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Clemente, la sorpresa de una Madeleine con mucho público, pero poca casta

El torero de Burdeos firma lo más destacado y cae herido en una feria decepcionante en el aspecto ganadero

Clemente torea al natural a su segundo toro de La Quinta.
Clemente torea al natural a su segundo toro de La Quinta.Philippe Gil Mir (Philippe Gil Mir)

En un constante esfuerzo por mantener el equilibrio entre toro y torero, entre figuras y torismo, la localidad francesa de Mont de Marsan, situada en la región de Las Landas, celebró este fin de semana su tradicional Feria de la Madeleine. Un ciclo que volvió a destacar por la gran respuesta de público. La plaza se llenó prácticamente en su totalidad todos los días y se colgó el cartel de “no hay billetes” dos tardes (miércoles y sábado). Esa fue la mejor noticia de una feria marcada, sin embargo, por la falta de casta de la mayoría de astados.

Especialmente decepcionante resultó la corrida de Cebada Gago, lidiada el viernes 21. Tras varios años de ausencia, la divisa gaditana regresó al coso de Mont de Marsan con un encierro de desigual presentación, astifino, manso, blando, noble y descastado. Todo lo contrario a lo que cualquier aficionado torista esperaría de este hierro, que atraviesa un bache ya demasiado profundo. La única oreja que se cortó ese día la paseó Jesús Enrique Colombo, vulgar y ventajista con muleta y banderillas, pero que ejecutó un espectacular volapié.

Lo mejor llevó la firma de Fernando Robleño, que reaparecía tras la cornada sufrida en Pamplona. El madrileño dejó detalles de gusto y pureza, especialmente en su segundo turno, pero falló con la espada. Domingo López Chaves, que se despedía de una plaza que le ha visto triunfar en varias ocasiones, anduvo apático y desconfiado, y acabó matando al cuarto de un alevoso bajonazo.

Emilio de Justo firmó, ante un toro de La Quinta, una de sus mejores faenas desde su reaparición

Mejor resultó la corrida de La Quinta, lidiada al día siguiente, correctamente presentada (con la salvedad del muy terciado tercero), pero nada exagerada, que cumplió discretamente en los caballos y embistió con tanta nobleza como sosería en el último tercio. Algo más de casta y transmisión tuvieron segundo, quinto, y, sobre todo, el sexto.

No fue mala la de los hermanos Conradi, claro que no, pero tampoco una de esas exigentes y repletas de emoción que convirtieron a esta ganadería en una de las más interesantes y seguidas del campo bravo hace no tantos años. Una vez más, nos vino a la cabeza aquello de echarle demasiada agua al vino. En definitiva, excesiva nobleza y ninguna fiereza.

Una corrida, sin embargo, para bordar el toreo que aprovecharon, a medias, Daniel Luque, Emilio de Justo y Clemente. El primero, uno de los toreros con más cartel en Francia, anduvo en figura, fácil y sin apreturas, como si estuviera en un tentadero, y paseó dos generosas orejas, la segunda, tras una gran estocada.

De Justo, otro torero resucitado por Francia hace unos años, no estuvo a la altura de su primero, y lo dio todo frente al quinto, al que incluso recibió a portagayola. Esa faena, tan inspirada como irregular, puede ser, quizás, una de las mejores que ha firmado desde su reaparición.

Pero la gran sorpresa de la tarde y de la feria fue la actuación de Clemente, un torero nacido en Burdeos, que ha vuelto a las ferias esta temporada, tras no haber toreado apenas desde su alternativa en 2016. Con su llamativa cabellera rubia, y a pesar de su evidente falta de oficio, demostró un concepto muy clásico, naturalidad, improvisación y buen gusto.

Paseíllo del pasado domingo en la feria de La Madelaine.
Paseíllo del pasado domingo en la feria de La Madelaine.Philippe Gil Mir (Philippe Gil Mir)

Tenía las dos orejas del sexto cortadas cuando fue cogido al entrar a matar, sufriendo dos cornadas, una en el muslo y otra en el gemelo de la pierna derecha. Con la media ensangrentada y visiblemente dolorido, aguantó en el ruedo hasta acabar con su oponente y se marchó a la enfermería por su propio pie. Sin duda, un torero a seguir.

Se esperaba con gran expectación la corrida de Pedraza de Yeltes del domingo. El hierro salmantino, uno de los más regulares en el país vecino, volvía a cerrar la Madeleine tras los notables encierros lidiados los últimos años, pero esta vez, la infalible Pedraza defraudó.

Aunque la corrida apretó en varas y tuvo virtudes como la nobleza, la fijeza y la humillación, le faltó ese fondo de casta y poder necesarios para transmitir en el último tercio. Si bien es verdad que las expectativas eran muy altas, también lo es que la mayoría de los imponentes aldeanuevas se vinieron muy abajo.

Uno de los de mejor condición, y que apretó de verdad en el caballo, fue el cuarto, que terminó desfondado, pero que mereció un mejor trato por parte de Rafaelillo, casi siempre fuera de cacho. Bastante acelerado, su versión ante el primero, de los más poderosos del sexteto, no fue mejor.

Alberto Lamelas se mostró pundonoroso y, por momentos, templado, en dos trasteos excesivamente largos, en los que también pecó de despegado. El quinto, además, se orientó y acabó quedándose muy corto.

Al igual que López Chaves el viernes, Thomas Dufau también se despidió de la afición de Mont de Marsan el último día de feria. Aunque a veces le costó dar el paso necesario para lograr la indispensable ligazón, dejó muestras de su buen concepto y firmó los mejores muletazos del festejo.

La feria de la Madeleine comenzó el miércoles 19 con una corrida de Garcigrande en la que hicieron el paseíllo Roca Rey, que salió en hombros, Tomás Rufo y Yon Lamothe, diestro local que tomó la alternativa, y cortó solo una oreja del sexto, un ejemplar que destacó por su notable fondo de casta.

Al día siguiente, y a pesar de una pobre corrida de El Pilar, también se abrió la puerta grande. Esta vez el agraciado con dos generosas orejas fue Daniel Luque. Otra más cortó el francés Dorian Canton, mientras Sebastián Castella fue silenciado.

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