componen la obra, que van desde el siglo XVII hasta nuestros días. Jácara, fandango y bolero, guajira, zarabanda y garrotín de autores como Joaquín Rodrigo, Julián Arcas, Leo Brouwer y Joaquín Turina, entre otros, confeccionan un dúo interpretativo que, sin orden cronológico, funciona como una lista de reproducción.

“Es verdad que hay un trabajo de documentación alrededor del contexto de las músicas que se interpretan, pero sobre todo es un espectáculo para el goce, tanto de los intérpretes, Miguel y yo, como del público. O eso esperamos”, declara Paños.

Estévez y Paños, durante los ensayos en el 30 de noviembre.
Estévez y Paños, durante los ensayos en el 30 de noviembre.Moeh Atitar

La trayectoria de Estévez y Paños, antes de ser la compañía que son, está plagada de nombres propios, como el de Merche Esmeralda, bailaora con quien se formó el primero en sus inicios, o Mario Maya, que dirigía la Compañía Andaluza de Danza, en la que Paños comenzó su andadura en Córdoba (“mi ciudad artística”). Otros como los de Blanca del Rey, Antonio Márquez, Ciro e incluso Carlos Saura, que invitó a Paños a formar parte de su película Jota (2016), llegaron después. Sin embargo, dicen, la única vía posible para permanecer con la ilusión intacta todos estos años es empezar cada día desde cero. “Hemos cambiado nosotros porque, como decía Morente, ‘cambiaron los tiempos / he cambiado yo / donde no hay escritura / no hay obligación’. Pero confiamos en el trabajo diario y eso es lo que nos ha traído hasta aquí”, declara Estévez.

Lo cierto es que la trayectoria de los dos coreógrafos y directores, que se unió un día de hace veinte años frente al escaparate de una zapatería en Barcelona (”íbamos paseando y le dije a Rafael que me iba a presentar al Certamen Coreográfico de Danza Española y Flamenco con otro bailarín y él me dijo que de eso nada, que me presentara con él porque juntos podíamos hacer cosas”), se ha mantenido en una fina coherencia de tradición y vanguardia, compromiso y generosidad. Al frente de su agrupación o como directores y creadores para quien se lo pida o donde recaigan (fueron directores del Ballet Flamenco de Andalucía entre 2016 y 2018). “Nos unió la falta de ego”, apunta Estévez, “el estar a gusto en nuestra piel y así seguimos”.

A punto de estrenar Danza para guitarra y con otras ocho obras activas en su repertorio, Estévez y Paños se aferran al compromiso con lo artístico por encima de cualquier otra cosa. “Mira, si de este espectáculo salen solo tres funciones, gloria bendita. Y si salen trescientas, pues mejor. Pero desde luego no trabajamos ni creamos para esto último, porque si no, te alejas de lo que es el arte, la verdad y la cosa seria”, concluye Estévez. Y Paños asiente.

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Sobre la firma

Mercedes L. Caballero
Periodista especializada en información y crítica de danza desde principios de los años 2000 a través de diversos medios de comunicación de radio y prensa escrita. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.

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