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Cerámicas, metales y pinturas: 250 piezas para inmortalizar la cultura inca

El Museo de Arte de Lima acoge hasta noviembre ‘Los incas: más allá de un imperio’, una muestra monumental con 250 piezas para acercarse a una de las civilizaciones más asombrosas del mundo antiguo

Renzo Gómez Vega
Objetos expuestos en la muestra 'Los incas. Más allá de un imperio'.
Objetos expuestos en la muestra 'Los incas. Más allá de un imperio'.Angela Ponce (Angela Ponce)

Los mediadores culturales coinciden en que la mayoría de niños que visitan Los Incas. Más allá de un imperio, la muestra principal del Museo de Arte de Lima (MALI) desde junio pasado, inician el recorrido con tres obsesiones: deslumbrarse frente a momias, armas de guerra y habitaciones enteras repletas de lingotes de oro. Después de pasearse por las cuatro salas, tras observar alrededor de 250 piezas de cerámica, metales, textiles, objetos líticos y pinturas que conversan entre sí, no hay espacio para el desengaño aun cuando no se hayan cumplido sus expectativas preliminares. Se marchan con la impresión de conocer más sobre esa cultura legendaria, asentada en el Cusco, cuyos dominios se extendieron en Sudamérica entre los siglos XV y XVI.

En general, los visitantes de todas las edades se suelen enterar de que el quechua no era precisamente el idioma de los incas, sino una lengua ya extendida en las regiones que acabó siendo una especie de “inglés andino”, como afirma Ricardo Kusunoki, uno de los curadores de la muestra, especializado en arte colonial y republicano. También descubren la importancia de las túnicas en la sociedad incaica, al punto de ser más valoradas que los objetos de oro, así como se quedan sorprendidos cuando les cuentan que los incas no habrían sido exactamente una etnia, sino más bien un grupo de guerreros con un rango privilegiado. Si bien los peruanos están familiarizados con los incas desde pequeños son esfuerzos como este del MALI los que nos involucran más con un fragmento mayúsculo de la historia universal.

Para Kusunoki, sin embargo, este acercamiento siempre será parcial, más allá de que existe una serie de relatos escritos que reconstruyen el mundo incaico. “Es un corpus muy amplio, recogido en las primeras décadas de la formación de la sociedad colonial y por eso mismo condiciona esa memoria del pasado inca. Aun cuando pareciese que contamos con todos los testimonios, ese proceso debe estar en permanente cuestionamiento y revisión. Los incas han dejado poca cultura material en comparación a otras culturas prehispánicas. Es como si se nos escaparan siempre”, afirma Kusunoki. Los otros curadores de este trabajo que reúne a piezas de 26 instituciones —entre fundaciones, comités, arzobispados, museos y colecciones privadas— son Cecilia Pardo y Julio Rucabado.

Una de las pinturas más llamativas de esta muestra que estará disponible hasta fines de noviembre es el matrimonio entre un español y una princesa de la nobleza inca llamada Beatriz Clara Coya, descendiente de Sayri Túpac, uno de los últimos incas rebeldes que se refugió en la selva del Cusco, cuando el viirreinato ya había impuesto su poderío. Lo curioso de la imagen es un hecho que nunca sucedió: la inclusión de su tío Felipe Túpac Amaru, quien fue capturado por su esposo Martín García de Loyola y a la postre culpable de su fin. “La intención de los fundadores de la orden jesuita era generar un vínculo afectivo con las élites indígenas, plasmar que se trataba de un pacto pacífico, pero fue una ficción de que Túpac Amaru participó en la boda de su sobrina y su captor”, remarca Kusunoki, quien será nuestro gran anfitrión.

Tania Pérez, mediadora con estudios en Historia del Arte, establece este cuadro como punto de partida para despertar el interés de las delegaciones de colegiales que recibe varias veces por semana, en este museo ubicado en el Parque de la Exposición, en Cercado de Lima. “¿Qué pasaría si viajáramos en el tiempo y pudiésemos hacerle una pregunta a Beatriz?”, consulta y los niños y púberes responden: “¿estás feliz con casarte?, ¿vas a vivir en Perú o te vas a ir a vivir a España? Pestañea si estás bien”.

Otra pintura que atrae la atención del público es la de Santiago Matamoros, ícono de la evangelización, en primer plano; a un lado, empequeñecido, el inca Atahualpa; y más allá un soldado español a caballo y dos indígenas ofreciéndole unos lingotes de oro en una bandeja de plata. Se cuenta que los incas estaban asombrados con la locura que causaban en los conquistadores los metales preciosos y su insistencia por acumularlo. De allí que pensaran que los caballos españoles comían oro. Una pieza inédita de la exposición es una vasija restaurada, hallada en fragmentos en Vilcabamba, zona de resistencia inca en el Cusco, y que al unirla escenifica una batalla donde los incas derrotan a los invasores. Una quimera.

A la par de Los incas. Más allá de un imperio, Ediciones Pichoncito, un reconocido sello de literatura infantil, en alianza con el MALI, ha producido un libro ilustrado llamado Incas. Una gran historia. Se trata de una obra didáctica, con varias capas de información, que tiene el reto de sintetizar el origen, los mitos, los gobernantes, el ascenso, expansión y caída del Tahuantinsuyo, así como sus diversas ramas del saber como la tecnología agrícola, su arte al tejer, sus grandes construcciones como Machu Picchu, su compleja red de caminos, y también su influencia en la cultura popular del mundo contemporáneo: desde la gaseosa Inca Kola hasta los artistas peruanos que cantan en quechua.

“Nos propusimos hacer el mejor libro que jamás se hubiese hecho sobre los incas para niños, y lo hemos cumplido. Es un libro que puedes abrir en cualquier página y descubrir algo nuevo. Además, hemos destacado el rol fundamental de las mujeres en el imperio incaico. Algo que no se acostumbra tocar en profundidad”, destaca Adriana Roca, directora ejecutiva de Ediciones Pichoncito, quien también sostiene que existen preguntas incontestables sobre esta cultura milenaria. “Los misterios persisten. No había retratos ni escritura per se. Durante el Virreinato se prohibieron ritos considerados paganos por la Iglesia Católica. Se perdió conocimiento”, agrega. Las ilustraciones del libro provienen del trazo de Melissa Siles.

“Es un proceso cultural muy complejo. Los imperios se construyen a partir de un proceso de violencia, pero también de negociación. La muestra abarca parte de ese proceso. Evidentemente es una negociación condicionada”, señala el curador Ricardo Kusunoki. Son cuatro las salas: la primera está dedicada a la formación de los incas como Estado previo a la conquista, la segunda concentra el material más interactivo, la tercera explora en lo que sucede con los incas en la sociedad colonial, y la cuarta se enfoca en cómo los incas construyen una idea de lo nacional en el siglo XX. La ambición ha sido grande. Y estará disponible por cuatro meses más. Quienes estén por Lima tienen una cita obligada con la historia.

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Renzo Gómez Vega
Periodista y escritor. Ha escrito en los medios peruanos 'El Comercio', 'La República', el semanario 'Hildebrandt en sus Trece' y 'Salud con Lupa'. Fundador de la revista digital 'Sudor'.

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