La obra de teatro que sacude Europa llega a Barcelona: Tiago Rodrigues da voz en escena a la extrema derecha para explorar y debatir los límites de la defensa de la democracia
La polémica obra del creador portugués y director del festival de Aviñón ‘Caterina e a beleza de matar fascistas’, que provoca recacciones viscerales en las plateas, se representa en el Teatre Lliure
Llega al Teatre Lliure de Barcelona (miércoles y jueves, únicas representaciones en España) el polémico espectáculo Caterina e a beleza de matar fascistas, del director portugués y desde este año al frente del festival de Aviñón, Tiago Rodrigues. La obra, a cargo del Teatro Nacional D. Maria II, trata sobre una familia que en vez de celebrar las fiestas tradicionales o el amigo invisible cada año se reúne para matar a un fascista. En este caso un juez machista al que han secuestrado y ha de cargarse la novata en estas lides de la familia, la jovencita Caterina. El asunto ya plantea de por sí un debate sobre los límites en la defensa de la democracia y la legitimidad de la violencia contra el fascismo, pero lo que ha levantado más polémica y está provocando reacciones viscerales del público en cada función que se ha hecho de la pieza es la media hora final de la misma (que dura dos horas y media) en la que un personaje de la extrema derecha se dirige al público lanzándole un verdadero mitin con sus ideas. En todas las representaciones, miembros del público se han enfrentado al actor que interpreta a ese individuo de deleznable discurso populista inspirado en parlamentos reales de la extrema derecha, expresando su inconformidad y desagrado con lo que oyen, e incluso lanzando objetos y tratando de detener la representación.
“No preveíamos reacciones tan fuertes, pero sabíamos que el público iba a reaccionar de manera inhabitual a como lo hace en un teatro”, ha dicho esta mañana Rodrigues en una conversación por videoconferencia con medios catalanes. Estrenado en 2022 en Portugal, el montaje, en gira europea, ha recibido en Italia el Premio Ubú al mejor espectáculo extranjero y ha sido escogido por The New York Times como una de las mejores propuestas teatrales del año de la escena europea.
El director del Lliure Juan Carlos Martel, ha recordado que el espectáculo debía representarse en la sala principal del colectivo en Montjuïc la temporada pasada, pero hubo de ser cancelado apenas 24 horas antes a causa de la pandemia.
Rodrigues ha deplorado que no podrá estar en el estreno en Barcelona y ha recalcado que le gusta estar presente para contemplar la reacción del público. Ha dicho que les impacta mucho esa reacción y el debate que provoca la obra. El origen del espectáculo, ha proseguido, está en la idea de conectar la historia del antifascismo en Portugal y las luchas feministas en el país, dado que, ha señalado, uno de los residuos institucionales del fascismo en la sociedad portuguesa ha sido la violencia sobre la mujer alentada por un patriarcado agresor. Para hacer visible la conexión han recordado en el montaje la historia de Catarina Eufémia, una trabajadora rural, segadora analfabeta, que fue asesinada a tiros por la Guardia Nacional Republicana en 1954 al sur de Portugal, cerca del Alentejo, cuando reclamaba derechos laborales y exigía recibir el mismo salario que los hombres, convirtiéndose en un símbolo del antifascismo y del feminismo. Rodrigues ha recordado asimismo que la extrema derecha consiguió meter un primer diputado en la Asamblea Nacional en las legislativas de 2019 y ahora ya tiene 12. “Es un proceso que hemos visto en otros países europeos, el avance de la extrema derecha con las reglas de la democracia, y que ha ido muy rápido en Portugal de manera que ya no solo se trata de residuos del fascismo, sino de nuevo fascismo”.
Con esos puntos de partida históricos y actuales, la compañía ha creado una ficción que transcurre en 2028, en un contexto distópico pero plausible, y en la que una familia antifascista desde los años cincuenta ejecutan una venganza tradicional asesinando un fascista cada año durante una reunión. “Es una familia con la moral invertida, que consideran que defienden la democracia con ese asesinato político”, ha destacado Rodrigues. “En el centro hay una paradoja: ¿hemos de ser tolerantes con los intolerantes y permitir que derroten a la democracia, o ser intolerantes con ellos aunque eso nos convierta en antidemocráticos?”.
