Ke Huy Quan: de Tapón en ‘Indiana Jones’ a favorito al Oscar con ‘Todo a la vez en todas partes’
Más de dos décadas después de su retirada de la interpretación por la falta de papeles atractivos, la antigua estrella infantil protagoniza una de las grandes resurrecciones de la temporada de premios
En 1993 se hartó. Sus rasgos asiáticos hacían que los directores de reparto no le hicieran caso, sufriendo una clara discriminación racial. Y renunció a actuar. Se dedicó a trabajar como ayudante de dirección y coordinador de secuencias de acción. Hasta que dos décadas después, en 2018, vio Crazy Rich Asians y pensó que era el momento de volver, pidió a su abogado-representante, otro exactor infantil como él, que le buscara algo... y ni siquiera hizo falta: justo le llegó un extraño guion en el que encajaba como marido de la protagonista. Casi tres años después de su rodaje, tras el parón mundial por la covid-19, ha llegado su momento: Ke Huy Quan (Saigón, actual Ciudad Ho Chi Minh, 51 años) vuelve a ser una estrella. El chaval que fue Tapón en Indiana Jones y el templo maldito y Data en Los Goonies está a días de poder ganar el Oscar a mejor actor secundario con Todo a la vez en todas partes. “¡Estoy tan feliz! ¡Aaaaaaaahhhh!”, es lo único que fue capaz de decir cuando oyó su nominación el pasado martes. Y se puso a saltar.
Si a Hollywood le atrapan las historias de resurrección artística, es difícil igualar la ardua biografía de Quan. No solo la cinematográfica, sino la vital. Quan nació en Saigón en 1971, el séptimo de nueve hermanos de una familia de orígenes chinos. Al finalizar la guerra de Vietnam, los Quan intentaron en dos ocasiones huir de la capital. Lo lograron en 1978 a costa de dividirse: la madre salió con tres hijos hacia Malaisia, y el padre logró llegar con otros cinco hijos, incluido Ke Huy, a un campo para 3.000 refugiados en Hong Kong. Tras los duros trámites, obtuvieron la condición de asilados políticos en EE UU y se reagruparon en California en 1979. Y como cualquier otro niño, fue una escuela, en su caso la Castelar Elementary School, donde un día apareció un director de reparto a hacer pruebas. Eligió a uno de los hermanos pequeños de Quan, que resultó demasiado joven para un rodaje. Y por eso le llegó el turno a él, que ya tenía 12 años y que nunca había visto una película de Hollywood en el cine o en la tele: el director de reparto estaba buscando a un niño de rasgos asiáticos que encarnara a Tapón en Indiana Jones y el templo maldito, de Steven Spielberg.
Fue un bombazo, que encadenó con otro, bajo el manto protector de Spielberg: Los Goonies, en la que dio vida a Data. Con 14 años era una estrella de Hollywood, pero tenía que superar dos barreras: la reconversión de actor infantil a veinteañero, y sus rasgos asiáticos. Lo primero, lo logró; pero el audiovisual nunca le ofreció papeles alejados de los tópicos.
En el puñado de trabajos interpretativos de Quan de aquellos años (la japonesa Passenger, Respirando fuego, la taiwanesa Red Pirate, y un esfuerzo postrero en 2002, la hongkonesa Second Time Around, junto a series como Una vida juntos, Los primeros de la clase o Historias de la cripta), llama la atención El hombre de California (1992), donde cruzó sus pasos con Brendan Fraser, el otro gran retorno de los Oscar: ambos lo recordaban al borde de las lágrimas hace unos días en una mesa redonda de la revista Variety. Los planes de Quan, tras acabar el instituto, de proseguir con la interpretación se fueron diluyendo ante la falta de oportunidades, por lo que entró en la especialidad de cine de la Universidad del Sur de California, y allí se graduó. Su nueva vida laboral transcurriría detrás de las cámaras.
