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Fiestón zarzuelero en Praga: el folclore español se reinventa y Rodrigo Cuevas pone a cantar jotas a los checos

La celebración del Día de España en la Cuatrienal de Escenografía, la gran cita mundial del diseño escénico, culmina con una zarzuela-cabaré del músico asturiano en un céntrico teatro de la ciudad centroeuropea

Rodrigo Cuevas, durante su actuación este miércoles en el teatro ABC de Praga.
Rodrigo Cuevas, durante su actuación este miércoles en el teatro ABC de Praga.Isaac Sibecas (INAEM) (INAEM)
Raquel Vidales

Coplas, cuplés, jotas, rondas, serenatas, chotis. Praga suena estos días a música popular española. La noche de este miércoles, el céntrico teatro ABC de la capital checa vibraba a ritmo de Ruperto Chapí, Federico Chueca, Jacinto Guerrero, Pablo Sorozábal y otros maestros de la zarzuela. Sobre las tablas, castañuela en mano, el cantante y performer Rodrigo Cuevas jaleaba al público para que tarareara un fragmento de una jota de Chapí mientras invitaba a la coreógrafa y bailarina Lara Brown a subir al escenario para marcarse un baile a dúo. Fue uno de los momentos calientes de una velada que acabó como una juerga verbenera y que puso el broche de oro a la celebración del Día de España en la Cuatrienal de Praga, el acontecimiento más importante del mundo en el campo de la escenografía y la arquitectura teatral: una gran exhibición internacional al estilo de las bienales de arte contemporáneo con pabellones e instalaciones de artistas de más de un centenar de países, abierta desde el pasado 8 de junio hasta el próximo domingo.

¿Y qué tiene que ver la escenografía teatral con Rodrigo Cuevas: el llamado rey del electrocuplé, icono de la copla moderna y cabeza visible de una pujante generación de músicos que actualmente están renovando y quitándole caspa al folclore español? La respuesta está en la zarzuela. Este año, la organización de la Cuatrienal ha propuesto a los países participantes un eje temático común: lo raro. Con este leitmotiv, la gestora cultural Maral Kekejian, comisaria del pabellón de España, desarrolló su proyecto “partiendo de lo raro no como lo diferente o lo marginal, sino de esa otra acepción que alude a lo extraordinario. ¿Y qué hay más extraordinario que las fiestas, el folclore y las tradiciones populares, cuando los ciudadanos salen de sus rutinas, se reúnen, se engalanan y se transforman? Eso es también un espacio teatral”, explicaba este miércoles la comisaria durante la visita institucional organizada por las entidades que financian la propuesta, a la que fue invitado EL PAÍS.

Y es aquí donde enganchamos de nuevo con Rodrigo Cuevas y su espectáculo Barbián, que estrenó en Madrid en 2019 y que él define como una zarzuela-cabaré durante la cual realiza su particular antología del género lírico español, reinterpretándolo a su manera, con base de guitarra eléctrica y música electrónica. Ataviado con un vestido que integra elementos de trajes regionales de diferentes partes de España (mantilla, bonete, abanico, bordados, faja, miriñaque) combinados con zapatos estilo drag, el artista se zampó al público con actitud burlesca y picarona, cual reina del cuplé del siglo XXI, cumpliendo con creces el leitmotiv de la propuesta española en Praga: lo raro como extraordinario.

Marta Pazos, dentro de su obra 'Matria', expuesta en la Galería Nacional de Praga.
Marta Pazos, dentro de su obra 'Matria', expuesta en la Galería Nacional de Praga.CORTESÍA DE LA ARTISTA

El Día de España en la Cuatrienal había comenzado temprano por la mañana con la visita de representantes de las instituciones que financian el pabellón nacional: Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (Inaem-Ministerio de Cultura) y Acción Cultural Española, que aportan el grueso principal del presupuesto (cerca de 300.000 euros) con aportaciones de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, el Instituto Cervantes y la Real Escuela Superior de Arte Dramático. La propuesta de la comisaria Kekejian se ha concretado en una instalación titulada ¡Viva la montaña!, inspirada en el grito que emite una mujer alzada en volandas por un grupo de personas que danzan juntas la Baila de Ibio, una pieza tradicional de folclore cántabro, firmada por artistas de distintas disciplinas: María Buey González (concepto), Raquel Buj (vestuario y tejidos), Javi Cruz (diseño, creación de estructuras), María Jerez (dramaturgia) y Lara Brown (coreografía). Se trata de una pieza viva, una montaña que alzan cada día ante los ojos de los visitantes Javi Cruz, María Jerez y Lara Brown, con tubos metálicos, troncos, palos, tejidos, bordados y multitud de elementos inspirados en la imaginería y las fiestas tradicionales, los bailes sobre zancos, la danza de las cintas, los castells y muchos otros ritos populares.