En la obra, “la familia secuestra esta vez a alguien que es un populista de extrema derecha, no fascista en el sentido histórico del término”, ha continuado el director. “Lo hacen en un momento en que la extrema derecha ha ganado en Portugal y se va a cambiar la Constitución. Y la joven Catarina será la encargada de matar a su primer fascista. Pero ella tiene dudas. ¿No será un error asesinar, emplear la violencia? Y eso provoca un conflicto en la familia que la desintegra. Se trata de propiciar un debate político y filosófico, y por otro lado emocional, dando entrada a elementos ausentes en nuestro debate sobre la democracia pero que están presentes en el pensamiento de la gente que vota. La idea es que la cuestión emocional en el populismo es fundamental”.
La controversia que parte de la escena ha de llegar a la platea, ha sostenido Rodrigues, que ha recordado las respuestas sorprendentes a Catarina e a beleza de matar fascistas por toda Europa. “Las dos primeras horas del espectáculo son el conflicto familiar, pero la última media, sin desvelar mucho, el actor que hace de secuestrado [Romeu Costa], el ‘fascista’, en silencio dos horas y ahora libre, lanza un discurso de victoria al público, un discurso de populismo de derechas, con una retórica muy eficaz en la que se apropia de palabras que no esperábamos en un autoritario. Entonces, en muchas representaciones, provoca en el público reacciones más allá de lo normal que se ve en un teatro. La gente tiene náuseas, grita, lanza objetos, canta Bella ciao o Grândola, vila morena; a veces van demasiado lejos y hay tentativas de agresión. La gente entiende que está en un teatro, pero se siente incomodada, como si ese discurso no se pudiera hacer en una obra de teatro, en una sala teatral y debiera ser contestado y combatido. Es media hora que se hace eterna para muchos. Corresponde a nuestra convicción de que estamos examinando una forma de pensar, radiografiando una retórica”. Ha advertido de que “el fascismo ocupa con su retórica predatoria el vacío que se abre en las democracias”.
El director ha dicho que consideran las reacciones, si son proporcionadas, “bienvenidas” sobre todo si provocan debate entre los propios espectadores. “Nos interesa mucho crear discusión y reflexión”. El espectáculo pudo verse en Italia (Módena y Roma), pero antes de la llegada de Giorgia Meloni al poder. Entonces el movimiento Hermanos de Italia, al que pertenece la presidenta, exigió la retirada de la obra. “Me parece importante que volvamos ahora, iremos el año próximo”.
En cuanto al hecho de que en España solo se vea en Barcelona el espectáculo, Rodrigues ha señalado que el Lliure estaba desde el principio en el proyecto y que no descarta que se pueda ver en otras ciudades después. “No me siento, todavía, censurado en España”, ha dicho al preguntársele si regresarían. Ha comentado que está al corriente de la polémica sobre la cancelación, aplaudida por Vox, de la obra transgresora sobre la figura de Teresa de Jesús Muero porque no muero, de Paco Bezerra, que debía verse en los Teatros del Canal de Madrid. Pero ha añadido que prefiere esperar a tener más detalles. En todo caso, “hay indicios de que podría ser un caso de censura y eso es inaceptable. La censura política en un teatro público ha de ser combatida”.
Con respecto al festival de Aviñón, a cuyo frente está desde septiembre, ha afirmado que es una gran aventura vital y ha destacado la dimensión no solo artística sino también simbólica que tiene la cita como evento descentralizado y de democratización cultural. Ha citado a Jean Vilar en su consideración de que el festival ha de ser una puerta abierta al futuro y ha parafraseado a George Steiner al afirmar que el festival de Aviñón es uno de esos “cafés luminosos” que caracterizan a Europa, su hospitalidad y su cultura abierta.
Babelia
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