Madrid se asoma al balcón de Paula Mattheus
La cantante presentó su primer disco, ‘Mi concierto en el balcón’, anoche ante 2.000 personas que agotaron las entradas de La Rivera (Madrid) un mes antes del concierto
En el balcón de Paula Mattheus anoche se montó una fiesta con 2.000 personas que llenaron La Riviera (Madrid). Todos ellos se asomaron y vieron, además de las palmeras que adornan la sala, la parte más tierna y más enérgica de la artista. “Hace un año dije que la siguiente vez que me vierais sería aquí y todavía no había reservado la sala”, explicó la cantante con la cara de ilusión de alguien que ha vendido, a un mes vista, todas las entradas de su concierto en la ciudad que la vio crecer como artista. Paula se encuentra en la gira de presentación de su primer disco, Mi concierto en el balcón, con la que recorrerá España hasta septiembre.
“En este capítulo encontrarás varias formas de cómo he conocido el amor”, se escucha en el vídeo que da inicio al concierto. Una especie de carta sobre el camino que está andado y que recuerda a sus inicios, cuando las palabras que escribía, no tenían música y eran correspondencia con ella misma.
El amor fue el hilo conductor de todo el concierto. El amor por la música, el de un público que respeta y valora el trabajo sobre el escenario, la amistad y admiración hacia los invitados e incluso los crushes con los miembros de la banda. La guinda del pastel fue una boda ficticia sin oficiar ni novio, pero con velo, lanzamiento de ramo al público y una especie de tablao improvisado.
Sus letras consiguen poner bajo el mismo paraguas a enamorados y desilusionados. De hecho, lo de anoche en La Riviera parecía una convención de corazones rotos, pero quién lo tiene sin cicatrices. Desde el típico “no eres tú, soy yo” en No soy yo eres tú hasta la sensación que surge de “cuando conoces a alguien que sabes que te va a joder la vida” de Me das miedo, pasando por un público muy entregado cantando los insultos y las ironías de La hipoteca.
El disco que presenta surgió en su “pisito de Chamberí” y entró en el top 10 de álbumes más vendidos en España. Con él, aunque en directo tiene una energía que no se espera mientras lo escuchas con cascos desde la tranquilidad de casa, queda clara su voluntad de hablar del desamor desde una batería, una guitarra eléctrica e incluso con ritmos rumberos guiados siempre por su voz rota y personal. Durante Te lo dije de verdad, mostró que el micrófono no le hace ningún favor y que le resta calidad y matices a su voz. Dejó entrar al público por un momento en ese cuarto dónde todo empezó y consiguió un silencio abrumador. Se lanzó a cantar a capela. En ese momento, con la voz desnuda, enseñó todo el potencial de su vibrato.
Entre estos momentos mágicos que la cantante provocó anoche, hubo otro que sobrecogió a los que supieron observar y que pasó en Quiero mirarte para siempre. Los asistentes apartaron la vista durante dos minutos y medio del escenario para fijarse, quizá por primera vez en mucho tiempo, en la persona que tenían al lado.
Paula agradeció a su público sus ganas de salir de las pantallas e ir a disfrutar de música en directo. Ni TikTok ni Spotify provocan las sensaciones de escuchar su voz rota a capela ante el silencio abrumador de 2.000 personas. Sin embargo, mientras la cantante alababa ese gesto, el resto la observaba a través de las cámaras de sus móviles.
Para no dejarse ninguna canción, Paula hizo un popurrí con algunas del disco anterior, aunque otras las cantó íntegramente como Gelatina. Este single lo escribió el día que más pequeña se ha sentido, pero ahora la canta cuando más brilla —no solo por el traje azul plateado que llevaba— que es al subirse a un escenario. Una noche en la que triunfó pese a la gente de la última fila, los más cercanos a la barra, que no se callaron, aunque igual conocieron a alguien importante acompañados por sus canciones de amor.
La noche estuvo llena de sorpresas, pero la que más le gustó al público, testada por los gritos que acompañaban a cada salida, fueron los artistas que la cantante invitó. Despistaos, David Otero, Ainhoa Buitrago, Pablo Sánchez (Ciudad Jara) y Rozalén, que le ayudaron a despedir el concierto con La hipoteca. Palmas y bailes sobre el escenario, brazos al aire y el público solo entonando: “Adiós me voy con lo puesto, adiós me quito el sombrero”.
Babelia
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