Montaje en directo de la instalación '¡Viva la montaña!', durante la visita institucional al pabellón español, este miércoles.
Montaje en directo de la instalación '¡Viva la montaña!', durante la visita institucional al pabellón español, este miércoles.ISAAC SIBECAS (INAEM)

Muy cerca de esta instalación se sitúa la de Cataluña, que tradicionalmente participa en la Cuatrienal con un pabellón propio, promovido por el Institut del Teatre de Barcelona y el Institut Ramon Llull. En la anterior edición de la Cuatrienal (2019) se vivieron momentos de alta tensión entre la delegación española y la catalana porque la propuesta de esta última incluía vídeos de las cargas policiales del referéndum del 1-O, calificada por el entonces ministro de Cultura, José Guirao, como una “tergiversación de la realidad democrática”, pero este año no solo ha primado la diplomacia sino que la sintonía ha sido total, con visitas mutuas y una alegría compartida: la pieza de Cataluña ha sido distinguida con el premio a la obra más sensible socialmente, uno de los galardones que se conceden dentro de la competición de países, entregados el martes.

Titulada Crop y firmada por los escenógrafos y figurinistas Albert Pascual y Carlota Ricart junto con la directora escénica y dramaturga Raquel Cors, la propuesta catalana traslada al espectador hasta el Teatre Nacional de Catalunya en un futuro distópico, donde ya no quedan humanos sino solo restos de vestuarios que fueron utilizados sobre los escenarios, colonizados por especies vegetales y microorganismos vivos. No es una especulación: realmente crecen plantas y hongos sobre esos ropajes.

Vista de 'Crop', el pabellón de Cataluña.
Vista de 'Crop', el pabellón de Cataluña.Isaac Sibecas (INAEM) (INAEM)

Tanto España como Cataluña participan este año en la exposición de estudiantes, también competitiva, con propuestas creadas por alumnos de cinco escuelas de arte dramático españolas en el primer caso y por el Institut del Teatre de Barcelona en el segundo. Fuera ya de la competición, el proyecto de Maral Kekejian incluye dos obras más fuera de concurso que se exhiben en dos exposiciones paralelas instaladas en la Galería Nacional de Praga, una de maquetas de escenografías y otra de espacios escénicos: Yabba (de María Jerez) y A pedra de abalar (concebida por la propia Kekejian y María Buey González). Cataluña, por su parte, exhibe una maqueta de Montse Amenós. Además, en la sede del Instituto Cervantes de Praga puede verse estos días una exposición dedicada a la verbena de la Paloma, con abundante material fotográfico, audiovisual y documental sobre una de las fiestas más populares de Madrid, que inspiró a Tomás Bretón una de las obras cumbre de la zarzuela.

Pero sin duda una de las piezas más comentadas de la exposición de maquetas en la Galería Nacional de Praga es la que presenta a título individual la artista, directora y escenógrafa gallega Marta Pazos, con el apoyo del Centro Dramático Galego: Matria, un cubículo con una abertura por la que el público puede introducirse para descubrir dentro una vulva de tres metros y medio de altura, todo ello pintado de un verde fluorescente intenso que hace que a la salida los colores se perciban distorsionados durante un buen rato. Los visitantes se lo pasan en grande entrando y saliendo.

María Jerez, frente a su obra 'Yabba'.
María Jerez, frente a su obra 'Yabba'.Isaac Sibecas (INAEM)

Ese es uno de los grandes atractivos de la Cuatrienal de Praga: la acción. A diferencia de las grandes bienales de arte contemporáneo, donde las instalaciones suelen ser más estáticas, esta muestra es mucho menos contemplativa. La mayoría de las piezas tienen una elaborada dramaturgia detrás, incluyen performances o invitan a tocar, pasear, entrar, salir, descubrir… Al fin y al cabo, hablamos de espacios pensados para el teatro; es decir, para que ocurran cosas.

El premio gordo se lo ha llevado el pabellón de Chipre, dos maquetas de edificios inspirados en el pueblo fantasma de Famagusta, que quedó cercado e inaccesible tras la invasión militar turca de Chipre en 1974. Otra instalación muy alabada está siendo la de República Checa, galardonada como mejor concepto: el visitante va pasando por delante de lo que parecen cortes transversales de estancias muy diversas, desde un pasillo de un hotel hasta una sala de máquinas tragaperras. Pararse frente a cada una es como ponerse delante de un disparadero de la imaginación.

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Sobre la firma

Raquel Vidales
Jefa de sección de Cultura de EL PAÍS. Redactora especializada en artes escénicas y crítica de teatro, empezó a trabajar en este periódico en 2007 y pasó por varias secciones del diario hasta incorporarse al área de Cultura. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.

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