Durante el rodaje de Indiana Jones y el templo maldito, Quan había aprendido taekwondo, y en sus años como actor se había hecho amigo de Corey Yuen, reputado coreógrafo de secuencias de acción. En 1997, se cruzó en Los Ángeles con el rodaje de Arma letal 4, y allí estaba Yuen supervisando las peleas. A Quan le picó el gusanillo, a Yuen le llamó la atención su estallido de pasión y le recomendó que emprendiera esa senda. Año y medio más tarde, Yuen telefoneó a Quan: ¿podía viajar a Toronto al rodaje de una película llamada X-Men?
Hoy, X-Men es un clásico del cine de superhéroes, pero a finales del siglo XX todavía era una anomalía en Hollywood. Por redes circula un vídeo de 19 segundos de Quan coreografiando una secuencia de pelea entre los dobles de Lobezno y Mística. A ello se ha dedicado durante estas dos décadas en filmes como The One, a esto y a ser ayudante de dirección en rodajes como 2046, de Wong Kar Wai (Quan habla inglés, mandarín, cantonés y vietnamita).
De la vida privada de Quan solo se sabe que está casado, pero no si tiene hijos. Que durante estos años mantuvo el contacto con Spielberg, quien le enviaba un regalo por Navidades, aunque no con Harrison Ford, con quien se reencontró el pasado septiembre, en la convención de Disney D23. Y que su abogado es Jeff Cohen, otro exactor reconvertido procedente de la pandilla de Los Goonies. Fue a Cohen a quien le pidió volver al mercado interpretativo, pero la oferta de Dan Kwan, uno de los dos directores de Todo a la vez en todas partes, le llegó por Twitter. Y curiosamente significaba encarnar al esposo de Evelyn, el personaje protagonista encarnado por Michelle Yeaoh, una de las actrices de Crazy Rich Asians, la película que le abrió los ojos ante la posibilidad de que Hollywood estuviera cambiando.
Sobrepasado por las emociones
En una entrevista a inicios de diciembre con la agencia AP, Quan reconocía (y todavía ni había ganado el Globo de Oro, aunque sí se intuía la posibilidad, confirmada el pasado martes, de que fuera candidato al Oscar) que estaba “sobrepasado por las emociones”. Y explicaba: “Nunca pensé que este día llegaría. Y eso que lo he esperado desde hace mucho, desde hace décadas. Cuando tienes un sueño que no alcanzas, acabas enterrándolo. Ese fue mi caso, y al final se ha hecho realidad. Por eso lloro un montón”. Aseguraba que en realidad, durante años solo quiso “un trabajo, nada más, como actor”, y que Todo a la vez en todas partes le ha llevado más lejos: le ha devuelto al estrellato.
También confesaba sus miedos: “En mi juventud pensé que no me llegaban buenos guiones, porque era mal actor o demasiado bajo. Me culpaba a mí mismo, nunca me planteé la discriminación racial, algo que descubrí más tarde. Y estuve dos años dudando en dejarlo o no, hasta que un día me vi en unas pruebas con otros 30 actores asiáticos luchando por un personaje sin nombre con dos líneas de guion, unas migajas. Sentí que no había futuro para mí ahí”. Por eso no le desveló a casi nadie su vuelta a la gran pantalla: “No le dije a muchos miembros de mi familia que había vuelto a actuar. ¿Y si me despedían del rodaje? ¿Y si hacía una mierda de trabajo o la película era floja? A la mayor parte se lo conté llamándoles el día antes de que lanzaran el tráiler”. Esos temores se han mantenido: el rodaje de Todo a la vez en todas partes se realizó antes de la pandemia, ha habido que esperar dos años a su estreno. “Y no me volvieron a coger en ningún otro casting, hasta perdí el seguro médico”, comentaba en Vanity Fair.
Su destino ha cambiado. El día de su reencuentro con Ford en la D23 era también la jornada en la que se anunciaba que Quan participaría en la nueva temporada de Loki y en la serie American Born Chinese. Ya ha estrenado en Netflix Onaha: el tesoro de Hawái, y para la misma plataforma ha rodado en diciembre, dirigido por los hermanos Russo (coproductores de Todo a la vez en todas partes), el filme de ciencia ficción The Electric State, junto a Chris Pratt y Mille Bobby Brown. Ahora sí, ahora ya nadie para a Ke Huy Quan.
Babelia
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