Thomas Adès se empareda entre dos monumentos de Janáček
La presencia del creador y director al frente de la Orquesta Nacional de España esta semana puede haber despejado alguna duda de si su ascenso fulgurante se debe más al talento o a la promoción
La figura del músico británico Thomas Adès (Londres, 52 años) está cargada de paradojas. Compositor, director orquestal, pianista, organizador, etc., parece anunciar a un artista fuera de lo común. De hecho, su entorno musical, el británico, es quizás el de mayor producción de talento del panorama musical clásico desde hace varias décadas. Nombres como los de Georges Benjamin, Oliver Knussen (ya fallecido), Julian Anderson, Brian Ferneyhough, James Dillon y un amplio catálogo han dejado su impronta en los últimos años. De este notable grupo ha salido la figura de Thomas Adès con la fuerza de un cohete, pero sin despejar la duda de si su fulgurante carrera tenía más de promoción que de talento auténtico.
Su presencia al frente de la Orquesta Nacional de España esta semana, tanto en su categoría de creador como en la de director, puede haber despejado algunas dudas, o tal vez acentuarlas. El eje de esta presencia lo constituía el estreno en España de una obra multiencargada nada menos que por ocho organismos, su The Exterminating Angel Symphony, una suite de su tercera y última ópera, basada en el filme de Buñuel El ángel exterminador.
Pero el concierto reunía otros intereses, por ejemplo, la confrontación de Adès con el genial checo Leoš Janáček; una confrontación doble, ya que oponía casi a partes iguales las obras del propio Adès y de Janáček, así como la confrontación del Adès director con la obra de su admirado Janáček.
La parte del Adès director es más sencilla de despejar. Adès, como tantos otros compositores/directores, es apenas un concertador cargado de gestos poco o nada necesarios y a quien se le agradece el esfuerzo, especialmente el realizado con Janáček, un compositor que pone a prueba a los más grandes. De Adès dirigiendo a Janáček se puede decir que se sabe las obras de las que coreografía su fogosidad intentando transmitir a la orquesta el entusiasmo que le provoca esta música. Afortunadamente para el éxito del concierto, la Orquesta Nacional de España está en un momento de gracia y parecía dispuesta a no desperdiciar la ocasión de mostrar sus poderes en dos monumentos como son Taras Bulba y la Sinfonietta. Todo un recital de poderío en los metales y el timbal, así como de sutileza y control en el resto de familias instrumentales. Solo por esto, uno ya sale contento de este concierto. Que Adès haya sido parte necesaria en este éxito es algo que no queda nada claro, especialmente cuando no siempre se han salvado el control y la sutileza, que es justo lo que menos ha proyectado Adès en su recital de movimientos miméticamente adaptados del cliché del director fogoso y entregado.
En cuanto a la propia música del invitado. Veamos. La primera pieza, casi una propina de tres minutos, era una fanfarria para 14 instrumentos de metal, al modo de los que usa Janáček en su Sinfonietta, homenaje sin duda al gran moravo. Esta fanfarria, Tower, for Frank Gehry fue escrita para inaugurar una alucinada torre del arquitecto del Guggenheim en un fantástico centro cultural construido en Arles por una mecenas suiza de impulso modélico. La segunda pieza era un mini concierto para violín y orquesta, Danzas de cuentos de hadas, que funciona bien en su ingenuidad, con profusión de prestamos del folklore británico e interesantes detalles tímbricos que muestran el buen dominio que tiene Adès de la orquestación. Pieza muy bien tocada por el violinista Anthony Marwood.
La tercera y última obra de Adès era la ya citada Sinfonía del Ángel exterminador. La ópera de la que proceden los materiales de esta sinfonía, o más bien suite, fue estrenada en 2016 y es la única de las tres del autor que no conozco, lo que me priva de capacidad de evaluar el feliz resultado de esta pieza resumen. Pero, por experiencia, puedo arriesgar que las partes de esta Sinfonía deben funcionar mucho mejor en la ópera que como piezas puramente sinfónicas. No es lo mismo parodiar un vals a lo Shostakovich/Strauss dentro de una ópera, y máxime de contenido surrealista, que escucharlo en concierto. Como tampoco es lo mismo la solemne y monótona entrada de invitados a la recepción de la película que la aburrida ceremonia instrumental de un obstinato flojito.
En fin, que sin quitarle los méritos que tiene, Adès parece más bien un artista sobrevalorado cuando se le brinda como un músico total, cuando lo que uno encuentra es un compositor postmodernoide, con buena técnica, eso sí, y un director esforzado y espeso al que hay que agradecerle, yo lo hago, su veneración por Janáček.
Ficha técnica
Obras de Thomás Adès y Leoš Janáček. Anthony Marwood, violín. Thomas Adès, dirección. Orquesta Nacional de España. Auditorio Nacional de Música. Sala Sinfónica. 10, 11 y 12 de marzo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.