La niña Sofía Otero gana el Oso de Plata a la mejor interpretación de la Berlinale por ‘20.000 especies de abejas’
El documentalista francés Nicolas Philibert, gracias a su retrato de un centro de atención a pacientes con enfermedades mentales en París, se lleva el Oso de Oro con ‘Sur l’Adamant’
Sofía Otero, la niña que da vida a Aitor/Cocó/Lucía en 20.000 especies de abejas, de Estibaliz Urresola Solaguren, ha ganado esta noche el premio a mejor interpretación protagonista en la 73ª edición de la Berlinale. Otero, que lloró en el escenario con el Oso en la mano (“Muchas gracias por este premio tan bonito”) y agradeció a todos los miembros de su familia y al equipo de la película el trofeo, da vida en este drama a una niña trans de 8 años que junto a su madre y sus hermanos mayores se traslada de Bayona (Francia), donde vive, a un pueblo del País Vasco español a visitar durante unos días a su familia materna. Allí sufrirá el contraste de las miradas de los adultos y de la familia, que la encasillan como Aitor, con la de una nueva amiga (“En mi cole conozco otra niña con pene”, le cuenta) o la de su tía abuela, una apicultora que servirá de espejo revelador de la situación para que la madre (Patricia López Arnaiz) asuma lo que siente Lucía.
En Berlín, con el premio en su regazo, Otero también agradeció el apoyo de Naizen, la asociación de familias de menores transexuales de Navarra y Euskadi. Y pudo permitirse una rima con broma: “A mi padre, Fernando Otero, el mejor del mundo entero”. Por las reglas de los premios Goya, Otero, que rodó con 8 años en su localidad natal, Basauri, y ahora tiene 9, ha obtenido en la Berlinale un galardón que no podrá repetir en España, ya que la Academia solo deja competir en sus premios a intérpretes mayores de 16 años. El día de su proyección en el festival, Urresola contó que Otero, que debuta a lo grande en el cine, fue escogida tras un casting de más de 500 niñas. Su Oso de Plata es a la mejor interpretación protagonista sin distinción de géneros, una apuesta por huir de lo binario de la Berlinale que ya siguen otros certámenes como el de San Sebastián.
El documentalista francés Nicolas Philibert, gracias a su retrato de un centro de atención a pacientes con enfermedades mentales en París, se lleva el Oso de Oro con Sur l’Adamant. En ese lugar, situado en un barco en el Sena (en la misma orilla y muy cerca de la Cinemateca), las historias se entrecruzan al igual que los enfermos; van y vienen y Philibert, documentalista de postín con películas como De cada momento, Regreso a Normandía o Ser y tener, pone la cámara sin juzgar, dándoles libertad a que hablen lo que quieran. De eco queda el guiño a otro filme con barco mítico en el cine francés, L’Atalante (1932), de Jean Vigo. Philibert siempre ha rehuido de paternalismos y en Sur l’Adamant nunca juzga aunque, a la vez, tampoco se queda de lado. Y que subraya la necesidad de invertir más en la salud pública, porque el barco L’Adamant solo flota gracias a la financiación del Estado, y a la asunción de que la locura puede ser un punto de inicio de amistades, de creación de lazos, y no un final vital.
Sur l’Adamant era el único documental en la sección Oficial en un festival que ya había otorgado su máximo galardón a filmes de este formato en ediciones anteriores, como en 2016, cuando el Oso de Oro lo ganó el italiano Fuego en el mar, de Gianfranco Rosi. En el pasado festival de Venecia también ganó otro documental: La belleza y el dolor, de la estadounidense Laura Poitras.
La actriz alemana Thea Ehre obtuvo el Oso de Plata a la mejor interpretación de reparto por Bis ans Ende der Nacht, un thriller centrado en la relación sentimental entre un policía infiltrado en una red de narcotráfico y una mujer trans, a la que da vida Ehre. El Oso de Plata del premio especial del jurado fue para la alemana Roter Himmel, de un grande del cine de su país, Christian Petzold, que participa por sexta ocasión en el certamen, y el Oso del premio del jurado fueron para Mal viver, del portugués Joᾶo Canijo.
