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Una comedia sobre la guerra de Ucrania: el dramaturgo Alfredo Sanzol esgrime el humor contra la barbarie

El director del Centro Dramático Nacional saca a escena a Putin al estilo de Lubitsch en su película ‘Ser o no ser’

De izquierda a derecha, delante: Elena González, Eva Trancón, Juan Antonio Lumbreras y Javier Lara. Detrás, Paco Déniz, Julia Rubio, Pepe Sevilla y Pablo Márquez, en una escena de 'Fundamentalmente fantasías para la resistencia', de Alfredo Sanzol.
Raquel Vidales

Cuando Ernst Lubitsch estrenó en 1942 su divertidísima película Ser o no ser, protagonizada por los actores de una compañía de teatro de Varsovia que aprovechan sus dotes interpretativas para burlar a los nazis tras la invasión de Polonia, buena parte de la crítica y muchos espectadores la criticaron con furia y calificaron al director de insensible por atreverse a bromear sobre Hitler y los campos de concentración en plena Segunda Guerra Mundial. Pero el tiempo pone todo en su sitio y pasados los años el filme fue reconocido como una de las mejores sátiras del nazismo en el cine y ejemplo de que el humor también es un género válido en épocas de tragedia. El dramaturgo Alfredo Sanzol, director del Centro Dramático Nacional, lanza ahora un órdago parecido con su nueva obra: una comedia sobre la guerra de Ucrania en plena guerra de Ucrania. Contiene escenas hilarantes en las que el mismísimo Putin sale en pijama de rayas o diciendo jocosamente cosas como “el planeta entero me ha visto sin camiseta” y, además, se estrena en el teatro Valle Inclán de Madrid este viernes, justo el día en que se cumple un año desde que empezó la ofensiva rusa―, dirigida por el propio autor. ¿No teme reproches como los que le lanzaron a Lubitsch en su momento? ¿Por qué se ha metido en este charco? “Porque el humor es la mejor herramienta que conozco contra la violencia y la fantasía es esencial para poder escapar y a la vez entender la realidad”, responde tajante Sanzol en un descanso de los ensayos.

De ahí el título: Fundamentalmente fantasías para la resistencia. El argumento se desarrolla en dos planos. Por un lado están las conversaciones de los miembros de una compañía de teatro de Kiev que utilizan su sala de ensayos como refugio antiaéreo y que deciden montar una nueva obra para mantenerse ocupados y unidos durante la guerra. En un segundo plano, los espectadores asisten al proceso de creación de esa obra y así van conociendo la trama: se titula Pin, Pan, Putin y sigue la peripecia de una agrupación de música barroca española que es invitada a actuar en el Kremlin y aprovecha la ocasión para intentar matar a Putin.

Y entonces estalla la comedia: agentes del Centro Nacional de Inteligencia, de la CIA, un gurú ruso, una diosa griega con alas y un músico de Pamplona que es clavadito a Putin y a su vez al ucranio que los interpreta a ambos en Kiev. A estos tres últimos (el Putin falso y sus dos dobles) los encarna en una triple pirueta Juan Antonio Lumbreras, acompañado de otros nueve actores que entran y salen vertiginosamente de un personaje a otro como en las mejores comedias de enredo. Hay mucho de Lubitsch, pero también de otros clásicos como El gran dictador de Chaplin (estrenado también durante la Segunda Guerra Mundial) o el Teléfono rojo, volamos hacia Moscú de Kubrik. E incluso de los diálogos surrealistas de Gila con “el enemigo”.

Juan Antonio Lumbreras y Paco Déniz, en otra escena de 'Fundamentalmente fantasías para la resistencia', de Alfredo Sanzol.
Juan Antonio Lumbreras y Paco Déniz, en otra escena de 'Fundamentalmente fantasías para la resistencia', de Alfredo Sanzol.luz soria (CENTRO DRAMÁTICO NACIONAL)

Muchos momentos van a provocar grandes carcajadas entre el público, pero la risa no se pretende como antídoto frívolo para olvidarse de la guerra un rato, sino al contrario: es más bien una manera de afrontarla. Por eso la tragedia se entrelaza aquí constantemente con la comedia. Sirenas, misiles y la angustia por lo que sigue ocurriendo fuera de la sala de ensayos, que de esta manera se convierte en un espacio doblemente protector: es refugio físico y psicológico. “Esta es sobre todo una obra sobre el poder de la ficción como herramienta para resistir la realidad y entenderla”, insiste Sanzol.

El autor recuerda que el texto le nació precisamente de la necesidad de dar respuesta a la conmoción que le produjo el estallido de un nuevo conflicto bélico en Europa y asimilar sus consecuencias. La inspiración definitiva le llegó al leer en EL PAÍS un reportaje sobre la compañía ProEnglish Theater de Kiev, que pese las bombas mantiene la actividad en su sala, convertida también en refugio antiaéreo. “Ahora más que nunca necesitamos reírnos para sostenernos. Tenemos la responsabilidad de usar nuestro arte para crear cimientos que sostengan el abatimiento que nos inunda. Que la pena pueda reposar su peso inmenso sobre la alegría infinita de crear”, dice un personaje de Fundamentalmente fantasías para la resistencia. Algo que corroboraron precisamente los dos directores de ProEnglish Theatre, Anabell Sotelo y Oleksandr Borovenskiy, en un debate abierto al público organizado por el Centro Dramático Nacional el pasado enero en Madrid. “Si alguna vez tuve dudas sobre la pertinencia de mi obra o sobre si me estaba metiendo donde no me llamaban, ellos me las quitaron al leerla y darme su bendición”, afirma Sanzol.

El autor subraya otra cuestión importante que atraviesa la obra: el valor de cada vida. Aunque sea una vida de ficción. Se desata cuando dos personajes discuten sobre la procedencia de asesinar a Putin en su comedia. “No es una persona, es un personaje”, dice uno. “Un personaje representa a una persona”, matiza otro. “Para eso está el teatro. Para cargarte a la gente de mentira y no en la realidad”, replica el primero. “¿Y la imagen que se proyecta a la realidad? ¿La frivolidad con la que se juega con la vida de una persona?”, rebate el segundo. Volviendo a recordar el importante papel que ejercen las ficciones en las vidas de las personas, Sanzol explica: “Configuran nuestro comportamiento y nuestra visión de la realidad. Por ejemplo: si en las películas hasta los héroes van matando gente anónima de manera indiscriminada, aunque sea para salvar al mundo, ¿qué mensaje se desprende de eso?”.

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Sobre la firma

Raquel Vidales
Jefa de sección de Cultura de EL PAÍS. Redactora especializada en artes escénicas y crítica de teatro, empezó a trabajar en este periódico en 2007 y pasó por varias secciones del diario hasta incorporarse al área de Cultura. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.

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