El Supremo de Estados Unidos sentencia que Warhol violó los derechos de una fotógrafa al usar un retrato de Prince
El artista pop partió de una imagen de Lynn Golsdmith para crear una serie de serigrafías. La sentencia sacude los cimientos del arte contemporáneo
El Tribunal Supremo de Estados Unidos dio este jueves la razón a la fotógrafa Lynn Goldsmith, que inició hace siete años una cruzada para que se reconociera que Andy Warhol infringió sus derechos de autor al crear una serie de serigrafías a partir de una imagen tomada por Goldsmith del cantante Prince. Más allá de la disputa en sí, la decisión puede cambiar las reglas del juego de la creación artística al plantear un nuevo escenario. Basarse en una obra previa, práctica extendida en el arte contemporáneo (y en el arte a secas, desde, al menos, el Renacimiento), puede acarrear a partir de ahora consecuencias legales.
“Las obras originales de Goldsmith, como las de otros fotógrafos, tienen derecho a la protección de sus derechos de autor, incluso frente a artistas famosos. Tal protección incluye los trabajos derivados que transformen el original”, escribe la jueza Sonia Sotomayor en la opinión mayoritaria. Siete magistrados estuvieron de acuerdo con esa opinión. Los otros dos mostraron su disenso. Sotomayor considera que ambas imágenes “comparten sustancialmente el mismo propósito y el uso es de carácter comercial”. También, que la fundación Warhol “no ofreció ninguna otra justificación persuasiva para el uso no autorizado de la fotografía”.
La encargada de redactar el parecer disidente ha sido la liberal Elena Kagan (el presidente del alto tribunal, el conservador John Roberts, fue el otro magistrado alineado con su postura). “[La sentencia] Reprimirá la creatividad de todo tipo. Impedirá el arte, la música y la literatura nuevos. Frustrará la expresión de nuevas ideas y el logro de nuevos conocimientos. Hará que nuestro mundo sea más pobre”.
Kagan parece alinearse así con las voces de quienes, desde el mundo del arte, ven en este un precedente peligroso. El préstamo es una práctica de larga tradición que, tras la irrupción de Marcel Duchamp en las vanguardias, con sus urinarios y sus mona lisas con bigote, se ha convertido en una de sus corrientes dominantes. Hay artistas como Jeff Koons o Richard Prince cuya obra está basada en gran parte en esa idea.
En otras disciplinas, como la música, la teoría de la transformación creativa se ha demostrado esencial, especialmente, en terrenos como el hip-hop, cuyos intérpretes acostumbran a partir de material existente para crear propuestas nuevas. En la vista oral de este caso, celebrada en octubre, uno de los precedentes más citados fue el de la sentencia que dio la razón al grupo 2 Live Crew por emplear Oh, Pretty Woman, de Roy Orbison, en su canción Pretty Woman.
El encargo de ‘Vanity Fair’
El origen de la disputa de Warhol-Goldsmith se remonta a 1981, cuando ella fotografió para Newsweek a Prince, entonces un artista en alza con tres notables discos a sus espaldas, pero aún no la gigantesca estrella del musical la que acabaría convirtiéndose a lo largo de esa década. Tres años después, con motivo de la publicación de la banda sonora Purple Rain, la revista estadounidense Vanity Fair encargó una serie de serigrafías y dos bocetos a lápiz del cantante a Warhol, que había hecho historia en los años cincuenta como parte del movimiento del pop art, a base de convertir en arte iconos de la cultura de masas, como una caja de detergente Brillo o una lata de sopa Campbell. Warhol cogió la imagen en blanco y negro de Goldsmith y le inyectó color (obviamente, con el dominio del púrpura), como venía haciendo desde hacía décadas con personajes como Jackie Kennedy, Mick Jagger o Marilyn Monroe.
Vanity Fair pagó entonces a la fotógrafa 400 dólares por el uso de parte de su trabajo com “material de referencia”. Cuando Prince murió en 2016, la revista decidió desempolvar el encargo a Warhol (fallecido en 1987) y pagó 10.250 dólares a la Fundación Andy Warhol por el uso de otra de las serigrafías de la serie, la de fondo anaranjado, de título Prince Orange. Ahí fue cuando Goldsmith descubrió que el artista había empleado su trabajo para crear otras imágenes sin que ella lo supiera. Así que demandó a la Fundación Andy Warhol, por haber dado permiso a la publicación, sin acreditar (ni compensar) a Goldsmith.
Antes de llegar al Supremo, el caso acumuló dos sentencias contradictorias. Un juez federal falló a favor de la fundación, al considerar que lo que hizo Warhol con el material original puede considerarse “transformador”, porque, escribió en el fallo, convirtió el retrato de Goldsmith en un icono.
Una instancia superior, la Corte de Apelaciones del Segundo Circuito, con sede en Nueva York, falló después a favor de la fotógrafa tras revisar el caso en 2021. Los magistrados criticaron que el juez inferior que se hubiera erigido en “crítico de arte” al adoptar su decisión.
El Supremo aceptó el caso para sentar un precedente sobre el alcance de la “defensa del uso justo”, que permite emplear porciones de obras protegidas por la propiedad intelectual sin necesidad de pedir permiso. Ese uso es esencial, por ejemplo, para la crítica literaria, que basa su razón de ser en la cita de pasajes de las obras a examen.
Babelia
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