El galardón a mejor dirección lo recibió otro veterano del cine de autor francés, Philippe Garrel, gracias a Le grand chariot, en la que actúan sus tres hijos, entre ellos Louis, estrella en su país y también realizador. El mejor guion se quedó en Alemania, gracias al libreto de Angela Schanelec, también directora, de Music. El galardón a la mejor aportación artística se lo llevó la veterana Hélène Louvart, por su dirección de fotografía de Disco Boy. Louvart es una cinematógrafa de prestigio y éxito, que trabaja tanto en Europa como en EE UU, incluso en España con Jaime Rosales en Petra y Girasoles silvestres.
Orlando, mi biografía política, de Paul B. Preciado, se llevó tres trofeos: un galardón independiente, el Teddy al mejor documental LGTBi+, y dos de los oficiales: el especial del jurado de los documentales, y el especial del jurado de la sección en la que se vio su ensayo, Encounters. Ese reconocimiento lo compartió con el gallego Lois Patiño, que presentó Samsara, un filme arriesgado que a mitad del metraje pide al espectador que cierre los ojos y abra el alma durante nueve minutos y realice un viaje como el del libro tibetano de los muertos.
En documentales ganó la mexicana Tatiana Huezo con El eco, sobre el cuidado de los nietos a sus abuelos en un pueblo mexicano alejado de la civilización. Huezo es una creadora fascinante, como demuestran este trabajo y su anterior filme, en ese caso de ficción, Noche de fuego (2021). La mexicana subió dos veces al escenario berlinés, ya que también recibió el premio a mejor dirección de la sección Encounters, un trofeo que dedicó a todas las cineastas mexicanas que han abierto camino antes que ella. La argentina Adentro mío estoy bailando, de Leandro Koch y Paloma Schachmann, obtuvo el premio a mejor primera película en cualquier sección.
Por supuesto, en la gala hubo tiempo para subrayar el apoyo de la Berlinale a Ucrania y a agradecer al presidente Volodímir Zelenski su aparición en la ceremonia de inauguración. Además, Mariëtte Rissenbeek, codirectora del certamen, recordó a las víctimas del reciente terremoto en Turquía, un país con evidentes y grandes conexiones con Alemania, y a la comunidad fílmica de aquel país.
La 73ª edición era la cuarta de la dupla directiva Chatrian / Rissenbeck como líderes, y la primera que ha vuelto a la normalidad tras los protocolos covid. El jurado, que ha entregado un palmarés discutible, lo conformaban la actriz iraní Golshifteh Farahani, la directora y actriz alemana Valeska Grisebach, la directora de reparto estadounidense Francine Maisler, y los directores Carla Simón, Radu Jude (los dos últimos ganadores de la Berlinale) y Johnnie To, bajo la presidencia de la actriz Kristen Stewart. No reconocieron la calidad ni de la estadounidense Past Lives, de Celine Song, ni de la mexicana Tótem, de Lila Avilés.
Palmarés de la sección oficial
Oso de Oro: Sur l'Adamant, de Nicholas Philibert.
Oso de Plata Gran Premio del Jurado: Roter Himmel, de Christian Petzold.
Oso de Plata Premio del Jurado: Mal viver, de João Canijo.
Oso de Plata a la mejor dirección: Philippe Garrel, por Le grand Chariot.
Oso de Plata a la mejor interpretación protagonista: Sofía Otero, por 20.000 especies de abejas.
Oso de Plata a la mejor interpretación de reparto: Thea Ehre, por Bis ans Ende der Nacht.
Oso de Plata al mejor guion: Music, de Angela Schanelec.
Oso de Plata a la contribución artística: Hélène Louvart, por su dirección de fotografía de Disco Boy.
Babelia
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