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Guillermo Zapata: “Me genera mucha paz borrar mensajes”

Guionista, escritor y exconcejal en el Madrid de Manuela Carmena, ha publicado un libro que recrea lo sucedido durante el llamado ‘Tamayazo’

Guillermo Zapata, en el barrio madrileño de Malasaña.
Guillermo Zapata, en el barrio madrileño de Malasaña.Claudio Alvarez
Ángeles Caballero

Guillermo Zapata (Madrid, 44 años) es guionista y ha escrito una novela que se titula No a todo (Lengua de Trapo). Fue concejal de Cultura y Deportes por Ahora Madrid en las primeras horas de alcaldía de Manuela Carmena, dimitió de inmediato por publicar unos tuits ofensivos, aunque se mantuvo como concejal de dos distritos, lo juzgaron y salió absuelto. Pero cuando se le recuerda esa parte de su historia aclara: “No me gusta quedarme atrapado en las cosas”. “La experiencia municipal fue alucinante, la relación con los vecinos, las cosas que pudimos hacer. No lo elijo para contártelo en una entrevista, es que pienso muy poco en lo otro”, afirma.

Pregunta. Ha escrito No a todo, un libro sobre ese episodio de la historia política llamado Tamayazo. Por favor, explique a los lectores más jóvenes o algún olvidadizo en qué consistió.

Respuesta. Hace 20 años, la suma del PSOE e Izquierda Unida daba para gobernar la Comunidad de Madrid, pero dos diputados socialistas en la asamblea, Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez, se ausentaron en la votación de la constitución de la mesa y se abstuvieron en la de la investidura, así que le dieron la victoria a la derecha. Se repitieron elecciones y la derecha volvió a ganar. Ese momento y lo que lo rodeó, conspiraciones y traiciones que aún no están claras, han marcado el rumbo de la historia de la Comunidad de Madrid.

P. ¿Qué consecuencias tuvo esa votación?

R. A los votantes socialistas les hizo daño y envalentonó a una derecha que en los 10 años siguientes se dedicó a la corrupción. No lo digo yo, sino causas judiciales que lo atestiguan. Hubo que esperar al 15-M para que volviera ese sentimiento de que Madrid puede ser otra cosa.

P. ¿La izquierda tiene arreglo en Madrid?

R. Su historia es la de la corte y la de la villa. Cuando la corte empieza a separarse de la villa, esta siempre reacciona. Y esa fuerza no se ha extinguido nunca. Es una historia discontinua, pero constante de un pueblo que de vez en cuando dice: hasta aquí hemos llegado. Eso ha pasado, pasa y volverá a pasar.

P. Si tuviera que escoger otros momentos clave de la política recientes, serían…

R. La votación de la reforma laboral, tanto por la dirección que se pretendió marcar como lo que pasó. Y la moción de censura en Murcia en 2021, porque es la primera vez que un hecho aparentemente lejano tiene resonancias en un ciclo político completo.

P. Una cosa que le fascina es el auge y la caída de Ciudadanos.

R. Durante dos o tres años era el partido que más se parecía a España, representaba cierta idea de libertades individuales y una relación poco conflictiva con el mercado. Pero renunció a eso para ser un partido de derechas. Y ahí se murió.

Portada de ‘No a todo’, de Guillermo Zapata.
Portada de ‘No a todo’, de Guillermo Zapata.

P. Es una persona muy próxima a Yolanda Díaz. ¿Cómo la define?

R. Hace un esfuerzo por hablar a quien tiene miedo, a quien duda y a quien no confía. Esa es una diferencia importante con respecto a otros líderes políticos. Otra es que siempre se han vinculado los contenidos radicales con las formas duras, y ella ha optado por los contenidos efectivos (no me gusta decir radicales) sin hacer mucho ruido. Es una cosa muy pensada porque la gente está agotada de la política, tiene que ser percibida como una solución. ¿Esto de qué va, de tener razón o de mejorar la vida de la gente? Porque se puede tener razón sin ganar, pero si va de transformar la vida de la gente, entonces hay que ganar. Esa es su apuesta.

P. Volvamos a Madrid, en cuyo Ayuntamiento ejerció como concejal. Algunos quieren que se parezca a Miami…

R. Madrid tiene que parecerse a Madrid, y los que dicen eso no quieren que se parezca a otro sitio, sino a la idea que se tiene de él. Hay que ser más ambiciosos y no venderle a la gente que Madrid consiste en tener impuestos bajos y nada más, que allá te las compongas. La gente normal necesita servicios públicos, no suerte.

P. ¿Estamos confundiendo censura con crítica?

R. En los últimos años hemos vivido una operación para legitimar la censura que ha consistido en repetir que no se puede decir nada. Con eso lo que haces es equiparar que un Ayuntamiento cancele una obra con que alguien escriba una crítica teatral o de cine en un blog. Cuando reblandeces los conceptos lo que estás haciendo es darle poder a quien tiene la capacidad de censurar, que en este caso son las administraciones.

P. Le llevaron a juicio por un puñado de tuits. ¿Cuál es su relación actual con las redes sociales?

R. Me genera mucha paz borrar mensajes. Escribo uno, y cuando empieza a ir bien y veo que puede ser viral lo elimino. Porque cuando empieza a crecer se sale de las fronteras del contexto en el que se ha escrito y de la gente que te lee y te entiende, así que cuanto más lejos llegue más posibilidades de que llegue una respuesta en forma de odio. Además, yo no quiero hablar con todo el mundo.

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